Hay una especie de magia que solamente se produce en momentos decisivos, cuando hay decenas de miles de personas en la calle haciendo lo imposible. Este Once de Septiembre lo hemos vuelto a vivir. Cuando se temían (o deseaban) calles vacías, desde de Urquinaona a casi llegar al mar, se ha producido un ritual de fraternidad y afirmación que nos convertía (decían los altavoces mediáticos amigos) en la manifestación más numerosa en Europa en tiempo de covid. La magia era doble: para advertir y asustar al enemigo.... y vencer el propio miedo. Nos lo explica una y mil veces Jordi Cuixart, y también desde el atril de la Diada: "Si yo ya no tengo miedo, tú ya no tienes poder". Y entonces todo lo que hay que hacer y se tiene que hacer se hace posible.
Sin miedo, la afirmación como pueblo que se quiere libre pasa de padres a hijas, y es mucho más que dar un puñetazo sobre la mesa, por magnífico que sea y por más metáforas que se puedan encontrar: es convertir el puño alzado de centenares de miles de personas en una fuerza gigantesca que no acepta migajas. Esta es la mejor defensa, el mejor planteamiento y el mejor ataque en la mesa de amnistía y autodeterminación que quieren convertir, algunos, en pedazo de cartón sobre el que se juega la estafa de los trileros.
El mejor antídoto es hacer bien visible, imposible de obviar, que nos autodeterminamos día a día y cada día... y que hacemos y somos más República cada día. Y que lo hemos demostrado en la Diada, ensayando en las avenidas rebosantes de gente de pie para el aniversario del uno de octubre.
La magia existe: es la razón y la gente cuando se encuentran llenando Diades y urnas, entendiendo que lo social y lo político son la misma cara en la moneda republicana de la equidad
Es la construcción de la institucionalidad republicana paralela que, poco a poco o de repente, se hace con todo el espacio, y donde deberíamos poder hacer realidad toda la riqueza y empoderamiento de la primera persona del plural, escrita y hablada en el catalán de mil acentos, escuchando las ideas amigas que nos hacen más sabios, se expresen en la lengua que sea, y no solamente en la del imperio finito o en las de los que ahora terminan y dominan los media de Occidente. Escribía post-Diada Albano Dante Fachin: "El éxito de ayer es, sobre todo, mérito de miles de personas que no han dejado de luchar CADA DÍA, de organizar charlas, de compartir información, de estar de pie sin hacer caso a los que les quieren enviar a casa. Contra eso nada pueden hacer las tertulias y los diarios subvencionados". Y añadiría: ni los think tanks de los Murdoch que dan propinas a la FAES y a Aznar, porque la razón de la gente está en lo que siente, lo que quiere y necesita, no en sumisiones inoculadas ni en unidades sagradas que hacen imposible convivir.
Ya sabemos que la prepotencia de los grandes bonzos de la política centralista (ya sean del PP o del PSOE) no es de ahora (¡pobre Casado!), viene de lejos. Tanto como la restauración de los Borbones. Y lo han ido desplegando sin ningún tipo de respeto. Desde la broma sin chispa de Alfonso Guerra de "pasarle el cepillo" al Estatuto de Miravet aprobado por el Parlameno de Catalunya, "hasta que no lo reconociera ni su madre", hasta el intento fachendoso (y en algunos lugares logrado) del ministro Wert de "castellanizar" a los niños de Catalunya. Ahora, Pedro Sánchez -a quien los dioses hicieron espabilado, pero no muy inteligente- quiere proponer para entretenernos un nuevo Estatuto e, invirtiendo papeles, espera que se parafrasee a Rodríguez Zapatero y se diga, con convicción, que el gobierno catalán "apoyará el Estatuto que venga de la Moncloa". Es la misma prepotencia irracional del PP, que muy de vez en cuando deja sus discursos mentirosos y se acerca a la gente con mesa petitoria de firmas contra los catalanes. En el primer intento, tuvo demasiado éxito. Ahora, contra los indultos, el invento les ha fallado.... Y es que ya no vale que los dirigentes del PP consideren a las personas tan poco empáticas y rencorosas como ellos.
Me gustaría saber qué pensaría de todo el gran maestro Josep Fontana. En una entrevista que le hizo Andreu Barnils en el verano del 2015, antes de las elecciones, a la pregunta sobre la credibilidad del federalismo, Fontana contestaba: "No hagamos cachondeo. Ya nos engañaron lo suficiente con el Estatuto tarado. El único principio político que tengo es que resignarse no es aceptable. Hay una situación que no es tolerable. Y por lo tanto, se tiene que salir adelante y hacer lo que se tenga que hacer. Se tiene que luchar, se tiene que desobedecer. Pero plantearse objetivos racionales: no ir para que te den la hostia...." La conclusión que salía de la entrevista del 2005 retrataba el Fontana de siempre, y su humanidad: "Yo pienso en esta cosa tan elemental como es la gente." Y en su triste historia.
No sé si ha quedado suficientemente claro, pero la magia existe: es la razón y la gente cuando se encuentran llenando Diades y urnas, entendiendo que lo social y lo político son la misma cara en la moneda republicana de la equidad.
Por el futuro de libertad que deseamos, seamos cada día más sabias y libres.