Fue bonito mientras duró, pero el debate sobre el debate ha resultado tan intenso como fugaz. Alguien debería decirle a Pedro Sánchez que se habría evitado muchas molestias y un buen sofocón si, como debía, hubiera aceptado el debate a cinco en la televisión privada y a cuatro en la televisión pública, en vez de la torpe ocurrencia de elegir los debates en función de si estaba o no Vox. Ahora tendría algo muy parecido a lo que buscaba: un solo debate en la pública, en vez de las dos tazas de debate que se tiene que tomar ahora de mala gana y a la fuerza.
Ya puestos, alguien debería aclararle a A3media que, si les valía la decisión de Sánchez cuando eran sus beneficiarios y no les parecía que sufrieran la libertad, la democracia o el periodismo por ir solo a su canal, no vale quejarse izando las mismas banderas cuando la decisión te perjudica. Como diría Rodrigo Rato: “Es el mercado, amigo”. Que tengamos que explicárselo a una televisión privada resulta tan irónico como sorprendente.
Ya puestos, el consejo de informativos de RTVE debería procurar aclarase a sí mismo para quién trabaja, si para la televisión pública o para Antena3, dada su encendida defensa del derecho de sus competidores a hacer el debate cuando les venga bien y después de haberse chuleado hasta la extenuación de tener el monopolio del debate. Que los periodistas nunca son la noticia parece haberse convertido en la excepción, no en la regla.
Uno tampoco puede dejar de pensar en el infierno que sería la política española si todas las fuerzas políticas hicieran lo mismo y se pasaran la campaña buscando sitios donde demostrar que les pitan y no les dejan hablar
Hasta que llegue la ida y la vuelta de los debates no nos queda más remedio que prepararnos para lo peor: con paciencia de cofrades, retornar al tedio de una campaña que se ha convertido en una guía de lugares donde la derecha se ha empeñado en demostrar que si van, les pitan. Uno se imagina a los estrategas naranjas y azules volviéndose locos sobre un mapa en 3D de España, eligiendo con mimo el próximo lugar dónde acudir a llamar xenófobos y supremacistas a medio pueblo y luego darse la razón a si mismos cuando les contestan mal. Uno tampoco puede dejar de pensar en el infierno que sería la política española si todas las fuerzas políticas hicieran lo mismo y se pasaran la campaña buscando sitios donde demostrar que les pitan y no les dejan hablar.
Sostienen los expertos que en esta campaña escuchamos pocas ideas y menos propuestas porque la cosa va de sentimientos. Debo ser muy insensible porque a mí solo me produce un hastío agotador tanta candidata y candidato practicando el cuñadismo más obvio y terrible, mientras se creen Gary Cooper en Solo ante el peligro y declaman su texto como si se lo hubiera escrito el mismísimo Calderón de la Barca.