Escribo estas líneas aún conmocionada por el shock que me supuso ver lo que vi el viernes por la tarde. Imagino que ya casi todos lo hemos visto, y estaremos de acuerdo, salvando todas las distancias que puedan existir en los distintos puntos de vista, en que lo que sucedió en la Casa Blanca fue un verdadero despropósito. Aunque, como se suele decir, espero que "no haya mal que por bien no venga", y el desastroso desencuentro entre Trump y Zelenski tenga algún tipo de efecto positivo. O eso quiero esperar, pues soy optimista crónica.
Si algo puedo entender que tuvo de positivo fue el destape ante el mundo. La puesta en escena de un personaje que no ha estado ni está a la altura de las circunstancias. Algunos venimos diciéndolo desde el principio, pero otros han aplaudido sin cesar a un personaje que no está preparado, ni tiene conciencia de lo que se trae entre manos. Es normal, precisamente por y para eso está ahí. Pero era hora ya de que no quedasen dudas, por si alguien las tenía.
Zelenski ha quedado retratado ante los ojos del mundo. Y se cayeron ya los decorados, esos tan bien financiados por USAID and Co, bajo la batuta de los demócratas y sus adláteres. Ya no hay por dónde defender a un fantoche disfrazado de líder, al que se han estado aplaudiendo todas sus tonterías, salidas de tono y aberraciones contra el propio pueblo ucraniano. Un personaje sin educación, sin principios, sin respeto ni conciencia. Un verdadero peligro que ya ha empujado a Ucrania por el precipicio y que no tiene problema en seguir actuando al son que le dicten, pues está claro que pensar, lo que se dice pensar, no piensa.
La llegada de Zelenski a la Casa Blanca es, en mi opinión, uno de los hechos de la Historia que hemos podido presenciar en directo, que hemos podido ver por nosotros mismos sin los filtros a los que nos tienen normalmente acostumbrados. Y creo que (casi) nadie se imaginaba que fuera a pasar lo que sucedió. Digo lo del "casi", porque no me cabe duda de que Volodímir fue con un mandato, que era, precisamente, reventar el acuerdo. Y estoy segura de que esto no era idea suya, como prácticamente nada de lo que ha hecho.
En un primer momento, asomándonos a los directos y a los vídeos que se compartían en internet, podía intuirse un cierto tono de humillación por parte de Trump hacia el presidente ucraniano. Nada más llegar, Donald lanzó un comentario sobre la vestimenta de Volodímir. Un toque de atención ya de entrada, donde se señalaba a lo que podría considerarse (como luego se confirmó), una falta de respeto. Son cosas de protocolo, pero en esas instancias, la comunicación no solamente es lo que se dice, sino el todo. Y el hábito también hace al monje. Sería más tarde cuando uno de los presentes en el Salón Oval preguntaría al mandatario ruso por su vestimenta, dando la oportunidad a Zelenski de demostrar, una vez más, que no tiene educación, y le faltan luces. Donde exista la posibilidad de responder con respeto e inteligencia, no estará Volodímir. "¿Por qué no lleva usted traje?" le preguntaron al ucraniano. "Hasta que no termine la guerra, no me pondré uno. Y es probable que lleve uno mejor que el suyo. Más caro. O más barato, no lo sé", contestó Zelenski. Y se quedó tan a gusto. Supongo que en su mente aquello debió sonar contundente, ingenioso; pero a juzgar por las caras de los allí presentes, daba la sensación de que Volodímir estaba muy entusiasmado en cavar su propia tumba ante la mirada atónita de millones de espectadores. En el lenguaje no verbal, era patente que había tensión, pero también altas dosis de postureo.
La manera de sentarse, de cruzar los brazos, de abrir las piernas... todo mal. Todo fatal. Cero sutileza y ni rastro de inteligencia emocional. Algo que un actor debería controlar, pero que, por lo que parece, tampoco. El espectáculo estaba asegurado. Aunque no se podía prever que, tras casi cuarenta minutos de conversación más o menos distendida, todo saltaría por los aires en el último momento. A estas alturas, habiendo revisado una y otra vez lo sucedido, no tengo duda de que Volodímir esperaba, impaciente, a tener la oportunidad para reventarlo todo. Y eso no sucedió hasta que aprovechó el mínimo resquicio para comenzar una discusión forzada, fuera de lugar y realmente incomprensible para los espectadores (al contrario de los aliados, que parecieron reaccionar al unísono dando palmas a alguien que carecía ya de la más mínima defensa).
Pero, más allá de quedarse con lo que una ve, no hay que perder de vista que cada uno interpreta su papel, un papel que sigue sumando espacio en estos tiempos de Historia esperpéntica que nos ha tocado vivir. Quiero decir con esto que lo que allí ocurrió no fue improvisado. Trump y Vance salieron reforzando su discurso de "América primero", parando los pies a un Zelenski demasiado acostumbrado a que le den palmas. Trump dejó claro que su objetivo aquí es acabar con el conflicto, y por si esto no fuera suficiente, dejó un mensaje indeleble: él se preocupa por la paz en Ucrania (y tras la reunión, muchos pensarán que Zelenski, no).
La claridad y la contundencia que se ha visto por primera vez es un hecho para el profundo y debido análisis. Creo que para eso debe pasar aún un tiempo, con suficiente perspectiva y conociendo ya los pasos que vendrán a partir de ahora. Esa rueda de prensa abierta al mundo, donde hemos visto hablar a líderes de enorme relevancia, en momentos cruciales, en un lenguaje absolutamente comprensible, directo, es digna de ser estudiada. No estamos acostumbrados a escuchar a tres hombres adultos diciendo las cosas claras, poniendo el foco —por fin— en la importancia de la resolución de conflictos mediante la diplomacia. Ya era hora de escuchar algo de sensatez en todo esto.
Zelenski ha quedado retratado ante los ojos del mundo. Ya no hay por dónde defender a un fantoche disfrazado de líder, al que se han estado aplaudiendo todas sus tonterías, salidas de tono y aberraciones contra el propio pueblo ucraniano
Mientras Zelenski narraba su especial (y sesgada) visión de la historia desde 2014, Trump se mostraba por momentos sorprendido, llegando incluso a soltar un: "ah, yo no estaba allí entonces, yo no era presidente", aunque un poco después, dejase claro que lo que contaba Volodímir podía ser o podía no ser cierto, pero que poco importaba ahora. Y es que Zelenski quiso dar a entender que, desde 2014, Putin decidió atacar Ucrania. Que se llegó a un acuerdo de alto el fuego y que el ruso no lo respetó. Elude Zelenski hablar de Victoria Nuland, cuando todos la escuchamos decir claramente aquello de "fuck Europe". Sí, que se jodiera Europa ante lo que tenían planeado. Y así está siendo. También obvia Zelenski referirse de manera expresa a los acuerdos de Minsk, que es eso a lo que él llama "alto el fuego". Y lo que recientemente, según las memorias de Angela Merkel, fue una treta para que los aliados de Zelenski pudieran armarse y ganar tiempo. Llama la atención que Volodímir no reconozca su flirteo con la OTAN, que fue lo que alteró a Rusia. Pequeños detalles sin importancia, supongo.
En la simplista versión resumida de Zelenski no cabe un espacio para la verdad, según parece. Está demasiado acostumbrado a que nadie lo rebata, a que le compren un discurso absolutamente pueril y falto de verdad, porque, en realidad, la verdad ha sido la primera en saltar por los aires en este conflicto. Y la financiación a través de USAID ha sido fundamental para ello. Los medios de comunicación de masas occidentales se han encargado de mantener un relato absolutamente atroz y falso para justificar lo que se ha hecho en Ucrania: esquilmar una tierra, asesinando a su gente, y tratando de justificar lo injustificable por parte de los "líderes" que acudían allí a poner cara de pena mientras seguían alimentando la maquinara del robo y la muerte. Lo interesante ahora será comprobar cómo, ante el cierre del grifo USAID (entre otros), algunos a lo mejor tienen que informar de verdad, y no será fácil. Lo iremos viendo.
Mientras Zelenski repetía el guion que tantas veces le ha funcionado, los americanos le observaban sin añadir ni quitarle una coma a una versión de los hechos que, para querer ser justos, debería completar muchas más cosas y algunas, dotarlas de veracidad. Cosa que sucedió con el estallido que pronto llegaría de parte de Vance y rematado por Trump. "¿Qué tipo de diplomacia propones?" Pregunta Zelenski a Vance, tratando de dar a entender que con Putin es imposible tal cosa (a pesar de que los hechos, en materia de diplomacia, están demostrando lo contrario, pues cabe recordar que hubo un intento de aproximación y de acuerdo de paz que el señor Boris Johnson se encargó de dinamitar por mandato de Biden). Es entonces cuando Vance le frena para decirle: "Una diplomacia que evite la destrucción de tu país". Es en este momento cuando todo comienza a estallar. Cuando Zelenski se pone "chulo" sin venir a cuento. Como si hubiera una cuenta atrás, y hubiera ya que hacer saltar todo por los aires.
Vance toma las riendas de la conversación y recrimina al ucraniano estar haciendo un "tour de propaganda", ante la dificultad de conseguir soldados dispuestos a inmolarse en el frente. Un tema especialmente sensible para Zelenski, puesto que implica tener que reconocer que el pueblo ucraniano, ese en cuyo nombre dice hablar y a quienes se está masacrando, no quieren morir en la batalla. Y que él, ha impuesto normas para que los hombres se inmolen por Ucrania. ¿Recuerdan que Biden dijo que esto duraría hasta que quedase el último ucraniano? Es momento de recordar. Había muchas opciones para responder a Vance. Pero, desde luego, Zelenski optó por la más complicada: intentar meterle miedo a los que estaban viendo ese momento histórico. "Ustedes ahora no perciben el problema, pero lo percibirán en el futuro". Fue entonces cuando Trump le paró los pies: "No nos diga cómo nos vamos a sentir." "Usted no tiene aquí, recuerde, usted no está ahora mismo en ninguna posición para decidir cómo vamos a sentirnos. Nos vamos a sentir muy bien, muy fuertes. Ahora mismo usted no está en buena posición". "Usted está jugando con las vidas de millones de personas, está jugándose la Tercera Guerra Mundial, y está faltando el respeto a este país". "Su país no está ganando la guerra".
Zelenski interviene para seguir con su discurso, ese que tantas veces le ha funcionado y que ya no: "pero nos mantenemos fuertes". Y la bronca adquiere ya un nivel en el que se interrumpen, hablan a la vez, hasta que Trump se planta y asevera que "así no se puede negociar". Mientras tanto, tras las cámaras, la representante de la embajada ucraniana se echa las manos a la cabeza, frunce el ceño y parece gritar "tierra, trágame".
Vance interviene para tratar de poner calma, recordándole a Zelenski que debería ser agradecido, por la ayuda prestada y porque Trump quiere salvar a su país. Pero dadas las circunstancias, Vance lamenta que semejante espectáculo se esté retransmitiendo ante la vista de todos. Es cuando Trump le corrige, planteando que es positivo, que todo el mundo vea realmente lo que sucede. Y creo que tiene razón, porque por primera vez muchos se darán cuenta del calibre del personaje ucraniano: absolutamente fuera de lugar, sin la más mínima intención de resolver nada, y con la evidente intención de hacer saltar todo por los aires. Es entonces cuando se produce otro momento realmente hilarante: Trump imita a Zelenski, ridiculizándolo, cuando repite "no quiero un alto el fuego, no quiero un alto el fuego. Quiero esto, quiero esto, quiero esto....". Cambia el semblante y le explica que, si quiere un alto el fuego ahora mismo, que lo asuma, "porque dejará de haber balas".
Es cuando Zelenski afirma querer un alto el fuego, pero también garantías. Y Trump le recuerda que él ha sido el único que le ha apoyado con tanques. Que sin la ayuda de Estados Unidos, no tiene ninguna opción.
Es cuando alguien fuera de cámara pregunta qué pasaría si Putin se saltara el alto el fuego, a lo que Trump básicamente responde: "¡y yo qué se!" para, a continuación, tratar de explicar que, cuando Putin ha roto el alto el fuego, se debía a que no respetaba a sus adversarios (como Biden), pero que a él sí le respeta. Mientras dice esto, Zelenski no para de gesticular, en un tono evidentemente desafiante. Mientras tanto, Trump relata cómo Hillary Clinton y Biden formaron parte de la estrategia demócrata para criminalizar a Putin en una caza de brujas. No se olvidó de Hunter Biden, del contenido que salió a la luz de su ordenador portátil, que fue considerado una fake news orquestada por Rusia. "Todo era un timo". A continuación, señala a esos acuerdos que han ido saltando por los aires, para decir que no sabe bien lo que pasó, poniendo en duda la versión de Zelenski. "Te he dado la posibilidad de ser un tío duro. Creo que sin Estados Unidos, no tienes la posibilidad de ser un tío duro". "Sois muy valientes en Ucrania, pero sin nuestro acuerdo, tendrás que arreglártelas solo". "Una vez que firmemos el acuerdo, estarás en una mejor posición".
Hasta aquí, algunos de los "retales" que pueden hacernos comprender la magnitud de la situación. Y de pronto, todo se quedó colgando de un hilo. Trump invitó a marcharse a Zelenski, y le dijo que volviera cuando estuviera "preparado para la paz". El mundo quedaba atónito, sin saber bien qué esperar de aquello. Los líderes europeos rápidamente saltaron a las redes sociales para apoyar a Ucrania, para decirles que no se quedarán solos... y está por ver qué acontece el futuro inmediato. Por el momento, se sigue asociando el apoyo a Ucrania con el apoyo a Zelenski, aunque intuyo que durará poco. Ya se han comenzado a escuchar voces de la necesaria dimisión del presidente. Los próximos días serán claves para tratar de entender los necesarios movimientos que tendrán que darse desde los diferentes organismos. Porque sin duda, habrá reacción en la OTAN, en la UE, en Rusia.
Y una vez más, seguiremos viendo en directo lo que ocurra, como convidados de piedra. Porque no se me olvida que todos ellos dicen hablar en nuestro nombre, cuando en realidad, nadie nos ha preguntado. Lo que sí sé, y no tengo duda al respecto, es que apostar por la paz viene siendo lo más complicado en este loco mundo. Espero que por poco tiempo.