No es la primera vez que el argumentario de la derecha catalana coincide con el de la derecha españolista. Sin que necesariamente se coordinen. Y no será la última. Sencillamente se retroalimentan.
Sin ir más lejos, con el anuncio de elecciones anticipadas. Ahora resulta que la convocatoria electoral del president Aragonès se ha hecho —de acuerdo con el PSOE— para complicar la vida al presidente legítimo Carles Puigdemont. Con el mismo PSOE con quien Puigdemont mantiene ahora un frondoso diálogo, lo que ahora también ha dejado de ser un anatema. Tanto que Waterloo hace lucir todos los encuentros con ostentosas fotos, pese al mismo PSOE que no comparte este entusiasmo para publicitarlo todo. Constatan que saca provecho el PP y que excita la parroquia más exacerbadamente españolista. Por no hablar de la decisión determinante de la presidenta Erra de aplazar la votación para esperar a un diputado de VOX. Decisión deliberada y a petición de la bancada nacionalista para evitar que prosperaran las cuentas. Sin la maniobra de Erra las cuentas eran una realidad.
Según esta versión, difundida desde Waterloo, los comunes habrían sido los tontos útiles de la trama urdida por republicanos y socialistas. Los mismos comunes que han hecho saltar la banca por el encabronamiento por Barcelona. Hacen presidente a Collboni con el concurso del PP y Collboni se lo agradece vetando Ada Colau. Maniobra que no ha desagradado a los republicanos, hartos de Colau que para mantener la alcaldía primero (2019) y condicionarla después (2023), no ha dudado en pactar con las derechas —delante de las cuales hacen tantos aspavientos— para enviar primero a Ernest Maragall a la oposición. Y después a Trias-Maragall.
Y todo eso, aunque es obvio que la convocatoria electoral cogió a Pedro Sánchez con el paso cambiado. Y que el PSC se había puesto más que bien para aprobar las cuentas de Aragonès para desbrozar así el camino del de Madrid. Tanto es así que horas antes los portavoces socialistas habían dicho del derecho y del revés que aprobarían los presupuestos. O que Albiach reprochara a Aragonès haber hablado con Sumar para facilitar aprobar las cuentas. O Batet exigiendo solemnemente desde el atril que se convocaran elecciones inmediatamente por 'patriotismo'.
El rol que juega Puigdemont en su Consell, solo tiene una utilidad práctica y es enaltecer el mismo Puigdemont. La broma de que el Consell juega el papel de punto de encuentro del independentismo es una burla
Tanta es la evidencia, sin embargo. El Club de Waterloo vive en otra lógica. Por cierto, pregunta al aire. ¿Por qué la dirección juntaire habla de Puigdemont como 'el referente moral' si todo el mundo sabe que no se mueve un papel en Junts sin su consentimiento? Es un líder absoluto, plenipotenciario pero interesado en mantener la ficción a farsa para dibujar el aura de Puigdemont como un referente transversal sin responsabilidades de partido. Ningún dirigente político ejerce hoy un poder tan omnipresente como Puigdemont en sus filas. Ni Pedro Sánchez en el PSOE. El mismo rol juega Puigdemont en su Consell, que solo tiene una utilidad práctica y es enaltecer el mismo Puigdemont. Servir sus propósitos. La broma de que el Consell juega el papel de punto de encuentro del independentismo es una burla. Puro sarcasmo. Solo hay que recordar la intervención de Puigdemont en el quinto aniversario del 1 de Octubre. Uno de los espectáculos más tristes que se ha vivido desde que Puigdemont se marchó francesamente al exilio.
Vale recordar todas las aberraciones que desde Waterloo y sus terminales se llegaron a decir cuando se reformó el Código Penal para eliminar la sedición y reformar la malversación y los desórdenes públicos. El mensaje entonces no podía ser más perverso. Y bestia. PSOE y ERC se habían coordinado, con los jueces, para extraditar a Puigdemont. Cuando lo cierto es que gracias a aquella reforma, un tipo noble como Josep Rull, entre otros, quedó habilidad para todo. ¡Qué pena que no haya cien Rulls! Todo sería más razonable. Y la unidad estratégica del independentismo dejaría de ser una quimera. Rull no es un caso excepcional. Hay más talento u honradez. Evidentemente. Como Oranich. Como Giró. Como Buch. Como Alsina. O el mismo Turull, cuando no es cautivo de Waterloo.
Pero desdichadamente, lo cierto es que manda Waterloo y su estrategia de confrontación cainita sin contrapesos. Y que desde la corte del Legítimo se han difundido tantas maldades y tan salvajes que nos hemos acostumbrado. Como aquello que Marta Rovira estaba poco más que de vacaciones en Suiza. ¡O cuando se exigía "Abrid las prisiones!" cuando la llave en todo caso, en última instancia, la tenía el presidente Quim Torra. O todas las miserias para no admitir que era la 'Doctrina Junqueras' la que paradójicamente había blindado al europarlamentario Puigdemont. Unos cardaban la lana mientras los otros se llevaban la fama.
¿Qué se puede esperar ahora después de estos antecedentes si no es más de lo mismo?
Esta campaña amenaza con ser el Día de la Marmota. Una evocación de la letanía de 2021 y sobre todo de 2017. "Si voleu que torni el President, voteu el President". ¡Qué pereza! Es la rueda del hámster. Levantar la DUI y validar el mandato del 1 de Octubre.