Estos días nos ha quedado más que demostrado que, con el buenismo, no se puede ir ni a comprar una barra de pan; porque ni pesa lo que tiene que pesar, ni alimenta lo que tiene que alimentar. La semana pasada, en Barcelona, un hombre, con toda la prepotencia posible y más, empezó a abofetear unas mujeres que esperaban el metro. Imagínate, por un momento, que estás tan tranquila esperando el metro y, sin que sepas de dónde baja, recibes un guantazo en la cara que te tumba en el suelo. Este individuo debió pensar: "Ay, no sé qué hacer hoy, me aburro... Venga, me voy al metro a repartir hostias, a ver si me distraigo un poco y me desestreso, que en Catalunya, menos hablar catalán, te lo dejan hacer todo". Las consecuencias del acto de este energúmeno quedaron reducidas a identificarse ante los Mossos e irse a casa. Das una paliza a una mujer y solo te cogen el número de DNI para saber quién eres y para sumarte un punto más en tu lista de delitos. No le detuvieron hasta que las redes hirvieron y expulsaron fuego por la boca; es decir, por la presión social. ¿Tenemos que ser los ciudadanos los que nos tenemos que encargar de que se haga justicia? Porque, si es así, podrían descontarnos un tanto por ciento de los impuestos que pagamos y que no se ven reflejados en ninguna parte: ni en la sanidad, ni en la educación, ni en la justicia. ¿Qué les estamos diciendo a los delincuentes con esta actitud, que hagan lo que hagan la ley los ampara?
La tolerancia no es bajarse los pantalones cada cinco minutos; la tolerancia es aceptar las diferencias e integrarse en las culturas que te acogen
Continuemos con el segundo ejemplo de buenismo. Se ve que a unos estudiantes de ESO de un centro educativo de Girona no les apetecía hablar catalán, ni siquiera en la clase de lengua catalana. No es ningún chiste, es la triste realidad que vive Catalunya por estar sometida a una política buenista de pacotilla. Dejando a un lado el hecho de que viven en Catalunya y que tienen que saber hablar y escribir en catalán por respeto a la cultura que los ha acogido; estos niños son unos maleducados y unos consentidos. ¿Queremos un futuro con personas que nunca han recibido un no en casa? ¿Queremos un futuro con personas que no tienen ningún tipo de respeto por la autoridad? ¿Queremos un futuro con personas que les importa un pepino las otras culturas? Yo, personalmente, no. Llamadme tiquismiquis, pero no me fio ni un pelo de la gente sin empatía. Y todo esto se permite en Catalunya. Tenemos que ser buenas personas, tenemos que ser tolerantes, tenemos que ser educados, tenemos que cambiar de lengua para no ofender a los pobres castellanohablantes que solo hablan una lengua y que les da pereza aprender el catalán... ¿Hay algún país del mundo que permita que unos alumnos no hagan lo que les dice el profesor y pasen curso? ¿Existe algún país en el mundo que permita que unos estudiantes no hablen la lengua del territorio y puedan ir pasando curso? ¿Verdad que no? Entonces, ¿por qué los catalanes tenemos ser menos? La tolerancia no es bajarse los pantalones cada cinco minutos; la tolerancia es aceptar las diferencias e integrarse en las culturas que te acogen.
¿Qué relación hay entre el primer ejemplo de violencia contra las mujeres y el segundo ejemplo de violencia hacia la cultura catalana? Pues, el buenismo, una falsa tolerancia (que no se aguanta por ninguna parte) que esconde la ineptitud para hacer las cosas bien. No cumplir las normas tiene que tener consecuencias, porque si no, la gente hará lo que querrá siempre y viviremos inmersos en el caos. Un niño que estudia en un instituto de Catalunya está obligado a saber hablar y escribir en catalán; si no le da la gana hacerlo, pues se lo suspende y no pasa curso. Un hombre que vive en Catalunya está obligado a respetar las mujeres y a no agredirlas; si lo hace, le tiene que caer una pena por haber cometido un delito. Si no hacemos las cosas bien, esto será jauja. No confundamos tolerancia con "que todo el mundo haga lo que le plazca". Cada país tiene sus normas y quien vive allí tiene que respetarlas. Catalunya no puede ser menos. Basta ya de buenismo y más autoestima.