Cuando Víctor de Aldama declaró por primera vez en la Audiencia Nacional, se dijo que el PSOE entraba en territorio desconocido. Un mes después, tras la expectación de una segunda confesión en el Tribunal Supremo, las principales acusaciones del comisionista siguen en el vacío y lo desconocido tiene ya dos dimensiones definidas. Preocupa al Gobierno la profundidad con la que pudo corromperse José Luis Ábalos y alivia cómo se ha desinflado Aldama. Las mordidas de las que habla siguen sin pruebas. Y en su ruta de intervenciones por medios, de Herrera en la COPE a Iker Jiménez, ha terminado por desmontar sus propias versiones. Pasó de pagar 15.000 euros a Santos Cerdán en un bar a no tener pruebas de nada de eso. El remate ha sido la imagen buscada de un comisionista que se ha movido bien por el inframundo y fuera del radar de la legalidad durante demasiado tiempo. Elegir al extorsionador de Desokupa, Dani Esteve, polémico filonazi, como chófer para llegar al Supremo junto al abogado José Antonio Choclán, es el mejor retrato del personaje. 

Aldama salió de prisión por elevar el tiro a la cúpula del Gobierno y la Fiscalía le dio credibilidad. A estas alturas, su carga documental va de las tarjetas de visita a los pantallazos de WhatsApp ajenos. La acusación de financiación ilegal del PSOE es grave y sube el listón, pero está basada en un folio con unos garabatos. Un recorte donde no hay fechas, obras o contratas concretas ni importes. Sobre el 1% y 1,5% de mordidas que iban al PSOE, según Aldama, el juez le ha insistido en si podía probar algo. No puede, dijo. Se lo escuchó a Ábalos y Koldo, los únicos dos cargos del PSOE con los que tenía trato. 

Preocupa al Gobierno la profundidad con la que pudo corromperse José Luis Ábalos y alivia cómo se ha desinflado Aldama

Óscar Puente ha desmontado a Aldama tres veces y de paso ha cambiado la estrategia del Ejecutivo con el ‘caso Koldo/Ábalos’. En resumen, de las 96 obras que señalaba con presuntas mordidas, una veintena no se adjudicó. Hay obras de ministros del PP y gran parte de las empresas que cita no aparecen en esas licitaciones. Este informe de Óscar Puente está avalado por el primero, que supuso dos ceses en Transportes. Ahora ha llegado un tercer análisis exprés tras la declaración del Supremo. Según Puente en X, habla de seis obras: una de las seis no se ha licitado, una se licitó cuando Ábalos no era ministro, otra se dio a la oferta más baja y otra a la mejor puntuada. 

Aldama está en la calle tras presentar tarjetas de visita, folios a boli y mensajes de WhatsApp ajenos, como balance de sus dos declaraciones. No tuvo relación con el jefe de Gabinete de la ministra de Hacienda, fue el asesor Koldo García, que le envió los pantallazos del móvil con Carlos Moreno. Es incomprensible que Aldama se autoinculpe de delitos que no puede demostrar a no ser que sea cierto el pacto con Anticorrupción para dejar la condena bajo mínimos. Si es así, puede inventarse pruebas y probar suerte. Si la supuesta colaboración con la Justicia termina en denuncia falsa, la pena es bastante menor que el resto de delitos que se imputan.

De momento, lo que hay es la nada documental en sus acusaciones contra el PSOE y el Gobierno. “A lo mejor hay alguna cosa de lo que dice que es cierta”, ha dicho Óscar Puente. Puede que la UCO llegue a conclusiones distintas tras investigar el volcado del resto de dispositivos y termine por detectar irregularidades en contrataciones del trío Ábalos-Koldo-Aldama. Está por ver si Ábalos y Koldo García, con las presuntas prebendas que hay demostradas, se movieron irregularmente más allá de Aldama. Pero con esta segunda declaración, con lo que hay hasta ahora, el Ejecutivo respira más tranquilo. Hoy es el turno de Koldo García. Todo lo que asuma aliviará a Ábalos. Una estrategia que en lo penal no suele aguantar mucho. Pero en ese tira y afloja, más que en el de Aldama, está ahora la tensión del caso.