Si nos conformamos, una realidad artificiosa, de profundidades planas, nos domina. Como trasladados al centro de un trampantojo en movimiento perpetuo, bajamos escaleras que suben y nos sumergimos en caídas de agua que nunca mojan. La propuesta de M. C. Escher es una corriente de agua que une dos triángulos de Penrose alargados y que, con la fuerza de su caída inexistente, hace funcionar una noria. Si se fijan, se nos puede ver dando vueltas, como cangilones, en esta noria de surrealismo degradado, mientras nos afanamos por quitarnos de encima la ley mordaza. No sé si la sensación de estar viviendo en apariencias y decorados rancios es compartida, pero si fuera el caso, tendríamos que vencer, conjuntamente, la tozudez con que nos quieren callados, descerebrados y cómplices. Obligados a oír la adulación repetida del alto nivel de los cuerpos de la suprema magistratura del Estado mientras jueces y fiscales hablan como cuñados que se han ganado la toga en unas oposiciones clasistas y memorísticas, al por mayor. La última prueba de lo que escribo: los errores y preguntas impertinentes de los fiscales en el juicio contra el major Trapero y mandos de los Mossos, con traducciones a lo Monty Python en una alta magistratura que nos quiere condenar a una vida sin ningún aspecto brillante. Y la noria no se detiene si no la hacemos parar. Ahora sigue la continuación ―que se representa en la Audiencia Nacional― del primer acto del juicio-fraude del Supremo. La lógica y el derecho tienen en esta segunda parte (que, según el dicho, nunca puede ser buena) una importancia menor, y quizás por eso, porque la lógica es secundaria, se mantiene la acusación de rebelión que la sentencia de Marchena ya no incluyó. ¿Una única muestra de coherencia? Que Carballo y Rubira siguen la tónica de sus currículums que pasan por, por ejemplo, Altsasu, el Baix Llobregat, los dos Vallès y Osona.
También son de un surrealismo puro las últimas peticiones de siete meses de prisión de la Fiscalía para Tamara Carrasco. A Tamara, que ya pasó 13 meses confinada en Viladecans, le atribuye ahora el fiscal funciones de coordinación de los "llamados" Comités de Defensa de la República (CDR) y dirigir las acciones de la Semana Santa del 2018 "de conformidad con las consignas lanzadas por la acusada" a través de un mensaje de audio difundido por Whatsapp... Renuncio a hacer algún comentario más, porque ayer mismo podíamos leer en un periódico digital de ámbito estatal que el presidente del Parlament, Roger Torrent, dejará que quien decida si se le quita el escaño de diputado o no al president de Catalunya, Quim Torra i Pla, sea el secretario general, el letrado Xavier Muro. Y ya no entiendo nada. Que la soberanía parlamentaria quede reducida a interpretaciones funcionariales, más que jurídicas, de los letrados, supera los niveles de mi entendimiento... y diría incluso los del ridículo a los que nos quieren acostumbrar los inductores de todas las gracias. Tanto, que no me lo puedo ni creer.
A por quien van de verdad ―y de eso hace muchos años― es a por todas nosotras, las que no queremos una construcción de ilusionistas vendedores de humo que nos quieren ilusionados sin causa y nos toman por ilusos irredentos
Pero esta semana no todo han sido exhibiciones estultas. También hemos podido ver cómo se intentaban enmascarar o esconder bajo la alfombra los resultados del examen que el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas ha hecho al estado español. Explicaba Beatriz Talegón que las críticas más importantes se centraban en libertades civiles, independencia judicial, las fuerzas policiales y las desigualdades sociales. Y el informe se preocupa también por el funcionamiento del poder judicial, la aplicación de la ley de seguridad ciudadana (ley mordaza) y la deficiente protección de grupos vulnerables como los inmigrantes... y la atención especial a mujeres y niños, que están sufriendo las consecuencias más graves de la crisis económica. (Aquí se puede consultar todo el informe).
Mientras amigas y compañeros siguen en la prisión o son amenazados con órdenes de extradición en el exilio, seguiremos teniendo el ánimo enjaulado por la vergüenza propia. E intentaremos resistir como sea, quizás sin darnos cuenta de que ya va siendo hora de abrir los ojos y cambiar de estrategia. Nos quieren hacer creer que su objetivo es Tamara Carrasco, o el major Trapero o la intendente Laplana, o el presidente del Parlament o el president de Catalunya. Pero ellas y ellos son sólo víctimas del momento para ir abriendo boca. A por quien van de verdad ―y de eso hace muchos años― es a por todas nosotras, las que no queremos una construcción de ilusionistas vendedores de humo que nos quieren ilusionados sin causa y nos toman por ilusos irredentos. Van a por los demócratas que trabajan por la igualdad y son proclama viva de solidaridad con los presos y exiliados políticos. Sin leyes electorales intrusivas ni leyes mordaza. Con información veraz. Sin constructos que engañan y encarcelan.