En la entrevista que Jordi Basté hacía esta semana a Pedro Sánchez, el presidente español enfocaba la negociación decretando, él solito, que la propuesta de referéndum era una “posición de máximos” y, por tanto, sugería que cualquier acuerdo consistiría en algo por debajo de un referéndum de autodeterminación. Dejando a un lado si nos parece honesto o realista como planteamiento, Pedro Sánchez no parece haber entendido que en octubre de 2017 Catalunya decidió una salida unilateral y que el hecho de no haberse culminado no la invalida como vía. Porque veamos una cosa: ¿se nos está diciendo que la independencia es imposible de forma unilateral, pero también de forma pactada? ¿Es esto lo que se nos intenta decir? Porque decir esto es verdaderamente no entender qué ocurrió en 2017, cómo funcionan los procesos de independencia y qué significa la palabra “imposible”. Intento explicarme:
He tenido varias disputas (a través de artículos) con el profesor Mas Colell por el hecho de afirmar, tantas veces y en varios medios, que "la independencia es imposible porque Europa no lo quiere". Me parece una afirmación, aparte de falsa, inmoral. ¿Por qué inmoral? Inmoral porque la tuvimos en la mano. Porque ya sabemos cómo se hace, pero no osamos agarrarla. Por el sacrificio de tanta gente antes y después del referéndum, por el esfuerzo físico e intelectual que costó llegar hasta ese momento, por la factura pagada en forma de represión y, sobre todo, lo repito, porque demostramos que era posible. Y vuelvo a decirlo: demostramos que era posible. Y demostramos cómo se hace. Y, si alguna vez volvemos a encontrarnos en condiciones de hacerla, el entorno juridicopolítico será aún más favorable a esta idea de lo que lo era en 2017. Por tanto, cuidado con utilizar la palabra “imposible”, cuando Catalunya dejó a España casi sin salida y cuando en cualquier caso hablamos, muy probablemente, de un mal cálculo de las propias fuerzas. Si se quiere decir que "ahora estamos en otro momento" o que "se dejó pasar la oportunidad", podemos intentar coincidir. Pero lo que demostramos entonces es precisamente que es posible, y por eso no hay ninguna propuesta de máximos que no sea la de ver qué ofrece España para impedirlo. El máximo es este: sabemos cómo marcharnos. A partir de ahí, propongan nuevos Estatutos o propongan referendos acordados. Nosotros ya hemos avisado.
Cuidado con utilizar la palabra “imposible”, cuando Catalunya dejó a España casi sin salida
Recuerdo los meses previos a octubre de 2017, cuando todo parecía enfocado a una unilateralidad irreversible, y yo me preguntaba: "¿cómo pueden evitarlo?". Y aparte de los lógicos argumentos del abuso de autoridad, de la prevaricación judicial, del 155 (que para mí no evita nada) o de la intervención (improbable) del ejército, siempre me quedaba en el tintero su carta más útil: el PSOE. Esta carta no se utilizó en 2017, pero se utiliza desde 2019, y es la mejor carta del reino de España para detener el proceso. Lo está usando, y creo que muy hábilmente, pero no olvidemos que es su última carta: como no se podía invocar ningún reformismo en 2017, con el PP en el poder, se cambió esta circunstancia y desde 2019 todo son ofertas de diálogo, falsas o reales, pero que amortiguan el conflicto. No es poco: significa que España solo puede evitar la independencia de Catalunya reformándose a fondo, y haciendo una buena oferta. De si será capaz o no, dependerá nuestra habilidad para jugarnos dos o tres cenas. Pero que nadie olvide que, si estamos hablando de diálogo y si lo estamos haciendo ahora con mediadores internacionales y procesos de amnistía, es porque la independencia de Catalunya es posible. Es más que posible: es la posición de máximos que el PSOE no quiere admitir, pero que se cierne por encima de cualquier mesa. Y por encima de las cenas que nos podemos jugar, incluidas las de estas fiestas. Por cierto: Feliz Navidad a todo el mundo.