Los héroes de acción de Vox se han puesto bravos. Hasta aquí hemos llegado. Se plantaron los del ala radical con el casero Espinosa de los Monteros a la cabeza. Lo mejor de la crisis murciana es que, gracias a ella, la prensa de derechas nos ha descubierto que, en la formación de derecha extrema, también tienen su propia derechita cobarde.
Ni fotos, ni cafés, ni juegos florales. Ni órdenes directas de supremo líder, Santiago Abascal, con el caballo listo en la puerta por si hubiera o hubiese que cabalgar hasta la Huerta para poner orden, ni súplicas ni ruegos de paellero mayor de la región y aún secretario general del Partido Popular, Teodoro García Egea. “No es no”, proclamaron con voz fuerte los de Vox y sabotearon la investidura del candidato popular. Acto seguido, ya con la vox algo más temblorosa y por si se les había entendido mal, avisaron que, tranquilos, pronto habría presidente, y del PP, como Dios manda y España necesita.
Para negociar hay que tener algo que los demás necesiten y puedas elegir dárselo a otro. Cuanto antes acepten en Vox que carecen de poder alguno de negociación, mejor les irá
Suena tan patético que podría inspirar hasta ternura si no resultara tan ridículo. Los niños patalean mejor y de manera más creíble. Ningún padre del mundo se tomaría en serio un berrinche así. Estridente como las lágrimas de un adolescente cuando le quitas el móvil y con la burda intención de obtener en Madrid aquello que les da igual perder en Murcia.
Para negociar hay que tener algo que los demás necesiten y puedas elegir dárselo a otro. Cuanto antes acepten en Vox que carecen de poder alguno de negociación, mejor les irá. O rompen o tragan. No tienen más opciones. O rompen con PP y Cs y facilitan gobiernos de izquierda o fuerzan una repetición de elecciones, siendo ambos resultados igualmente letales para sus opciones de futuro porque ni sus votantes se lo perdonarían, o sacan aquello que buenamente puedan entre lo que sus socios mayoritarios quieran darles y que nunca significará sentarlos a la mesa de los mayores.
Vox no tiene nada con que negociar. Populares y naranjas lo saben. La única diferencia es que los populares prefieren no perder tanto tiempo en los preliminares. Tienen prisa por ocupar el poder y empezar su reconstrucción. En Cs, en cambio, no tienen apuro o inconveniente en prolongar una situación que están convencidos que desgasta a los otros dos y les refuerza a ellos. Se nota que en Vox hay mucha gente como Espinosa de los Monteros, que está acostumbrada a quejarse de cómo está el servicio. Debe de ser duro descubrir que, ahora, ellos son el servicio.