Lleva razón Laura Borràs cuando dice que ERC ha decidido pagar al PSOE por adelantado. Negociar no significa claudicar a cambio de nada. No se sabe qué le debía ERC al PSOE, pero la realidad es que Esquerra tiene una estrategia que consiste en aceptar las buenas palabras como prenda para una futura mesa de negociación. Volvemos a los primeros años noventa, cuando solo había buenas palabras. Todo el mundo ha podido constatar que Pedro Sánchez hace lo que quiere, impulsa y anula la mesa de negociación a su gusto. Entonces es cuando el bombero Rufián tiene que acudir con la manguera para apagar el fuego con un poquito de agua bendita, porque la gente empieza a sospechar que los unos y los otros le han tomado el pelo. El episodio del lunes de la semana pasada, cuando Roger Torrent, escudándose en los letrados de los Parlamento —¡que siempre se muestran partidarios de rendir las armas!—, dejó sin escaño al MHP Quim Torra, y la reacción oportunista de Pedro Sánchez, demuestran cuál es la intención de Esquerra desde que decidió pactar unilateralmente la investidura del gobierno de coalición español. La proclamación de Clara Ponsatí como eurodiputada, a pesar de que la JEC había decretado dejar la plaza vacante, la misma semana que Torrent acata la orden de este órgano subsidiario pone luz a la oscuridad. Todos los crímenes se resuelven con luz y desobedecer las órdenes de la JEC era, por así decirlo, gratis.
Objetivamente, ERC se ha cargado el Govern Torra para forzar unas elecciones y, si finalmente aciertan y las ganan, ser los protagonistas del nuevo “peix al cove” autonómico. Han llegado a la conclusión, para mí falsa, de que la gente no está por desobedecer en nada. La prueba que esta es la intención son los artículos y los tuits del universo mediático de Esquerra, que cada día es más intransigente y asfixiante, que cuando supieron que Sánchez había dicho que “donde dije digo, digo Diego” se lanzaron a justificarlo con el argumento de que él llevaba razón porque el Govern Torra que ellos mismos han debilitado estaba agotado. El tuit de Toni Soler en respuesta a Jordi Borràs, retuiteado por Rufián, fue el más descardo, muy revelador de cómo piensan determinados sectores independentistas, que, además, después tienen un programa de TV para desprestigiar la política y a los adversarios: “Sí... com refiar-se de Torra. O et pensaves que aniria a la taula a fer-la funcionar?” —soltó el productor televisivo. En Catalunya existe la costumbre, muy extendida, de culpar a los políticos catalanes de todo lo que no va bien con Madrid. ¿Es que es el MHP Torra —o el presidente que sea— quién tiene la obligación de lograr que funcione la negociación con Madrid? Si la mesa de negociación no sirve para negociar la autodeterminación, entonces ¿qué sentido tiene? Si la vía unilateral no ha servido para lograr el objetivo y la mesa de negociación tampoco servirá para acordar un referéndum de autodeterminación, entonces, insisto, ¿qué sentido tiene negociar? Lo digo porque todo el lío actual nació de la negativa del tripartito del 155 —PP, PSOE y Cs— a acordar una salida pactada y de la posterior represión del 1-O y de la aplicación del 155. El independentismo ha ganado reiteradamente las elecciones y los partidos unionistas se han negado a escuchar la exigencia popular de la mayoría independentista que reclamaba votar libremente el futuro de Catalunya. La coalición PSOE-UP sigue sin atender este reclamo y, además, pretende que ERC le apruebe los presupuestos a cambio, nuevamente, de nada. O quizás sí, de unas migajas presupuestarias para tapar agujeros. Ni siquiera conseguirán lo que Pujol y Duran i Lleida arrancaron al PP con el pacto del Majestic. Paradojas de la política catalana.
El adelanto electoral, aunque no se sepa cuando se celebraran las elecciones, dará la posibilidad de elegir entre los que pagan por adelantado, e incluso dan crédito a los represores, y los que creen que solo la desestabilización puede forzar al Estado a negociar
El tiempo y el método es lo que separa JxCat de la orientación que ha adoptado ERC. Para Junts la mesa de negociación solo tiene sentido al final de un proceso largo de aproximación, guiado por un tercer actor, que es quien interviene entre las partes para ponerlas de acuerdo. Las profundas discrepancias que separan a los independentistas del Estado no se resolverán solo dando golpecitos en la espalda. Esto incluso lo sabía Tarradellas cuando pactó con Suárez. Lo me cuesta entender es por qué se ha renunciado tan rápidamente a la idea de la mediación, cuando incluso José María Aznar la admitió para negociar con los terroristas de ETA. El PSOE, que es más jacobino que el PP, la rechaza por principio, pero que ERC haya renunciado a ella a las primeras de cambio no es comprensible. Así como el 27-O tenían prisa para arrastrar a Puigdemont al abismo, ahora parece que tengan prisa para llegar a la Generalitat y conseguir, según la descripción grandilocuente de sus “ideólogos”, la hegemonía. Cuando no tienes Estado, la hegemonía es un espejismo, ya que, puestos a ser gramscianos, es desde el poder, desde el dominio, que se puede lograr la anhelada supremacía. Pero la Generalitat no es un poder real. Es una gestoría de recursos demasiado pomposa para lo que realmente es. Los actuales dirigentes de ERC aspiran a controlar la administración autonómica catalana para resolver de una vez el complejo de parias que arrastran desde hace años.
El adelanto electoral, aunque no se sepa cuando se celebraran las elecciones, dará la posibilidad de elegir entre los que pagan por adelantado, e incluso dan crédito a los represores, y los que creen que solo la desestabilización puede forzar al Estado a negociar. De hecho, es lo que ha ocurrido. El PSOE solo se ha alejado del PP y de Cs cuando no le ha quedado otro remedio. Por lo tanto, las elecciones no serán un combate entre moderados y radicales, como quieren plantear los articulistas conservadores que ahora son coreados por los que antes les acusaban de convergentes, sino entre dos vías distintas de resolver este conflicto. El debate será entre los que propugnan negociar al principio a cambio de nada y los que defienden que la negociación es el resultado de un proceso durante el que debe seguir debilitándose al Estado. Si aspiras a la victoria, es insensato fortalecer al enemigo. Esta misma dicotomía enfrentó a Churchill con Neville Chamberlain y Lord Edward Wood, conde de Halifax, cuando en 1938 negociaron con Hitler con el argumento que mientras la Gran Bretaña no fuera fuerte había que adaptarse a las “circunstancias y aceptar con paciencia y buen humor acciones que nos gustaría tratar de una manera muy diferente”. Churchill optó por no aceptar aquel pacto y ganó. Mostrar tu debilidad es perjudicial para ti. Les pongo un ejemplo muy claro, que los negociadores de ERC supieron utilizar para obtener los departamentos más importantes de este Govern sin haber ganado las elecciones del 21-D. JxCat cometió el error de enviar como negociadores a dos presos (momentáneamente en libertad), que en condiciones normales no se habrían dejado engatusar. Cualquier preso es débil y así es cómo ERC se quedó con el 70% del presupuesto, aunque no se haya notado para nada en la gestión de estos dos años. Hurgar en la debilidad es siempre una buena estrategia. El problema es que ERC solo es hábil cuando se trata de meter el dedo en el ojo a JxCat o a la CUP. Ante el PSOE se convierte en un partido manso como un perro faldero.