Si estuviera disponible la opción de derivar automáticamente a una bandeja de correo basura multimedia todas las informaciones, contrainformaciones, tuits, vídeos y entrevistas con las que PSOE y Podemos nos inundan para convencernos de que el malo es el otro, estoy seguro que más de medio país la habría activado hace semanas. Sólo aquellos muy fieles y los fanboys o quienes cobren por ello continúan siguiendo con pasión cada jugada magistral, cada genialidad comunicativa y cada frase resultona con que Pedro Sánchez y Pablo Iglesias nos obsequian desde mayo. Se intuye que todos los demás nos hemos ido desconectado y apenas volveremos a conectarnos para conocer el desenlace el día que se cumpla plazo.

Por mucho que lo intenten, los morados no pueden explicar de manera convincente por qué ahora se acepta como bueno aquello que en julio se rechazó por humillante. Por mucho que se empeñen, los socialistas tampoco pueden argumentar de manera mínimamente creíble por qué la oferta que resultaba justa y necesaria en julio ahora se ha convertido en un imposible indeseable. Todo lo demás, marketing cansino y reiterativo.

La demoscopia castiga a Podemos, pero no premia lo suficiente a los socialistas

Los socialistas están intentando ahora aquello que seguramente debieron plantear antes del verano. En lugar de obsesionarse estúpidamente con la cabeza de Pablo Iglesias, haber empezado por negociar las políticas. No se han esforzado mucho, ni han sido muy originales en sus propuestas, pero sí han conseguido que, a sus hipotéticos socios, se les note bastante más incómodos a la hora de reiterarse en la posición de gobierno de 'o coalición o nada'. No es mucho. Aunque sí algo más de cuanto teníamos a la vuelta de vacaciones.

El espectáculo debe continuar. Pero no se apuren. Queda poco. La próxima semana sabremos si estamos ante otra puesta en escena para deleite de fans y folllowers o ante un intento serio de llegar a un acuerdo. Las encuestas disponibles nos dicen que ninguno ha conseguido fijar de manera clara y mayoritaria su relato de culpabilidad del otro. La demoscopia castiga a Podemos, pero no premia lo suficiente a los socialistas. Las noticias económicas llegan cada vez peores y el riesgo de ir a votar en noviembre entre negros presagios de recesión empieza a parecer algo más que un escenario. Ellos sabrán. Luego que no vengan llorando.