Estamos en el umbral del primer aniversario de la matanza cometida por Hamás el 7 de octubre en el sur de Israel y, por tanto, es oportuno desmontar cuatro mentiras que circulan cómodamente en nuestros medios de comunicación y en nuestras redes sociales. La primera mentira es que Israel esté cometiendo un genocidio en Gaza, en el actual conflicto que le enfrenta a Hamás y Hezbolá, que básicamente son tentáculos del régimen iraní. Esta guerra, desatada por Hamás el 7 de octubre, es terrible y ha provocado miles de víctimas, muchas de ellas inocentes, pero en modo alguno es un genocidio. En primer lugar, afirmarlo es una falta de respeto a las víctimas de los genocidios verdaderos, desde los tutsis de Ruanda a los judíos de la Alemania nazi, pasando por los griegos de Turquía o los armenios del Alto Karabaj (donde no en queda ni uno). Un genocidio es la eliminación sistemática y total de un grupo humano, hasta su desaparición. Esto no está pasando en Gaza; si Israel quisiera cometer un genocidio ya lo habría hecho porque tiene los recursos suficientes para llevarlo a cabo. No es el caso. De hecho, es más bien lo contrario: en 1948 había aproximadamente unos 900.000 judíos en los países árabes, con volúmenes relevantes en Marruecos (250.000 judíos), Irak (135.000) o Yemen (50.000). La represión, matanzas, conversiones forzadas y expulsiones provocaron un éxodo masivo, hacia Israel, Europa o América, y actualmente en la mayoría de países árabes la presencia judía, milenaria en muchos casos, se ha borrado completamente. No queda prácticamente nada ni nadie. ¿Genocidio? Quizás —si ha habido alguno allí— sea este, que naturalmente no ocupa ni un instante de nuestra dieta informativa. Es más; los que cantan "desde el río hasta el mar" saben perfectamente qué están pidiendo: la eliminación física de los judíos de Israel, porque Hamás y buena parte de los palestinos no reconocen el derecho de los judíos a vivir en Israel. Ya vimos qué hizo Hamás en los pueblos y kibutz que logró asaltar: el asesinato masivo de hombres, mujeres, niños y ancianos. ¿Alguien cree honestamente que harían otra cosa si lograran invadir todo el país?

La segunda mentira es la acusación recurrente de que en Israel existe un sistema de segregación racial similar al apartheid, como denuncian algunos y muchos otros repiten acríticamente. En primer lugar, el apartheid es un sistema racista implantado legalmente y únicamente en Sudáfrica entre los años 1948 y 1990. Una prueba de la mala fe de esta acusación es que nadie la utiliza para describir la segregación racial en muchos estados de los Estados Unidos durante décadas, donde efectivamente existían instalaciones públicas para blancos y para negros, por ejemplo en los mismos autobuses. No solo es una acusación falsa e históricamente tramposa, sino que es exactamente lo contrario: el único país de la región en el que los árabes tienen absolutamente todos los derechos garantizados (derecho de voto, libertad de expresión y opinión, derecho de defensa legal, derecho de libertad religiosa, derecho de libre circulación, derecho de orientación sexual, entre otros) es Israel. Qué paradoja: ningún otro país árabe respeta más derechos para los árabes que Israel, donde representan a un 21% de la población y son mayoría en muchos municipios. De estos, según las encuestas, más del 80% prefieren seguir siendo ciudadanos israelíes y solo un 10% optarían por ser ciudadanos de un Estado palestino. Tanto es así, que cuando el entonces primer ministro Ehud Olmert propuso en 2008 intercambiar territorios de mayoría árabe de Israel en Palestina a cambio de obtener la soberanía israelí para algunos asentamientos judíos en Judea y Samaria, los primeros que pusieron el grito en el cielo fueron los árabes israelíes, que en modo alguno querían depender de un gobierno palestino. Un último detalle: el año pasado Ella Waweya, una mujer árabe originaria de la ciudad de Qalansawe (24.000 habitantes, todos árabes y la mayoría musulmanes) se convirtió en la primera mujer árabe que obtiene el rango de mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF). Esto sería impensable en un auténtico régimen de apartheid, evidentemente.

Los que cantan "desde el río hasta el mar" saben perfectamente qué están pidiendo: la eliminación física de los judíos de Israel

La tercera mentira es negar a Israel el derecho a defenderse o, en el mejor de los casos, la petición para que, en caso de hacerlo, tenga siempre una respuesta moderada. Las personas que niegan el derecho de Israel a defenderse están invitando a Hamás, Hezbolá, los hutis y el régimen iraní a seguir atacando a Israel. Nunca veo que estas mismas personas pidan una respuesta contenida a Irán o a Hamás. Pues no. Israel tiene todo el derecho a defenderse, como lo tiene cualquier país del mundo. Y no solo tiene ese derecho, sino que esta defensa no debe ser proporcional, porque de lo contrario será un conflicto que nunca acabará. El ojo por ojo bíblico (si tú me tiras diez cohetes yo te lanzo diez) no sirve para nada. La respuesta debe ser tan contundente que elimine, si cabe, la amenaza en el futuro. Aparte, en esta exigencia en Israel hay algo muy perverso: no se le puede pedir que no se defienda porque precisamente durante la Alemania nazi los judíos europeos no se defendieron y se dejaron conducir dócilmente a las cámaras de gas. Pensaban quizás que los alemanes no irían tan lejos o quizás que la comunidad internacional les salvaría. Se equivocaban y aprendieron la lección: su seguridad y supervivencia depende de sí mismos. Los aliados siempre son necesarios y las palmaditas en la espalda se agradecen, pero quien pone la cara siempre eres tú, a quien te matan es a ti, a quien violan es a ti.

La cuarta mentira dice que no hay sitio más inseguro, para los judíos, que el Estado de Israel. No es cierto. O, al menos, los judíos no tienen esa sensación. Nada da más sensación de seguridad a un judío que Israel. No sólo es su hogar nacional después de ser perseguidos durante siglos en todo el mundo, sino que Israel vela por su seguridad. El otro día Irán lanzó 180 misiles sobre Israel con la intención de matar a mucha gente; no mató ni hirió a ningún israelí porque Israel ha invertido mucho dinero en construir la Cúpula de Hierro para interceptar los cohetes enemigos y mucho dinero en construir refugios para la población. Mientras Hamás invierte en túneles y se esconde detrás de los civiles palestinos, los israelíes invierten en medidas de protección para proteger a sus civiles. He aquí la realidad. Unos datos para terminar: en 2022 más 2.200 judíos emigraron desde Francia a Israel. En el año anterior fueron más de 3.000 judíos. Muchos judíos se sienten más seguros en Israel que en Francia, cabe deducir. Esto se explica porque más del 90% de judíos de 13 países de la UE afirmaron haber percibido algún tipo de antisemitismo personal o ambiental, según una encuesta realizada este mismo 2024 por la Agencia Europea de Derechos Fundamentales con una muestra de 8.000 personas. Muchos judíos se sienten menos seguros en una Europa en paz que en un Israel en guerra; una idea que da que pensar.