No se rechaza al extranjero, sino al pobre. La xenofobia ha sido superada por otro rechazo, el que no aguanta la pobreza. Ni la quiere ver, ni mucho menos aceptar que tenga responsabilidad. Hay gente que se piensa que hay pobres porque pobres, les ha tocado ser pobres. Este término, aporofobia, lo ha acuñado la filósofa Adela Cortina, que abrirá el primer congreso internacional sobre este tema que se hace en el IQS estos días. Reunir a decenas de expertos mundiales que exploren las raíces y las consecuencias de este miedo es otra prueba que indica que este mundo se ha desbocado, se nos ha desbocado.
Cuando Adela Cortina en 1995 creó este neologismo, se refería no solo al rechazo, sino también al temor y el desprecio hacia la persona desamparada, la que aparentemente no te puede devolver nada a cambio y solo pide porque no tiene nada.
La palabra proviene del griego, del aporos (pobre) y de fobeo (rechazo o miedo). La aporofobia se declina individual y colectivamente. Se puede hacer ver que el pobre no existe, invisibilizándolo, como hacen algunas sociedades y gobiernos, o se puede ir en contra, cogiendo este colectivo y fenómeno como objetivo a atacar. Nadie pone en su perfil en Linkedin que es "aporófobo". Porque la aporofobia es anónima, muy a menudo, y se ampara precisamente en esta irresponsabilidad pública y en esta máscara individual.
Cuando Adela Cortina en 1995 creó este neologismo, se refería no solo al rechazo, sino también al temor y el desprecio hacia la persona desamparada
La pobreza se tiene que erradicar y es (dicen) una preocupación primordial para los gobiernos mundiales. La Agenda 2030 no es más que un intento multidisciplinar de eliminarla: de hecho, de los 17 objetivos, es el primero. Las personas que viven en situación de pobreza extrema se habían reducido entre 1990 y 2015, pero la pandemia ha frenado bruscamente esta mejora y, de hecho, está incrementando el número de personas vulnerables, sumando 500 millones más (un 8% de la población mundial).
Hay voces alternativas que defienden un tipo de pobreza positiva, una aproximación que va al núcleo de qué significa ser pobre y qué fondo humano tiene la pobreza.
Cortina, que es catedrática emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de València, ofrece una propuesta que parece sencilla: empoderar a las personas pobres, dignificarlas, humanizarlas, para que puedan hacer lo que tienen planeado, para que puedan pensar más allá de la contingencia de las necesidades básicas.