El patriarcado quiere pasar página y rápido tras los primeros momentos de desconcierto al comprobar que para una chica de 18 años verse rodeada, acosada, sobada y penetrada por cinco salvajes que la doblan en tamaño y edad no supone necesariamente intimidación sino, en el mejor de los casos, prevalimiento y, en el peor, jolgorio y excitación sexual. Completado el maratón de golpes de pecho y lamentaciones por parte de las autoridades y agotada la lista de instituciones internacionales estupefactas porque, en España, se juzgue primero si la víctima de un delito sexual merece la condena de su agresor, la manada diaria del machismo institucionalizado vuelve a trotar como si nada hubiera pasado y todo el daño hubiera sido reparado.

El ministro que nos informó que el juez discrepante, Ricardo González, tenía un “problema singular” y todo el mundo lo sabía, no tiene nada más que decir y espera que se relaje la tensión entre el poder ejecutivo y el judicial. Los jueces proclaman indignados que nadie sabía nada y salen a arropar a sus colegas del tribunal de Pamplona porque, como todos sabemos, en España los jueces están indefensos y desprotegidos y siempre son víctimas de una sociedad y un sistema crueles. El juez del voto particular del jolgorio se muestra tranquilo y agradecido mientras proclama que solo habla en autos y sentencias de las que, al parecer, no se puede hablar sin atentar contra su independencia. Aclamados intelectuales vuelven a exigir explicaciones sobre la vida sexual de la víctima, en medios de difusión masiva que confunden la libertad de expresión con la estupidez en nombre de la audiencia. Una comisión abrumadoramente masculina va a reformar, otra vez, el Código Penal para dejar claro de una vez qué es la violación y cuándo condenarla.

La manada diaria del machismo institucionalizado vuelve a trotar como si nada hubiera pasado y todo el daño hubiera sido reparado

De las cosas que deberían pasar para proteger efectivamente la libertad sexual de las mujeres, ni palabra. Nada de poner en marcha de una vez el pacto contra la violencia machista y dejar de hurtarle los doscientos millones de euros que el Gobierno y Ciudadanos no piensan incluir tampoco en estos presupuestos. Nada de intensificar los cursos y la formación en el poder judicial para evitar que el delito de violación siga siendo el único donde la víctima debe acreditar su resistencia a cualquier precio. Nada de adoptar medidas efectivas para promover la perspectiva de género en la legislación y en la justicia. Nada de proscribir los sitios como Forocoches donde a diario se acosa, persigue, intimida y viola virtualmente a decenas de mujeres publicando su vida y sus datos, como le ha sucedido a la víctima de La Manada. Nada de pedir explicaciones por los espectáculos mediáticos de machismo, violencia sexual y cosificación de las mujeres en nombre de la audiencia.

Y así seguirá hasta que todos vayamos a llorar junto a la próxima mujer violada que vea cómo se le destroza la vida, esperando una justicia que no llega.