La masacre de París pasa su primera factura en las elecciones regionales: el Frente Nacional de Marine Le Pen es el ganador de la primera vuelta (el próximo domingo será la segunda y definitiva) de las elecciones regionales que se han celebrado este domingo. El miedo de una sociedad traumatizada por los graves atentados del pasado 13 de noviembre, llevados a cabo por el Estado Islámico y que se saldaron con 140 muertos y más de 400 heridos, ha catapultado a la ultraderecha a la primera posición en unos resultados que, aunque esperados, suponen todo un cataclismo en la política francesa.
Los Republicanos, del expresidente Nicolas Sarkozy, actualmente en la oposición, se quedan en una confortable pero peligrosa posición intermedia; mientras, los socialistas, que han acaparado un inusual poder en todas las administraciones del país vecino durante los últimos años, retroceden hasta una humillante tercera posición. François Hollande y Manuel Valls no consiguen salvar los muebles y la mejora de su popularidad en las últimas semanas como consecuencia de su gestión de los atentados yihadistas se revela como un espejismo.
Pese al incremento de participación, por encima del 50% y cinco puntos más que en 2010, el partido de Sarkozy y el Partido Socialista han naufragado. A falta del recuento definitivo, de las 13 regiones en que ha quedado dividido el mapa político francés después de que Manuel Valls sacara adelante en la Asamblea Nacional una ambiciosa reforma que reducía el número de regiones de 22 a 13 regiones, en seis de ellas, el Frente Nacional habría sido la fuerza más votada. Se trata del Llenguadoc-Rosselló-Migdia-Pirineus, Norte-Paso de Calais-Picardia, Provenza-Alpes-Costa Azul, Centro-Valle de Loira, Borgoña-Franco Condado y Alsacia-Lorena-Champaña-Ardenas. No quiere decir que en todas ellas se acabe imponiendo el próximo domingo la ultraderecha en la segunda vuelta. En tiempos pretéritos, cuando esto sucedía, siempre en menor escala, derecha e izquierda dejaban paso al candidato mejor situado para impedir que el FN pudiera gobernar.
Sarkozy ya avanzó ayer que esa no iba a ser su actitud en esta ocasión. Ni apoyo a la lista más votada, ni fusión de listas. Ni-ni, como se conoce en Francia la estrategia del expresidente, concentrado únicamente en las presidenciales del 2017 y con una estrategia clara: propiciar el mayor descalabro posible al PS y no enemistarse del todo con el electorado de Marine Le Pen. Así confía le petit Napoléon volver al Elíseo.