El primero de junio del 2018 Pedro Sánchez consiguió la mayoría necesaria en la moción de censura a Mariano Rajoy. A diferencia de su antecesor, se comprometía a hacer frente a los retos del país "con humildad", "entrega", con mucha determinación para transformar y modernizar" y "atender las muchas urgencias sociales de muchísima gente que sufre precariedad y desigualdad".
El mismo mes de junio, entre las personas en precariedad extrema estaban las más de 630 que habían sido rescatadas en el mar por los barcos Dattilo, Aquarius y Orione y que llevaban ocho días errando por el mar sin que ningún puerto las acogiera. Finalmente, el 17 de junio entraron en el de Valencia, entre aplausos y cánticos. El gobierno de Sánchez parecía haberse conmovido por la situación de los que habían arriesgado su vida huyendo del hambre, la guerra y la esclavitud. Muchas de las personas que bajaban de los barcos, descalzas, podían explicar historias de horror. Decenas de fotógrafos y periodistas dejaron constancia para las hemerotecas.
Pedro Sánchez lo explica en su libro Manual de resistencia como "la primera decisión" de su gobierno: "Podíamos haber mirado hacia otro lado, como pasa demasiado a menudo con el tema de las migraciones". Y se pone la medalla: "A mí, personalmente, haber salvado la vida a 630 personas me hace pensar que vale la pena dedicarse a la política". ¿Operación de marketing político? A Sánchez no le gusta el término, pero su solidaridad caducó pronto. Por como se comporta ahora parece que salvar vidas ya no es ninguna "cuestión humanitaria y urgente", ni "está en juego la esencia misma de la Unión Europea", como hace catorce meses denunciaba.
Ni rastro hoy del brevissim #RefugeesWelcome de Pedro Sánchez para las 400 personas salvadas entre el Open Arms –que hace 10 días que busca un puerto de acogida– y el Ocean Viking de Médicos sin Fronteras (MSF) y SOS Mediterranée, amontonadas en la cubierta de los barcos, en precariedad extrema. La gran mayoría de personas fueron violedas o torturadas en Libia y necesitan atención médica urgente, como el hombre que recibió un tiro en cada pie en un campo de concentración. Pero el Gobierno está de vacaciones. Todo un político de autoridad como es el vicesecretario de comunicación del PP, Pablo Montesinos, ya ha advertido que nada de ofrecer los puertos de Catalunya o València, sino "seriedad, sentido de estado y una respuesta coordinada con la UE." Todo lo que nunca ha tenido el PP (ni seriedad ni sentido de estado). Todo lo que nunca tendrá quien sea socio de los de nombre de diccionario. Todo lo que parece que nunca recuperará la Unión Europea.
Mientras tanto, como siempre, es la gente la que actúa. Como Richard Gere, sublevado porque el ministro neofascista Salvini, iniciando su peculiar campaña electoral, amenaza con multas que pueden llegar a 1 millón de euros para los barcos humanitarios que entren en las aguas italianas sin autorización. O la tripulación del barco Astral, también de la ONG catalana Open Arms, que zarpó de Badalona el viernes pasado cargado de comida, en especial fruta y verduras frescas.
Por como se comporta ahora [Sánchez] parece que salvar vidas ya no es ninguna "cuestión humanitaria y urgente", ni "está en juego la esencia misma de la Unión Europea", como hace catorce meses denunciaba
Y mientras tanto, ¿qué hace el gobierno? La ministra Celáa aconseja que se actúe "de acuerdo con los convenios internacionales y la normativa nacional". Lo mismo que diría Pablo Montesinos, enmendando el bonito relato de memorias de Pedro Sánchez y poniendo de relieve su falsedad e inconsistencia.
El fundador de la ONG Proactiva Open Arms, en cambio, considera que no hay ninguna norma que esté por encima de salvar vidas, y que la Comisión Europea tendría que establecer un mecanismo continuado en el tiempo para poder evitar el sufrimiento de estas personas que ya han sufrido tanto y que tienen que esperar una, dos o tres semanas hasta que se les asigne un puerto seguro para desembarcar...
Òscar Camps no dice nada diferente de lo que al principio de año manifestó la Comisión de Extranjería de la Asociación Libre de Abogadas y Abogados ALA: la Declaración Universal de los Derechos Humanos contempla el derecho a la vida y la seguridad personal como un derecho inalienable, que vincula a todos los estados signatarios.
La inactividad de la UE la hace responsable de la pérdida de vidas humanas en el Mediterráneo. Salvar las vidas de mujeres, hombres, niños y jóvenes son por derecho natural la prioridad de todo estado de derecho y es inaceptable que políticos o partidos hagan de la xenofobia y el racismo su discurso para ganar elecciones, fomentando el odio, el miedo y la ignorancia. Y que incumplan todos los tratados y convenciones internacionales declarando ilegales los derechos humanos.