El Vaticano es minúsculo, pero no irrelevante. Ahora también tiene un equipo deportivo, Athletica Vaticana, conocido popularmente como "el equipo del Papa". El Athletica participa por primera vez en el Campeonato de los Pequeños Estados de Europa, el acontecimiento multideportivo bienal que lanzó la República de San Marino y que organiza el Comité Olímpico Nacional de Pequeños Estados. El requisito es tener menos de un millón de habitantes y formar parte del Comité Olímpico Internacional. Este año, se celebra en Gibraltar.
La Santa Sede ha tenido desde hace décadas un departamento deportivo, lo que se conoce como la Pastoral del Deporte, pero era un trabajo de despacho y representación. El cambio ha sido ahora con este equipo que baja al campo, formado por gente que trabaja en el Vaticano. Forman parte de él trabajadores vaticanos, hombres y mujeres, laicos y también sacerdotes, apasionados no solo por los ejercicios espirituales, sino por el esfuerzo físico y mental que conlleva la práctica deportiva. Juegan con países también pequeños y quieren poner sobre la mesa no solo la ambición y el espíritu competitivo, sino también lo que ellos llaman la cultura del encuentro y la fraternidad entre pueblos. El Athletica Vaticana, que tiene su sede en un edificio en el barrio del Trastévere de Roma, quiere ser un testimonio del compromiso de la Iglesia católica utilizando iniciativas culturales, espirituales y de apoyo en diálogo con la comunidad deportiva mundial.
Jugar es ponerse ante un rival, por supuesto, pero no es equivalente a una guerra. De hecho, es un antídoto para la escalada bélica
Desde 2017, el Pontificio Consejo para la Cultura decidió apoyar a este equipo deportivo vaticano. Primero eran solo atletas. En 2019, recibieron el reconocimiento como primera asociación deportiva vaticana. El último equipo que se ha creado es el Vatican Padel. Desde ayer, el Vaticano está presente en Gibraltar con dieciocho Estados más. Llevan el bastón de relevo bendecido y firmado por el Papa. Los atletas vaticanos que participan son Emiliano Morbidelli, Carlo Pellegrini, Rien Schuurhuis, Giuseppe Tetto y Giuseppe Zapparata. Compiten con atletas de Albania, Andorra, Armenia, Azerbaiyán, Bosnia-Herzegovina, Chipre, Georgia, Gibraltar, Islandia, Kosovo, Liechtenstein, Luxemburgo, Macedonia del Norte, Malta, Moldavia, Mónaco, Montenegro y San Marino. Hace pocos meses, y dentro del programa de Diplomacia Deportiva de Estados Unidos, se organizó un partido de pádel con personas jóvenes con espectro de autismo, síndrome de Down y sordera, que jugaron con diplomáticos, campeones, y jóvenes acogidos por Cáritas. Algunos observadores lo critican, y piensan que el Vaticano no debería meterse en temas deportivos. También hay críticos que consideran que los jugadores de la selección francesa no deberían hacer comentarios. Existe interés en mantener a las instituciones fuera de la vida y de las implicaciones políticas y sociales. Jugar es ponerse ante un rival, por supuesto, pero no es equivalente a una guerra. De hecho, es un antídoto para la escalada bélica.