La diputada de Junts per Catalunya Anna Navarro (antes conocida como Anna N. Schlegel y, para los amigos más íntimos, Anna Papallona) denunció en el Parlament de Catalunya que no fue atendida en un centro de atención primaria "por no ser inmigrante". Dicho de un modo más estricto, la frase en cuestión fue proferida en la Comissió de la Unió Europea i Acció Exterior de este pasado jueves en la cámara catalana. Navarro censuraba —correctamente, a mi entender— las trabas burocráticas que experimentan muchos exiliados catalanes cuando regresan al país. En lo que respecta a su caso particular, con más de treinta años de vida laboral y familiar en los Estados Unidos, entiendo perfectamente que la juntaire se exaspere comparando el papeleo yanqui (de una agilidad proverbial, sobre todo cuando tiene que ver con aflojar la mosca) con los trámites que exige nuestra tribu para cualquier contacto leve con la administración.
Navarro dijo también que tardó más de dos o tres meses en poder ser atendida en el CAP "porque todavía no tenía una nómina"; algo muy extraño, porque como diputada no creo que cobre la mensualidad en especies, lo cual contrastaría con el supuesto privilegio "de otras personas que entran en este país y pueden ir al CAP". No seré yo, insisto, quien esté en contra de americanizarnos la vida cotidiana (aunque, últimamente, ejemplos como la deportación exprés de inmigrantes hacia Guantánamo no sean mi prioridad), pero lo más importante de la arenga de Navarro sobre los recién llegados, la sanidad y la burocracia… es que es una mentira podrida. La Generalitat puede mejorar en muchos aspectos, pero, hoy en día, registrarse en un centro sanitario es una operación la mar de sencilla. A su vez, es completamente falso que los recién llegados catalanes tengan ninguna prioridad de acceso a cualquier ente de salud pública.
Desconozco si la señora Navarro tuvo una mala experiencia puntual o si la frase sobre los inmigrantes le fue dicha por una enfermera incompetente, un poco cuñada, militante de Aliança Catalana
Desconozco si la señora Navarro tuvo una mala experiencia puntual o si la frase en cuestión sobre los inmigrantes le fue dicha por una enfermera incompetente, un poco cuñada, militante de Aliança Catalana… o las tres cosas a la vez. En todo caso, una diputada —que, además, fue fichada por el capo de Waterloo apelando a su rigor profesional— no debería permitirse ir al Parlament a soltar prejuicios sin ningún tipo de fundamento sobre los inmigrantes. De hecho, Navarro saltó a la fama de la política catalana cuando, justo después de su fichaje estelar, la contingencia de las redes recuperó una entrevista en la que la estimable Papallona elogiaba amorosamente a su nanny mexicana, una mujer inmigrante que le preparó el desayuno y cuidó a su prole durante veinte años. Esa es, querida Anna, la "Papallona" ('mariposa') que todos queremos; comprensiva y dulce, incluso con la niñera panchita.
Como comprenderá perfectamente el lector, toda esta polemiquilla de tres al cuarto va mucho más allá de los problemas médicos de la diputada juntaire (que todo el mundo esté tranquilo por su salud: siguiendo el espíritu americano, Navarro ha podido sufragarse una mutua, como hacemos centenares de miles de catalanes que combinamos ir al CAP con visitar hospitales con más glamur…) y se enmarca en la sangría de votos que Junts está perdiendo por obra y gracia de Sílvia Orriols. Solo así, en definitiva, se explica que a los diputados y a los opinadores juntaires les haya cogido una terrible comezón por hablar de los recién llegados a Catalunya; los primeros lo hacen de una forma bien torpe, como Navarro, y los segundos, un poco más poéticamente, apelando a la pérdida de nuestro paisaje y del sabor del fricandó, todo por culpa de los moros. Las encuestas internas deben traer malas noticias, porque el giro de guion es suficientemente notorio.
En este sentido, yo recomendaría a la tropa de Junts que cambie urgentemente de estrategia, porque si la táctica para mitigar el hipotético tsunami de Aliança en el país consiste en colar prejuicios, tonterías y mandangas sobre los inmigrantes en la prensa con el objetivo de hacer ruido y asustar a la madrina… diría que el tiro no hará diana. Todo lo contrario, la mayoría de los electores del mundo acostumbran a huir de las copias baratas para quedarse con el original. Con respecto a nuestra mariposa de Silicon Valley, deseo que vuelva muy pronto al CAP, donde podrá comprobar que la atenderán perfectamente, pese a la presencia maligna de conciudadanos de piel un pelo más curtida que la suya (de hecho, a menudo más rápido incluso que en los hospitales de algunas mutuas). Una vez hecho esto, le ruego también que lo explique, porque así podrá enmendar sus prejuicios y alejarse un pelo del racismo. Diputada, se lo ruego, emplee la cabeza.
Juntaires, en cuanto al oportunismo ideológico, "mariposeáis" como el culo.