La jornada laboral de cuatro días a la semana toma impulso. En Bélgica acaban de anunciar un nuevo proyecto piloto, después de haberlo intentado hace poco, introduciendo mejoras en la propuesta. En la ocasión previa se redujo la semana laboral acumulando las horas del quinto día en los otros cuatro. Era la manera de mantener el salario, ofreciendo un día libre extra. Sin embargo, la medida de los cuatro días laborales no sería realmente así, si se quiere apostar verdaderamente por la disponibilidad del tiempo. La verdadera apuesta requiere mantener las horas diarias habituales, mantener el salario y eliminar un día de nuestro calendario de trabajo. Cuando se ha puesto en marcha, en distintos lugares, en diferentes países, los resultados han sido siempre similares y redundan tanto en el beneficio del trabajador como en el de la empresa, en términos generales.
Por eso Bélgica apuesta por dar un paso más. El objetivo que anuncian los belgas es el de trabajar menos para trabajar mejor. Apuestan porque se trabaje menos horas manteniendo el salario. No se pretende ahora apretar la misma jornada laboral que antes, pero en menos días, sino, realmente, suprimir un día del calendario de trabajo. Por el momento, serán algunas entidades privadas y empresas las que voluntariamente se apuntarán al proyecto para observar los beneficios y las dificultades que reporta este nuevo planteamiento.
En España se han dado algunos pasos, pero no al nivel que pretende ahora Bélgica involucrarse en la medida. Y Reino Unido podría ser un punto en el que fijarnos, donde los resultados de su proyecto piloto podrían darnos ya algunas claves: el 40% de los trabajadores dijo haber dormido mejor durante esta experiencia, el 46% se sentía menos cansado, las empresas incrementaron sus ingresos y, por los buenos resultados, el 92% de las compañías que participaron decidieron continuar con esta jornada laboral. Fuera de nuestro entorno, en Islandia, apostaron también por implementar la jornada laboral de cuatro días en 2015. Allí, los resultados fueron también muy positivos, sobre todo en beneficio de los trabajadores, que también repercutió en prósperos datos para las empresas.
Se trata de apostar por una mayor productividad a cambio de mayor bienestar
En España vamos lentos en este asunto. Los socios de gobierno han acordado reducir las horas de trabajo semanales, de manera paulatina, apostando por alcanzar las 38,5 en 2024. Aquí se pretende ir dotando de mayor flexibilidad aquellas jornadas laborales que lo permitan, pero todavía se plantea la reducción de la semana a cuatro días desde la perspectiva de acumular horas, no eliminarlas. O sea, que no estamos hablando de la reducción real de un día como sí harán los belgas, o como hicieron los británicos y los islandeses en su momento.
Son muchas las razones que nos deberían servir para apoyar la medida de los cuatro días. Principalmente, porque suponen un cambio absoluto en la manera de estructurar nuestro tiempo de trabajo y nuestro tiempo de descanso. Tener un día más para nuestras labores, para poder hacer gestiones, compras, descanso, incide directamente en nuestro bienestar, aportándonos sin duda posibilidades para una mejor conciliación.
De momento, aquí no tenemos regulación específica sobre esta cuestión, pero sí que es posible que las empresas lleguen a acuerdos al respecto con sus trabajadores. Incluso, aunque no se aborde desde la verdadera propuesta, que supone eliminar un día de trabajo, sino repartir esas horas del quinto día entre los cuatro, puede ser una opción interesantísima para muchísimos trabajadores. Pero para ello es imprescindible que ambas partes estén de acuerdo, es decir, que el empresario no puede imponerlo al trabajador.
Existen ayudas desde el Gobierno para respaldar a las empresas que quieran implementar esta jornada laboral, y por ejemplo, en casos como el de València, se han puesto en marcha programas específicos para respaldar la transición a esta nueva realidad.
Son muchos los beneficios que aporta esta propuesta. Y todos ellos de gran impacto positivo tanto en el trabajador como en su entorno, así como en la empresa y en la generación de beneficios sociales.
Cuando se trabaja un día menos y se dispone, por lo tanto, de un día más, la salud mejora, así como las relaciones familiares, y también, apuntan los datos, la economía y la contaminación ambiental. De manera especial, cabe destacar, somos las mujeres las que nos beneficiamos particularmente, puesto que la conciliación se ve impulsada por la disponibilidad de tiempo.
Alemania, Portugal, Brasil son algunos de los países que están ya apostando por investigar también sobre esta nueva posibilidad que se abre ante nosotros. En definitiva, se trata de apostar por una mayor productividad a cambio de mayor bienestar. Una alternativa que merece ser considerada y apostar por ella ante las necesidades de una sociedad que necesita repensarse para encajar mejor los ritmos vitales.