El 17 de septiembre de 1751 abría sus puertas la cerería Antiga Casa Corderet, en la calle de la Merceria de Tarragona. Este sábado hace 265 años. Desde entonces, con sol o lluvia, con frío o con calor, en bonanza o en crisis, en paz o en guerra, la Antiga Casa Corderet ha abierto cada día -ininterrumpidamente- sus puertas al público. Hoy es el establecimiento más antiguo de Tarragona, y el segundo de Catalunya. Pero la reciente localización de una documentación hasta ahora desconocida, sitúa la raíz de este comercio en el año 1631. En los inicios de una crisis que anticipaba la revolución de los Segadors. Y la proclamación de la primera República catalana. La de Pau Claris. Y se convierte, de esta manera, en la tienda más antigua de Catalunya y una de las más antiguas de Europa abiertas ininterrumpidamente. 385 años.
Tarragona, uniformes y sotanas
Corría el año 1751. Catalunya estaba superando los efectos de la terrible represión borbónica que siguió a la ocupación de 1714. Eran también los años de la pintoresca Ilustración española dominada por el oscurantismo de la Inquisición. Tarragona era una pequeña ciudad de 6.000 habitantes recluida dentro de las murallas romanas. Aristocrática y clerical. Una copia en miniatura de la Roma pontificia, pero sin ostentaciones ni barroquismos. Dominada por la quietud. A diferencia de Reus, que era mercantil y fabril, y que -con 12.000 habitantes- ya era la segunda ciudad del Principat y se postulaba como la capital del sur de Catalunya. En aquellos días, Barcelona rondaba los 100.000 habitantes, y Catalunya se acercaba a los 800.000.
En aquellos años, la calle Major era el eje viario principal de Tarragona. La calle más antigua de Catalunya, trazada sobre el Decumanus del campamento romano de Tarraco. El asentamiento primigenio de la ciudad. Y la calle de la Merceria era su prolongación. Discurría entre el pie de las escaleras de la Catedral, el Castell del Patriarca –que era la residencia del arzobispo- y el Hospital de la Seu. Era la calle comercial de la ciudad: fideueros, semoleros, vinateros, sastres, candeleros de cera... Los Llima, los Petit, los Font... Los Corderet, en 1751, tomaron el relevo de la actividad de un antiguo obrador de cerería. El modelo comercial medieval. Y lo transformaron en la tienda actual. El modelo comercial moderno que ha perdurado hasta la actualidad.
Los cereros Corderet
La incursión de los Corderet en el mundo de la cera coincidió con el uso de técnicas innovadoras. Hasta entonces la materia prima procedía de las colmenas. Y en algunos casos –en los países del norte de Europa- de ciertas grasas animales. Pero en Francia experimentaron la fabricación con parafina –un material procedente del carbón-, que es muy maleable y resistente al agua. Muy pronto los candeleros de cera desarrollaron formas y volúmenes artísticos que alumbraban templos y palacios de la ciudad. Los Corderet se convirtieron en proveedores de la mitra tarraconense –el arzobispado- y se convirtieron en los candeleros de cera más prestigiosos de la diócesis.
La candela de cera, sin embargo, no era un elemento exclusivo de la liturgia católica. También era un sistema de alumbrado que se utilizaba en las casas más ricas. A diferencia del candil, que era el de uso frecuente en las casas pobres. Hasta la electrificación de la ciudad –el año 1897- los candeleros de cera –los Corderet sobre todo- también proveyeron las necesidades lumínicas de las élites locales. La curia eclesiástica –arzobispo, arcediano, canónigos; los altos funcionarios -gobernador, alcalde; y la oligarquía local –comerciantes exportadores y propietarios rentistas. La ciudad crecía y la calle Merceria dejó de ser la vía comercial de referencia. El año 1897 –año de la electrificación- el grueso del comercio ya estaba en la Rambla. El eixample contemporáneo.
Retorno al origen
La parte histórica de Tarragona no es ahora el meollo de la ciudad. A diferencia de lo que sucede en Lleida, en Girona o en Perpinyà –o incluso en Barcelona-; ha quedado escorada en un rincón. Desde finales de la centuria de 1800. Con el eixample urbanístico contemporáneo, coincidente con la electrificación de la ciudad. Dos datos que –en el caso de la Antiga Casa Corderet- no son causas baladíes. Porqué la progresiva marginación de la parte histórica –la Part Alta dicen en Tarragona- comportó su ruralización. Hasta hace escasamente veinte años –con la eclosión de la marca turística Tàrraco- la Part Alta era un remanso de quietud. Con sus piedras monumentales y sus tragedias personales.
La Antiga Casa Corderet pasó por varias manos, ajenas a la estirpe de los fundadores. E incluso se vio en la necesidad de diversificar, introduciendo los comestibles. Y esta adaptación, lejos de ser una tragedia, la salvó de desaparecer. Hace pocos años Miquel Martí primero, Montse Magriñà después, y Xavier Pagès finalmente –su actual gestor- cogieron el relevo –el enésimo- y la recuperó –del todo- con dedicación, profesionalidad y acierto. Obrador de fabricación y tienda de despacho de candelas de cera y de jabones. Fabricados artesanalmente siguiendo las técnicas y las recetas tradicionales de los Corderet. Recuperadas de los archivos olvidados. 265 años -385 si contamos la raíz- contemplan la historia. En la tienda más antigua de Catalunya.