1. El futuro es de los que piensan, antes que nadie, en lo que está por venir. Una política sin estrategia es pura táctica. La estrategia es, pues, la previsión del futuro. Solo así es posible evitar caer en la red de quien piensa mejor y más rápido que tú. Hoy se reúne, en el palacio de la Moncloa, la comisión bilateral Generalitat-Estado. La última vez que se reunió fue en verano de 2018, en plena resaca de la represión española, y la parte catalana estaba presidida por Pere Aragonès, Elsa Artadi y Ernest Maragall, en la condición de vicepresident, consellera de la Presidència y coneller de Exteriors, respectivamente. La delegación del Estado estaba presidida por Meritxell Batet, entonces ministra de Política Territorial y Función Pública. Al acabar la reunión, Maragall, que actuaba de portavoz de los catalanes, declaró que no había oído ni una palabra del proyecto que Pedro Sánchez decía tener para Cataluña: “Acabo de oír hablar que el gobierno español tiene un proyecto para Cataluña. En la reunión no he oído hablar ni se ha mencionado la palabra proyecto. En ningún momento se ha planteado ninguna idea de propuesta real que explique cuál es la propuesta de fondo que el gobierno del Estado tiene para nuestro país.”. En la reunión de hoy, que es resultado de los pactos de investidura entre Esquerra y el PSOE, la consellera Laura Vilagrà tampoco oirá ni una palabra sobre nada que no sea meramente técnico. En la ponencia política del PSOE para el próximo congreso, no se puede encontrar ni una sola propuesta para Cataluña, pero parece ser que eso no inquieta a la actual consellera de Presidència, que se presenta como una técnica. El futuro solo será de quienes sepan imaginarlo.
2. En la reunión de 2018, el conseller Maragall, optimista por norma, también afirmó que “la única nota positiva” de la reunión había sido acordar “un calendario”: “antes de diciembre de 2018 habremos celebrado todas las reuniones de comisiones y subcomisiones en las que hemos concretado trabajo pendiente.”. Transcurridos los años, tres años, en concreto, se puede decir, sin engañar a nadie, que aquel calendario, si es que lo había, no se cumplió. Si de la reunión de entonces, el único aspecto positivo a destacar era el calendario, es evidente que finalmente el fiasco fue total. El Estado es trilero por naturaleza, como Maragall es un político confiado, supongo porque proviene de la misma camada. Ofrecer no empobrece, dice el dicho. El futuro no puede ser jamás una adivinanza, especialmente cuando se trata de adivinar en qué lugar, de tres posibles, está situada la bolita que manipula el engañabobos. Con motivo de la última modificación del diccionario de la lengua española, el Pato Cojo proponía, desde las páginas del diario.es, que se incorporara la expresión: “Pedrosánchez”. Así, todo junto, como sinónimo de “mago”, “trilero”. “Eres un Pedrosánchez" o “Hacerse un Pedrosánchez” deberían admitirse, aseguraba, aunque fuera en broma, como sinónimos de las expresiones "Eres un trilero” o “Hacer lo uno y lo contrario”. Desconfíen de los entusiastas. De la reunión de hoy, la delegación catalana saldrá con un nuevo calendario. Lo venderán como si fuera la panacea. En la reunión del 2018 no se pusieron de acuerdo sobre la situación de los presos. No se podía hablar de ello. Madrid solo ha concedido el indulto por la persistencia de la presión popular y por la previsión de derrota judicial en Europa. Que tomen nota los optimistas.
Nuestro regreso al futuro tiene que retroceder más atrás y, para empezar, hace falta que el Estado reconozca el derecho a decidir de los catalanes
3. Que el verano propicia los divorcios es uno de esos bulos populares que se repiten una y otra vez. Los expertos afirman que los meses con menos demanda de divorcios son los de agosto y diciembre, por razones obvias, porque son meses de vacaciones. Es por eso por lo que en septiembre es cuando hay más consultas a abogados y consultores matrimoniales. Reunirse el mes de agosto, por lo tanto, no te libra del mal rollo posterior si una de las partes se siente engañada. Puesto que el PSOE siempre engaña a los catalanes con la amenaza de que viene el lobo, que el PP haya cargado contra la reunión bilateral porque considera que es resultado “de la indignidad”, no aporta ningún valor añadido al encuentro. Los problemas matrimoniales son profundos e insalvables, cuando menos para la mitad del gobierno catalán que se sentará a la tabla de traspasos. En 2006 se aprobó un nuevo Estatuto, sin haber agotado el anterior, por la desidia y los retrasos gubernamentales. En 2010 el TC planteó una demanda de divorcio y no solo reclamó laminar las competencias previstas en el nuevo Estatuto, sino que fue más allá y casi reclamó volver a la época pre-estatutaria de 1979. Si el psicólogo y escritor Rafael Santandreu afirma que “las personas no estamos hechas para estar muchos años en pareja”, imagínense por qué las naciones no pueden estar juntas si una de las partes se siente maltratada. Y en este caso no son años, sino siglos. El principio fundamental del buen rollo es no exigir nada a nadie; por ejemplo, ser español a la fuerza, “porque lo pone en tu DNI”. Mi psicóloga, que es más realista que Santandreu, siempre que hablamos de estas cosas me advierte de que “una ruptura no es necesariamente un fracaso”, sobre todo si la otra parte es tóxica y miente por norma.
4. No soy muy amante de las películas ciencia ficción, pero las encuentro divertidas cuando combinan con la comedia. Regreso al futuro, estrenada en 1985 y dirigida y escrita por Robert Zemeckis, es uno de esos casos. No sé si recuerdan la trama. Se la resumo. Marty McFly es un adolescente que es enviado accidentalmente treinta años atrás, desde 1985 a 1955. McFly tiene que encontrar la manera de volver a su tiempo. Pero no solo tiene que volver, sino que antes debe propiciar que quienes serán sus padres se enamoren para que él pueda existir en el futuro. Vaya riesgo, ¿verdad? Si tomamos en consideración las teorías del psicólogo Santandreu, lo que resulta ser de ciencia ficción es que el chico consiga el objetivo de volver al futuro. El Estado también sabe que toda negociación con Cataluña puede acabar en una España no nata, lo que horroriza a los partidos españoles y a los unionistas catalanes, incluyendo, también, a los neoautonomistas, que son una variante. El centralismo de los conservadores y el jacobinismo de la izquierda ha hecho que el Estado de las autonomías se haya transformado en un monstruo que no se parece en nada al espíritu descentralizador que inspiró el consenso constitucional de 1978. El Estado, además, ya no tiene a mano ningún McFly/Tarradellas para unir a la pareja. Nuestro regreso al futuro tiene que retroceder más atrás y, para empezar, hace falta que el Estado reconozca el derecho a decidir de los catalanes. Sin autodeterminación el futuro no es posible.