Tres semanas antes de la disolución anticipada del Parlament electo, en febrero de 2021, Jaume Alonso-Cuevillas renunciaba a su escaño por razones profesionales y políticas. Decano del Colegio de Abogados de Barcelona entre 1997 y 2005, presidente de la abogacía europea entre 2005 y 2007 y catedrático de Derecho Procesal de la Universitat de Barcelona, cumplía su quinto año representando a la ciudadanía catalana (desde mayo de 2019 a diciembre de 2020 en dos legislaturas del Congreso estatal y desde primeros de 2021 hasta su dimisión en el Parlament), Un compromiso que desarrolló con dedicación, pero que le generaba (como a cualquier socio-director y titular de un despacho de abogados mediano y diversificado) un importante sacrificio empresarial y económico, que debía sopesar pensando también en sus clientes, empleados y colaboradores, teniendo en cuenta el tiempo que Alonso-Cuevillas destinaba a sus responsabilidades como diputado y vocal de la ejecutiva de JuntsxCat. He ahí las razones profesionales, que entiende cualquiera que conozca mínimamente el mundo de la abogacía como actividad empresarial.
Pero, evidentemente, existían también razones políticas. Porque el compromiso público de Jaume Alonso-Cuevillas con el servicio público a la ciudadanía catalana y su pertenencia a JuntsxCat se fundamentan en su adhesión al proyecto político del president Puigdemont y a esta organización política desde su fundación entendida (como defendió en una entrevista en TVE) como un movimiento de liberación nacional fundamentado en su pluralidad (que acoge tres corrientes organizadas de personas liberales, socialdemócratas y de izquierdas, además de miles de independientes) y transversalidad. Es evidente, entonces, que la dedicación política del abogado barcelonés solo se entiende vinculada al momento extraordinario que vive Catalunya desde 2014 y, en cambio, se entiende muy poco cuando la intensidad política desciende y la legislatura está agotada, sumergida en los modos autonomistas. Según él, porque “ya no se hace ni puede hacer nada efectivo desde el Parlament por la independencia”. Muchas de las personas que asumieron un compromiso político especial con la autodeterminación y la soberanía, como Alonso-Cuevillas, no están dispuestas a renunciar a sus carreras profesionales para gestionar la autonomía. Sin perjuicio de que tanto JuntsxCat como las demás fuerzas soberanistas y el conjunto de la ciudadanía necesiten acusadamente perfiles gestores e institucionales en todos los niveles de las administraciones públicas.
Alonso-Cuevillas comenzó su colaboración con Puigdemont en el plano profesional, en agosto de 2017, dibujando desde primeros de septiembre de 2017 los escenarios jurídicos represivos que el Estado español desarrollaría contra las personas que considerara motoras del referéndum del 1-O. Estuvo en la estrategia de fijar la residencia fuera del territorio para evitar la represión después del 28-O y coordinó la defensa del president ante la justicia belga, con el abogado flamenco Paul Bekhaert, desde noviembre de 2017, participando en la defensa judicial de otros consellers y consellera en la causa llamada del procés ante el Tribunal Supremo. Desde marzo de 2019 hubo de compatibilizar su trabajo jurídico en la defensa de los represaliados soberanistas con su función parlamentaria, donde destacó también en las reformas procesales debatidas por su amplia experiencia forense y especialización profesional.
Muchas de las personas que asumieron un compromiso político especial con la autodeterminación y la soberanía, como Alonso-Cuevillas, no están dispuestas a renunciar a sus carreras profesionales para gestionar la autonomía
Pero desde la aplicación del 155 (28-O 2017) a su elección como diputado en el Congreso estatal en abril de 2019 Alonso-Cuevillas cumplió una función esencial como dinamizador ciudadano, explicando a lo largo y ancho de Catalunya, los Països Catalans y varios países europeos los mecanismos de defensa jurídica de los líderes soberanistas catalanes en el contexto de la doctrina y jurisprudencia europea e internacional de derechos humanos y la legitimidad del derecho a decidir de Catalunya. Con Puigdemont, Puig, Comín y Ponsatí exiliados y Forn, Rull, Turull, Junqueras, Bassa, Romeva y Forcadell en prisión, Alonso-Cuevillas desarrollo, semana tras semana, mes tras mes, una elevada misión cívica de transmisión de información jurídica, difusión política y de motivación de la base ciudadana soberanista, como observó acertadamente Elsa Artadi, que lo convirtió en una de las figuras públicas más populares del soberanismo catalán. Sin este trabajo patriótico y desinteresado, sin esta experiencia de pisar el país y tomarle el pulso a la gente no se puede explicar el paso dado en 2019, a costa de su tiempo libre, su conciliación familiar y sus intereses económicos y profesionales.
Alonso-Cuevilllas consensuó en octubre su paso al costado con el president Puigdemont. El catedrático barcelonés se ha definido siempre como puigdemontista y tanto su paso adelante como su paso al costado en su actividad parlamentaria lo ha cedido de común acuerdo con la persona que animó y encauzó su vocación de servicio patriótica.
Cualquier jurista sabe que Jaume Alonso-Cuevillas es uno de los mejores juristas y abogados de Catalunya y del Estado. Hace pocos días tuve la ocasión de asistir a una conferencia suya sobre la última reforma procesal ante un auditorio lleno de profesionales de la abogacía gallega, ante el que tuvo la deferencia de usar nuestra lengua en sus primeras palabras. Si la política pierde un valioso activo, el mundo jurídico recupera uno de sus grandes.
Es verdad que la disolución parlamentaria y la candidatura de Puigdemont a las elecciones del 12-M han roto totalmente el escenario previo. Del día de la marmota autonomista hemos pasado a ese momentum del que habla la colaboradora de ElNacional.cat Pilar Rahola, y que se evidencia en ese plebiscito entre Puigdemont e Illa, entre la restauración pre155 que ha obtenido una amnistía con un perímetro adecuado y que se proyecta a posibilitar en el medio plazo el ejercicio de Catalunya de su derecho a decidir frente al candidato del régimen borbónico del 78 y la autonomía agotada. En este nuevo escenario, en el que se tendrán que hacer cosas útiles para alcanzar la autodeterminación, es muy posible que el soberanismo tenga que mirar para personas como Alonso-Cuevillas para seguir haciendo país.