JuntsXCat nació para superar el partidismo. Fue la consecuencia lógica de la iniciativa que un grupo de independientes puso en marcha un lunes y el fin de semana siguiente ya había acumulado 500.000 firmas. Al final, la lista unitaria se convirtió en la lista del president porque él supo recoger el guante que se le había ofrecido. Ningún otro dirigente político atendió a los organizadores de aquella iniciativa. Por miedo o por partidismo, tanto da. Pero JuntsXCat no ha nacido para salvar al PDeCAT. Esta es una tarea que no le compete a la coalición, a pesar de que este partido finalmente se aviniera a ceder su plataforma para poder acceder a los recursos y a los espacios publicitarios. Es una de tantas maneras de convertir una necesidad en virtud. Pero los problemas domésticos del PDeCAT no pueden poner en peligro una candidatura que nació para superar el enroque de los partidos soberanistas, contrarios a repetir Junts pel Sí.
Del mismo modo que Ciudadanos se ha transformado en el primer partido unionista, JuntsXCat es el eje de lo que vendrá
JuntsXCat es un nuevo artefacto que ha sabido recoger el espíritu unitario de la gente que ha llenado plazas y calles. Del mismo modo que Ciudadanos se ha transformado en el primer partido unionista, JuntsXCat es el eje de lo que vendrá, del partido que tendrá que superar el partidismo que tanto daña al soberanismo. El eje central del soberanismo se reparte entre JuntsXCat y ERC. Son estos dos sectores los que tienen que ponerse de acuerdo. La CUP es otra cosa y el PDeCAT es un partido, heredero de CDC, que no ha hecho los deberes de regeneración que debería haber hecho. La sombra de la corrupción todavía sobrevuela la cabeza de los viejos dirigentes y más que la sobrevolará cuando se haga pública la sentencia del caso Palau. No han hecho los deberes por el liderazgo errático de Marta Pascal y porque Artur Mas se resiste a retirarse, que es lo que debería hacer. El PDeCAT tiene mucho trabajo por delante, si bien muchos militantes de este partido han evolucionado hacia lo que hoy representa Puigdemont.
Estaría bien que ERC entendiera que la complicada situación de Catalunya no pasa por el sueño, irreal, de aproximarse a los comuns o de excusarse con la CUP para no establecer una alianza estratégica con JuntsXCat
JuntsXCat ha conseguido ser percibida como una candidatura integradora, que no quería centrifugar a nadie. Al contrario. El espíritu unitario estuvo presente desde el principio y durante toda la campaña electoral. JuntsXCat se erigió, precisamente, en la opción legitimista que reclamaba la restauración del Govern, de todos sus miembros y del Parlament cesados por el 155. Desde el primer momento, además, JuntsXCat consideró como propios a los presos y a los exiliados. En los mítines de JuntsXCat siempre se dejaban sillas vacías como homenaje al president, a los Jordis, al vicepresident Junqueras y a los consellers Forn, Ponsatí, Puig, Serret y Comín. En los mítines de ERC apenas se reservaba una silla para Oriol Junqueras, su líder. Y esto que podría parecer una anécdota no lo ha sido. Como tampoco lo fue que el conseller Comín precediera al president Puigdemont la noche electoral, una vez ya se sabía que JuntsXCat era la primera fuerza soberanista. En JuntsXCat ha habido poca improvisación, a pesar de la falta de recursos, de algunos boicots y de la inexperiencia de los principales candidatos. Solo los idiotas se dejan liderar por idiotas. Es una manera de vivir. Y en JuntsXCat se llegó a la conclusión de que había que apostar por liderazgos inteligentes.
A partir de ahora empezará una nueva etapa política en Catalunya. Cada partido tendrá que hacer su propia reflexión sobre qué les ha pasado y por qué. Estaría bien que ERC entendiera que la complicada situación de Catalunya no pasa por el sueño, irreal, de aproximarse a los comuns o de excusarse con la CUP para no establecer una alianza estratégica con JuntsXCat. Muchos electores de los comuns han votado a Arrimadas (conozco a unos cuantos), del mismo modo que muchos votantes de la CUP han elegido a Puigdemont y no a ERC. Aquellos votos que ERC dice que se fugaron hacia la CUP el 2015 por la alianza con Mas, ahora han vuelto, pero a favor de JuntsXCat. Hasta que los ideólogos de ERC no se saquen de la cabeza la idea de que la tarea de ensanchar el independentismo no pasa para pactar con Colau, el viejo partido republicano no acertará. Los republicanos deben superar el complejo de inferioridad que arrastran desde los tiempos de Carod-Rovira. Uno puede ser de izquierdas y rehusar a los comunistas.
Xavier Domènech es el Santi Vila de la izquierda
Xavier Domènech es el Santi Vila de la izquierda. Acepten la imagen, porque es ilustrativa de los límites que delimitan el campo de juego del soberanismo que suma 66 diputados y 1.869.649 votos, 767.550 más que Ciudadanos, que retiene 37 diputados. Este es el SNP catalán y es el primer partido de Catalunya, porque este segmento del electorado representa al centro progresista de este país, liberal en los valores y socialdemócrata en la defensa del estado del bienestar. Es un partido mestizo, donde el conservadurismo puro y duro está fuera de su círculo, que habla muchas lenguas y que no es ni remotamente étnico, como sí lo es Ciudadanos. Por lo tanto, el SNP catalán no se puede construir pensando solo en la izquierda no independentista ni se construirá con la CUP. No nos engañemos, si unos no son independentistas y los otros son antisistema, ¿qué sentido tiene reclamar su atención? Ninguno. Catalunya en Comú no es un partido independentista y, además, sus dirigentes han dejado claro por activa y por pasiva que se niegan a sumarse al bloque soberanista porque sospechan de JuntsXCat. La CUP es una oferta anticapitalista que está lejos de la izquierda clásica. Tábula rasa, pues.
El conflicto de España con Catalunya es tan intenso y los años por venir serán tan importantes, que estaría bien empezar a poner orden en el complicado sistema de partidos. Se pueden buscar alianzas gubernamentales con la CUP, pero resolver la cuestión de la representación del centro progresista es cosa de dos. JuntsXCat ha abierto la veda. Si alguien cree que esta coalición de voluntades, con 20 diputados independientes (porque también cuento como independiente al presidente Puigdemont) y 14 del PDeCAT (de los que por lo menos 10 están alineados con el MHP), se doblegará a las directrices de una coordinadora externa, está muy equivocado. Eso no pasará. Quien tiene que negociar un acuerdo estratégico con ERC es JuntsXCat, porque también tiene que acordarlo con el PDeCAT, en cuanto que representa a otro vector de ese SNP que todavía tiene que nacer. No es la hora de expulsar a nadie. A la inversa. JuntsXCat es una candidatura centrípeta cuyo objetivo es estar presente en todos los rincones del país. Quien está en óptimas condiciones para liderar este frente amplio soberanista, este nuevo partido, adopte las siglas que finalmente adopte, es Carles Puigdemont, puesto que JuntsXCat se impuso en 664 municipios, mientras que ERC solo en 142. Catalunya es un milagro, escribió mi maestro Josep Termes. Un milagro pensado, sin embargo. La política es estrategia. Y cuando no lo es, simplemente es oportunismo.