Añadimos a Xavier García Albiol a la lista de nombres que aparecen en esto que ahora denominamos "los papeles de... (y aquí ponga el nombre correspondiente)". En otros casos, los afectados han salido explicando que era una cosa de la familia, que sí que tenían una offshore pero estaba inactiva, que si el perro se les había comido los deberes... En cambio, él se ha limitado a decir que lo que ha hecho no era ilegal y que no se ha embolsado un euro, que es una manera de decir sin decirlo que esto no era suyo. ¿Y si no era suyo, pero él constaba como apoderado, de quién era? Bien, pues de momento ya ha aparecido un socio, Ramon Riera, histórico concejal del PP de la ciudad. Veremos qué más acabamos sabiendo y si los suyos le cortan el cuello. En todo caso, el tema vuelve a ser "Badalona, la ciudad legionaria", y que recibe este nombre que me acabo de inventar porque los alcaldes y alcaldesas desfilan a la carrera y, efectivamente, con la cabra, que sería la metáfora del espectáculo que vamos ofreciendo. Sin cesar.
Hacía demasiado tiempo que en el despacho de la alcaldía había la misma persona y ya nos aburríamos. No hemos podido soportar tanta monotonía y alguien ha filtrado el caso. Porque, a veces, cuando las alternativas no cuajan debido a que el agua y el aceite no se mezclan ni con un minipimer industrial, las cosas necesitan un empujoncito. Y si puede ser, mejor delante de un barranco y con cocodrilos y pirañas hambrientas abajo. Y la carpeta Badalona ya se ha ido de BCN y ha aterrizado en La Moncloa, fójese si somos importantes. De momento.
Para entender la magnitud de la cabra le recuerdo que desde el 21 de mayo del 2015 y hasta hoy, cinco personas han llevado la vara en Badalona, prácticamente una por año: Xavier Garcia Albiol, Dolors Sabater, Àlex Pastor (detenido en pleno confinamiento para dar positivo de todo menos por coronavirus y agredir a un Mosso), Aïda Llaurador (interina después del caso Pastor) y nuevamente Garcia Albiol, que en las últimas elecciones sacó once concejales de veintisiete y fue alcalde por mayoría simple ante la imposibilidad del resto de partidos para ponerse de acuerdo. Y por el medio, mociones de censura y de confianza, la marcha de dos de los últimos cabezas de lista (Dolors Sabater de Guanyem Badalona al Parlament y Oriol Lladó d'Esquerra a un cargo interno del partido en BCN) y una ciudad a la deriva, que este es el problema. El gran problema. Pero antes, un par de cifras para entender "el fenómeno Albiol".
Las elecciones municipales coincidieron con las europeas y eso permitió ver la realidad que muchos de fuera de la ciudad no quieren entender. Y esta realidad gustará o no e ignorarla evita tener que hacer autocrítica, pero es la que es. El Garcia Albiol candidato a alcalde por su propio partido, que en Badalona es el PA -Partido de Albiol- y no el PP, sacó 37.500 votos de los cien mil emitidos. En las europeas, que estaban en la urna del lado, el PP sacó 11.775 votos. O sea, unas veintisiete mil personas que confiaron en Albiol no confiaron en Dolors Montserrat, que era la cabeza de lista de lo que, en teoría, era el mismo partido. Paralelamente el PSC sacaba 28 mil votos en las europeas y 20 mil en las municipales y Junts 15.700 y 5.140. Eso traducido quiere decir que ocho mil votantes socialistas y diez mil seiscientos puigdemontistas optaron por Albiol y, en menor medida, por otras candidaturas. Saber qué sucedió con Esquerra es más complicado porque fueron en coalición con Guanyem Badalona (però ya se separaron el día siguiente).
La pregunta, nuevamente, vuelve a ser "¿Y ahora, qué?". ¿Qué sucederá con la tercera ciudad del país (más o menos empatada en habitantes con la cuarta que es Terrassa), una ciudad que hace años funciona por inercia y donde es imposible llevar a cabo un proyecto, una idea, un modelo, alguna cosa. Mientras los partidos se pelean, hacen las paces, se vuelven a pelear y finalmente tejen pactos que no se sostienen por ninguna parte y que no se crean ni ellos, la ciudad no sabe dónde va, cae a trozos, es un desbarajuste y ve cómo muchos funcionarios del ayuntamiento de los que sostenían el cartón piedra se están jubilando. Parece, al menos esta tarde, que tendremos nuevo alcalde y que será el socialista Ruben Guijarro. Un señor ordenado y que sabe hacer sujeto, verbo y predicado y que de momento mañana empieza una rueda de consultas con el resto de partidos, pero que gobernará un ejército de Pancho Villa que será la suma de unos proyectos absolutamente opuestos y que sólo tienen en común ir en contra de Garcia Albiol. La cabra ha venido para quedarse. Aquí, en Cabralona.