Cojo el tren en Figueres a las 18.38 h. Es un AVE. Llego a Barcelona a las 19.34 h. Me ha costado 21,5 €. Son 143 kilómetros y ha llegado puntual. Hago transbordo para seguir hacia el sur del Principado, que se encuentra en el medio del país entero. Subo al tren en Sants a las 20 h. Es un regional (para ir a Tortosa no hay ninguna otra posibilidad, todos lo son). Llego a la capital del Ebro con retraso: a las 00.17 h del día siguiente. Tendría que haber llegado a las 22.32 h. Me ha salido por cero euros con el abono recurrente subvencionado (si no fuera así, el precio son 13,50 €). Son 180 kilómetros y ha llegado casi 2 horas tarde.
Entre un trayecto y el otro hay una diferencia de solo 37 kilómetros. Pero uno está en el norte y el otro en el sur y eso, niños, por sí solo y desgraciadamente, ya explica muchas cosas. Estos 37 miserables kilómetros que hay sobre el mapa, se convierten en 100 minutos de diferencia sobre el reloj. Eso si no hay ninguna incidencia, claro, cosa bastante improbable, tal como quedó patente la semana pasada y como podemos ver día sí, día no. Sales hoy y llegas mañana.
Durante las 2 horas de retraso —parados ahora aquí, ahora allí y con bien poca información— una mujer embarazada tuvo que pedir ayuda por teléfono a su marido, que la vino a buscar expresamente con el coche en L'Hospitalet de l'Infant desde Vinaròs, fin de trayecto. Si se llega a quedar en el tren habría llegado a su pueblo castellonense pasada la una de la madrugada. Y encima, no puedes hacer ninguna reclamación porque como el viaje ahora es gratuito... El precio moral, sin embargo, es altísimo porque nos roban tiempo de vida. Constantemente. Y derechos públicos. Constantemente.
Con el tren es más rápido, y a menudo más barato, cruzar la meseta e ir a Madrid que recorrer nuestro país de arriba abajo
Es más rápido (y a menudo también más barato) cruzar la meseta de este a oeste e ir a Madrid que recorrer nuestro país de arriba abajo. Fin de la cita, que diría aquel que se llama Mariano, pero que según la justicia no coincide de ninguna manera con M punto Rajoy. Y es que si a la ecuación le añadimos Madrid, entonces la comparación ya hace daño a los ojos:
Figueres - Madrid: 700 km en 250 minutos (AVE)
Figueres - Barcelona: 143 km en 56 minutos (AVE)
Barcelona - Tortosa: 180 km en 152 minutos (regional)
Figueres - Tortosa (con transbordo, AVE + regional): 300 km en 240 minutos
Para vertebrar el país y que no existiesen estos agravios y desequilibrios territoriales, habría alguna alternativa que podría paliar la sangría: entre semana hay 3 Euromeds al día (2 hacia el sur y 1 hacia el norte) que de forma directa conectan Figueres con Valencia (alguno incluso llega a Alicante) pero la cadera de los Països Catalans no nos beneficiamos porque los vemos pasar de largo. Por el Ebro el AVE no pasa (quiero decir que no hay raíles de alta velocidad) y el Euromed sí, pero sin tiempo ni para saludarlo: los trenes rápidos del corredor mediterráneo no hacen ninguna parada entre el Camp de Tarragona y Castelló y en la estación central del Delta (en L'Aldea) hay incluso vías sin andén para que los convoyes puedan pasar a más velocidad sin que las personas molestemos, por si las moscas.
Usted dirán que es porque no somos capital de provincia, pero es mentira, es porque no les da la gana: Tardienta en Huesca, Puente Genil en Córdoba o Calatayud en Zaragoza son solo algunos ejemplos. Estaciones donde la alta velocidad pasa y se para y que no son capital de provincia. Por no hablar de Figueres, en Catalunya, estación inicio de mi enésima peripecia ferroviaria e inicio también de este artículo que no confío que cambie mucho las cosas, pero que como mínimo las deja patentes por si alguna mente pensante de los gobiernos actuales y futuros se da cuenta de que quizás habría que invertir nuestros impuestos más en vías y trenes y menos en Hard Rocks, flamantes conselleries y circuitos de Fórmula 1.