En los últimos tiempos los acontecimientos han tomado una densidad y un ritmo difíciles de asumir. Mucho me temo que hay demasiados temas urgentes, y la dificultad de la elección casi angustia. En otras ocasiones se ha impuesto la inmediatez. Hoy, más que en otros momentos, parece imprescindible una cierta pausa y reflexión, y poner a prueba la consistencia de los argumentos entre la avalancha de oportunismos, rabias adiestradas, discursos delgados como el papel de fumar y mentiras envueltas en libros de cantos dorados o en libelos de prensa amarilla. Por suerte, los columnistas que sigo lo aciertan de lleno, y señalan los lugares de interés, los caminos que ayudan a atajar y los denominadores comunes de lo que nos pasa. Así, Xavier Antich, en El Temps, deconstruía las causas de la podredumbre crónica que afecta a las estructuras del Reino de España al margen de la monarquía, "empezando por las dos que todavía no han hecho su transición democrática: la judicatura y la policía". Para el profesor de Estética de la Universitat de Girona, hay que añadir los sustos democráticos que se traducen en deficiencias históricas, las deficiencias socioculturales sobrevenidas (y cultivadas) por falta de una Ilustración auténtica, digna de este nombre, y la desatención, incomprensión y desprecio que se unen a una "operación represiva en toda regla, en todos los frentes y con todos los aparatos del Estado y los órganos, incluso, de representación política".
Los indicadores del filósofo los podemos aplicar a todo: al Cercle d'Economia de este fin de semana, con la ostentación de mala educación de socios destacados con el president de la Generalitat (y no es ni la primera vez, ni el primer president que se lo encuentra), hasta los contenidos de trámite y el vacío de las propuestas que, con una solitaria excepción, ni siquiera se acercan al núcleo. Cuando leo las crónicas, pienso lo épico que es el declive intelectual del Cercle desde sus orígenes en el Club Comodín y las enseñanzas de Jaume Vicens Vives y Fabián Estapé, hasta parecerse a poca cosa más que un lobby del empresariado amigo del 155, una agencia de emigración de sedes de empresas, y una oficina frustrada de colocación de exministros de la République que no pueden saborear, porque les amarga en la boca, ni la magdalena de Proust.
Hoy, más que en otros momentos, parece imprescindible una cierta pausa y reflexión, y poner a prueba la consistencia de los argumentos entre la avalancha de oportunismos, rabias adiestradas, discursos delgados como papel de fumar y mentiras envueltas en libros de cantos dorados o en libelos de prensa amarilla
Las señales de alerta que enumera X. Antich las encontramos, igualmente, en las negociaciones de la alcaldía de la capital de Catalunya y en cómo se relativiza la rotundidad de las propuestas fundamentadas en la ética de la política. Hablar de "gobierno amplio de izquierdas" con el PSC de Collboni y la complicidad interesada de Valls, es una falta de respecto a quien ha votado ERC o, incluso, Barcelona en Comú. Quizás ayudaría más intentar aprender de los resultados de unas izquierdas más nítidas de la ciudad de Cádiz, donde José María González Kichi podrá repetir como alcalde al pasar de ocho concejales a 13; o de la ciudad de Zamora, donde Francisco Guarido, de IU, ha conseguido la mayoría absoluta. Ni Kichi ni Guarido tendrán que aguzar el oído a las sugerencias de agarrarse a clavos ardientes o buscar parejas imperfectas que pueden venir de insanas pulsiones internas o de un Madrid desbaratado.
Y otras cosas increíbles que no hay que dejar pasar, ni permitir que caigan en el olvido. Por ejemplo, el comportamiento estrafalario de Antonio Tajani exportavoz del gobierno Berlusconi, fundador de Forza Italia y presidente del Parlamento Europeo desde el 2017 y sus subordinados que tan pronto le hacen informes "jurídicos" contra Carles Puigdemont y Toni Comín, como se convierten en porteros de discoteca impidiendo la entrada a los dos eurodiputados de la lista más votados en Catalunya. La UE de Tajani recupera sus fríos orígenes de carbón y acero para levantar murallas a la democracia, como lo hace también el juez Marchena indicando cómo tiene que proceder la Mesa del Congreso para impedir que Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Josep Rull y Jordi Turull ocupen su escaño en el Congreso. Y Meritxell Batet obedece, como lo hace también la Mesa del Senado presidida por Manuel Cruz, el exprofesor de Filosofía y, quizás, también, exfilósofo. Raül Romeva no fue solamente el senador más votado de Catalunya. Es, y Manuel Cruz lo sabe, una de las mentes que más prestigio podría aportar al Senado del Reino, donde tanto se necesita. Pero la podredumbre de los estamentos tiene a nivel personal estos efectos secundarios: que empuja hacia el descenso de credibilidad a quien se convierte en un agente más de la gran operación represiva.