Las adicciones son solo la punta del iceberg de algo que se encuentra mucho más escondido y encriptado en nuestro inconsciente. Es decir, son el aviso de que algo no va bien dentro de nosotros, y la solución que ha encontrado nuestro cerebro para tapar lo que teme y no sabe cómo resolver eficazmente. Un parche mal puesto de toda la vida. Adicciones hay tantas como personas en el mundo, pero todas ellas tienen algo en común: sirven para tapar algo reprimido. Hoy me centraré en la adicción a las redes sociales, una adicción que puede pasar desapercibida porque vivimos en una sociedad que, además de obligarnos a tener un móvil a cada uno de nosotros, ha normalizado pasar más de ocho horas mirando el móvil. O tienes móvil o no formas parte de esta sociedad. Te excluyen.

¿Cuántas horas al día estáis en las redes sociales? ¿Una? ¿Dos? No os lo creéis ni vosotros. No hay nadie, menor de noventa años, que esté solo dos horas al día. Las redes sociales son la droga del amor, la dosis diaria de socialización, de estar acompañado, de tener alguien que te escucha, que te hace caso, que te llena de likes y emoticonos y que te dice lo fantástico/a que eres cuando menos te lo esperas... En definitiva, las redes sociales son ese abrazo que todos necesitamos para no sentirnos solos en el mundo. Cuando apagas el móvil, vuelves a aquella soledad tan temida, a las dudas existenciales, a tu miserable vida aburrida y, además, dejas de saber qué está haciendo el resto de la gente, que seguro que se lo están pasando mucho mejor que tú. Es normal que hayas optado por hacerte adicto a él, es mucho más divertido estar siempre acompañado y distraído que solo. Pensar demasiado, angustia.

¿Cuántas horas al día estáis en las redes sociales? ¿Una? ¿Dos? No os lo creéis ni vosotros

Las redes sociales te brindan la oportunidad de empezar de cero, de ser quien te hubiera gustado ser, de ser valorado y admirado, de hablar con gente con la que nunca habrías podido hablar; en definitiva, de convertirte en tu yo ideal. Pero no todo es coser y cantar, si se abusa de ellas o no se utilizan adecuadamente por el motivo que sea, te aíslan de la realidad y del contacto humano (tan necesario para ser feliz, o no). No es que las redes sociales sean el demonio, es que hay personas que no están bien y no saben gestionarlas adecuadamente, de una manera sana. Harían lo mismo en otros contextos: ir a 250 km/h por la autopista, comer compulsivamente, engancharse a alguna droga, volverse fanáticos de los pronombres débiles, estar de mala leche todo el día, quejarse por todo...

Una adicción es la consecuencia, no la causa. Y, como a los humanos nos encantan las consecuencias y nos aterran las causas, preferimos ir acumulando síntomas y más síntomas para evitar abrir la caja de Pandora de nuestros miedos más escondidos. Vivimos en la era de la tecnología, y las redes sociales son fantásticas para lograr ese fin. Si hubiéramos nacido en la edad media, seguramente estaríamos enviando palomas mensajeras compulsivamente y tomándonos litros de cerveza artesana. Así pues, ¿cuántas horas al día estáis realmente en las redes sociales para no pensar?