Menina: dama de familia noble que desde muy joven entraba en palacio a servir a la Reina o a las Infantas niñas como mucamas o criadas personales, eso sí como doncellas de honor, y les acompañaban en su séquito a todas horas. ¿Es realmente la Operación Menina el plan B de Mariano Rajoy si el día 20 por la noche tiene que pactar con Ciudadanos y un Albert Rivera con la sartén por el mango exige hasta el final un cambio en la presidencia del gobierno? Muchos en Madrid lo dan por seguro, como Pablo Iglesias. Tanto, que ha sido el primero en verbalizar que esta operación está ya en marcha. La menina no sería otra que la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, que en las primeras horas de campaña ha aparecido, para sorpresa de muchos, ocupando las banderolas de las principales arterias de la capital –como el paseo de la Castellana, por ejemplo– en una proporción idéntica a la del candidato a la presidencia del Gobierno. O siendo la voz de Rajoy en el debate de candidatos, que emitirá Atresmedia (Antena 3), y que más allá de ser una anomalía democrática, que sólo puede plantearse y aceptarse en España, supone un espaldarazo a Sáenz de Santamaría.
Iglesias no ganará los comicios del próximo día 20, pero a él se debe la ruptura del bipartidismo y el nuevo y complejo mapa postelectoral que pronostican todas las encuestas. Sólo el miedo glaciar que despertó en muchos centros de poder que un partido como Podemos pudiera canalizar el enorme descontento que había en España, ha situado en el tablero político a Ciudadanos y a Albert Rivera. Sin Podemos, Rivera no existiría o su fuerza sería muy inferior ya que no hubiera tenido ni avaladores ni financiadores de su proyecto político. Lo cierto es que Iglesias ha hecho durante todo este tiempo de liebre, pero en la recta final emerge C's como el aspirante a pactar con el PP si los conservadores ganan las elecciones, así como también el único candidato a intentar un vuelco en la política española si queda segundo y desplaza de esta posición al PSOE.
Sería en el primer supuesto –un pacto obligado entre el PP (primero) y C's (tercero)– cuando Felipe IV, reencarnado casi cuatro siglos después en Mariano Rajoy y forzado por las circunstancias, no daría paso su hija, la Infanta Margarita Teresa de Austria (digamos que bien podría ser, en el caso que nos ocupa, su paisano Alberto Nuñez Feijóo o la descabalgada secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, que ya llora su desgracia allí donde va) sino Sáenz de Santamaría. La menina que con tan sólo 29 años aterrizó en el Ministerio de la Presidencia que ocupaba Rajoy en el año 2000, como asesora jurídica y con la oposición ganada de abogado del Estado, y que ya nunca se ha separado de él.