Una de las personalidades extranjeras que estos días se encuentra en Barcelona me hacía ayer la siguiente reflexión: "A nosotros no nos preocupa la independencia de Catalunya; si un día llega, nos adaptaremos, como hemos hecho en otros sitios. Lo que nos preocupa es que la movilidad en la ciudad no funcione y que hayamos vuelto a situaciones que creíamos superadas". Solo hacía falta darse una vuelta por el Mobile World Congress para comprobar que ésta no era una opinión minoritaria. Se ha extendido la percepción de que habrá un antes y un después tras el clamoroso fracaso del equipo de gobierno municipal. Un congreso que acabará generando un impacto económico de cerca de 500 millones de euros para la capital catalana y su área metropolitana no se merecía la desidia de Ada Colau, incapaz de ver hasta hace unas fechas la bola de nieve informativa que se iba a generar en las principales cadenas de televisión del mundo donde la huelga de los transportes públicos ha competido con las novedades que se han presentado en el certamen.
El refugio utilizado hasta la fecha por parte de la alcaldesa de que estamos ante una huelga desproporcionada puede ser incluso verdad. Pero no es suficiente como máxima responsable de la ciudad. ¿Se hubiera podido hacer más para evitar la huelga? ¿Había que haber negociado mucho antes con los sindicatos? ¿Ha habido exceso de prepotencia a la hora de evaluar las posibilidades de que la huelga se llevara a cabo? Las tres preguntas tienen una respuesta afirmativa y de ahí la reprobación verbal que han hecho de una u otra manera todos los grupos municipales. La segunda jornada de huelga, lejos de normalizar los problemas, ha evidenciado la incapacidad del Ayuntamiento para abordar conflictos reales. La actitud responsable de la conselleria de Treball con los servicios mínimos ha rebajado el conflicto pero no esconde el problema.
El consistorio barcelonés tiene que hacer una reflexión. El equipo de gobierno, una seria autocrítica de los errores cometidos para que no se vuelvan a producir. Y los partidos de la oposición, algo más que declaraciones.