La candidata de Comuns Sumar, Jéssica Albiach, ha pedido que PSC, ERC y CUP se comprometan a pactar solo con fuerzas progresistas; es decir, entre ellos, según su propia definición de cuáles son los límites del concepto. Pensaba que me pondría muy contenta con que determinados partidos políticos dejen de usar para ellos mismos la etiqueta del izquierdad, pero no es así. He dicho muchas veces que decir que eres de izquierdas, o querer ser de izquierdas, no es un deseo o una mera declaración, deben avalarte los hechos, y ahora ya incluso tus propias palabras —afirmaciones y desmentidos, pero también los silencios y las omisiones— sobre aspectos políticos claves de nuestra vida en sociedad.
He entrado en la noticia porque me ha sorprendido ver en el titular el cambio de la nomenclatura oficial hasta ahora —de izquierdas en general, y con diferencias sobre de "más izquierdas" en particular— por la nueva denominación, que puede ser muchas cosas, pero nueva, en el sentido de no usada, de ninguna de las maneras; de creación reciente, tampoco, y de alcance rompedor —dejemos para otros siglos las revoluciones—, todavía menos.
La bandera del progresismo tiene muchos agujeros, y no me gusta la palabra por esta y otras razones
De hecho, es posible, en este caso —hablo no solo de la candidata, sino de la formación en su conjunto, porque en los partidos se va en rebaño— se haya pasado al progresismo para evitar poner en boca suya la palabra izquierda o alguna deriva de la misma que pueda tener efectos no deseados en campaña política para las elecciones al Parlament de Catalunya del 12 de mayo. No me extrañaría que alguna inteligencia artificial —o humana, pero formada y alimentada de la misma forma— haya llegado a la conclusión de que emplear la palabra puede llevar a las y a los electores a un universo distinto al suyo, que puede hacer aumentar directamente los buenos resultados de alguno, o incluso, más de uno, de los partidos políticos rivales en los próximos comicios.
Y eso tiene todo el sentido, que no lo quieran, todo el mundo se presenta para ganar, pero lo que a mí me preocupa es que me parece que vamos de retroceso en retroceso más grande. Ciertamente, el concepto es lo bastante vago como para que quepa todo, y parezca que quedan fuera menos cosas; pero en cualquier caso, ya sería hora de que tuviéramos claro que lo que en otros momentos históricos parecía una gran cosa no lo ha sido; sino al contrario. Por lo tanto, la bandera del progresismo tiene muchos agujeros, y no me gusta la palabra por esta y otras razones, pero menos compro el concepto según quien lo define. Y en todo caso, no es progresista quien se sienta con los poderes fácticos, no es progresista quien los respeta y hace la genuflexión ante ellos y todos sus privilegios; menos todavía si cuando conviene son precisamente los que os sientan en la silla.