X no decide por ti. Eres tú quien puedes decidir qué ves en X. Puedes escoger qué publicas, puedes escoger quién lo ve bloqueando a quien no quieras que lo vea y puedes escoger no ver contenidos a través del bloqueo o el silencio. Hay que mantener la higiene siempre, también con el algoritmo. X no tiene el monopolio digital, ni siquiera el liderazgo, en difusión de bulos. Por WhatsApp circulan muchos más, y más eficientes y graves, estafas vía enlace falso incluidas. La relación de las redes con las bolas es de viralizador, no de creador. Es a los autores a quien hay que perseguir.
X es propiedad de un multimillonario. No como Bluesky o el conglomerado Facebook+Instagram+WhatsApp, que están gestionadas por una cooperativa agrícola de Nicaragua. Si te marchas de X porque su propietario piensa como piensa, para ser coherente tendrías que dejar de comprar en determinados supermercados y comprar determinadas marcas de ropa. Vas porque tienen productos más baratos y claro, la dignidad tiene un precio. A Elon Musk lo puedes bloquear y lo puedes criticar en X. No sé ni qué publica ni qué deja de publicar. No me interesa. Debe ser de las pocas empresas en la que puedes vetar e insultar a su propietario cuando entras o escribes en su casa.
Algunos de los mayores bulos de los últimos tiempos que yo recuerde en el ámbito periodístico no han venido de las redes sociales, sino del papel: 11M fue ETA (2004), Xavier Trias tenía dinero en Suiza (2014), The Nota (2017) y que Tamara Carrasco era terrorista (2018).
Sobre el tuit anterior, algunos de los medios que se han marchado de X no han dejado de tener el PP, el ministerio del interior o la Moncloa como fuente informativa. No los han cancelado a pesar de haber sido un gran generador de bulos.
Ha crecido la ultraderecha en X, sí, pero también ha aumentado la sensibilidad ecológica, la conciencia feminista (#metoo) y las minorías han tenido un altavoz inédito hasta entonces.
Algunos de los medios de comunicación que ahora se plantean marcharse han crecido en lectores al mismo ritmo que crecía esta red, primero llamdad Twitter y después X. Unos cuantos de sus lectores digitales los deben a este canal. X es la agencia de noticias más rápida y de más alcance del mundo. Ninguno la supera en velocidad y radio de acción. Y la veracidad de estas últimas horas depende del emisor de la información, no de la red social. Sigue a usuarios veraces y no te colarán tantos bulos.
Quizás por eso último, algunos de los medios de comunicación que han decidido marcharse de X se van como usuarios, pero se quedan como voyeurs. Dejar de difundir es muy digno, dejar de estar a la última es demasiado arriesgado.
Las redes sociales, todas, han ayudado al crecimiento y refuerzo de ideologías, pero también de todas. Ha crecido la ultraderecha en X, sí, pero también ha aumentado la sensibilidad ecológica, la conciencia feminista (#metoo) y las minorías han tenido un altavoz inédito hasta entonces.
Si Joan Fuster estuviera entre nosotros sería un tuitero de primera y habría escrito que todo lo que no tuiteemos nosotros será tuiteado en nuestra contra. X es una vía de comunicación entre catalanohablantes única, así como una ventana de la lengua catalana al mundo. No se puede renunciar a ella de ninguna manera. Solo por eso ya vale la pena quedarse.
La desinformación se combate con información, no marchándose de ningún sitio. La lucha contra las fake news requiere datos, argumentos, pedagogía, determinación y paciencia, no huidas. El barro se saca fregando, no desde un pedestal. Por X (como por Facebook, Instagram o WhatsApp) ha circulado desinformación. Pero también hay información veraz, conocimiento, análisis crítico, opiniones variadas, visiones contrapuestas y sí, diversión, a mucha gente. Pero lo tienes que querer.
La lucha contra las fake news requiere datos, argumentos, pedagogía, determinación y paciencia, no huidas
Me gustaría saber cuántos de los usuarios que han abierto una cuenta en otra red han mantenido la cuenta de X en hibernación por si acaso. Solo aconsejo marcharse de X por prescripción médica y por una cuestión de adicción. Efectivamente, engancha mucho. Igual que Instagram y su scroll infinito. Aquí sí que hace falta tomar medidas.
La otra crítica que le hago a X es que nunca tendría que haber cambiado de nombre. Con el nombre Twitter habían generado incluso un vocabulario propio: un tuit, tuitear o retuitear ya forman parte del lenguaje. Ahora bien, la seguiremos llamando Twitter, igual que el Polonia lo dan por TV3 y no por el 3Cat.
En definitiva, a riesgo que me demanden Morgan Freeman y Xavi Noriguis por plagio, X no es bueno o malo por sí solo, es el uso que haces de él.