A la gente le gusta mucho desdoblar en masculino y femenino; a mí me gustaría que me desdoblaran mi cuenta bancaria y que el Estado se hiciera cargo de la mitad de mis gastos de autónoma. Pero en esta vida no se puede tener todo, ¿verdad? Hay quien cree que por desdoblar las palabras en masculino y femenino se vuelve más tolerante y abierto de mente. La realidad, sin embargo, es que se convierte en un alcornoque o una alcornoca / un tarugo o una taruga / un zoquete o una zoqueta. Cuando se toma la decisión de actuar de una determinada manera, se tienen que saber los motivos. Y no vale decir «porque lo hace todo el mundo»; no tenemos tres años ni formamos parte de un parvulario. Mucha gente te dirá que desdobla porque «ya está harto/harta de tanto machismo». También los habrá que darán un paso aún más sorprendente y, a pesar de llevar una barba de un palmo y medio y un bigote, te dirán que «todes somos mujeres». El ejemplo sería aquel típico hombre que tiene ganas de acostarse con alguien y que hace tuits del estilo: «si tocan a una, nos tocan a todas». Ya sabéis de qué especímenes os hablo: de esos mismos que cuando llegan a casa son incapaces de poner una lavadora y mucho menos de lavar los platos.

¿Por qué carajo no nos hacéis caso a los filólogos cuando decimos que desdoblar es una gran pérdida de tiempo y de intelecto?

Nada mejor que la ignorancia para dar lecciones de cómo hacer las cosas. Pondría la mano en el fuego de que la mayoría de los filólogos y lingüistas están en contra del desdoblamiento (como Carme Junyent); porque, si han estudiado, aunque sea un poco durante la carrera, sabrán que es tan absurdo como defender que el chino y el catalán son la misma lengua. Yo, como filóloga, me niego a desdoblar; no me da la gana. No pienso contribuir a alimentar este falso altruismo-feminismo absurdo que impera actualmente. Los filólogos tenemos muy claro que el género (categoría gramatical) y el sexo (rasgo biológico de los seres vivos) son dos cosas muy distintas. ¿Verdad que decimos la casa? ¿Creéis que la casa es una mujer? No. ¿Verdad que decimos el camino? ¿Creéis que el camino es un hombre? No. (Me sabe mal que todo esto parezca una clase de P3, pero el nivel de razonamiento es este.) ¿Y qué pasa cuando digo los coches? ¿Alguien se escandaliza? No, ¿verdad? Entenderéis (supongo) que hay más de un coche. Pues, cuando decimos los chicos, ocurre exactamente lo mismo: se trata de un conjunto que puede estar compuesto solo de chicos o de chicos y chicas. Si queremos especificar que el grupo está compuesto solo de chicas, diremos las chicas. Qué bonita es la lengua y qué bien que va para expresar todo lo que queremos cuando no se la marea con teorías extrañas.

¿Cuándo vais al médico, le discutís cómo tiene que hacer la incisión para operaros? ¿Cuándo vais al mecánico, os ponéis a reparar vosotros el coche? Entonces, ¿por qué carajo no nos hacéis caso a los filólogos cuando decimos que desdoblar es una gran pérdida de tiempo y de intelecto y dejamos atrás de una vez toda esta estupidez y nos centramos en salvar la lengua, que falta le hace? Los problemas de identidad no los arreglaremos destrozando la lengua; estas cosas se arreglan en los divanes. No hace falta modificar una lengua (que no tiene nada en contra nuestro) para sentirnos mejor con nosotros mismos. Esto es como querer alimentarse mirando el sol. ¿Me explico? Tenemos una lengua preciosa que está a punto de desaparecer por asimilación y no se nos ocurre nada más que ponernos a desdoblarla. Los políticos harían lo que fuera para conseguir votos (se venderían el alma si fuera necesario; imaginaos si les importa mucho la lengua), pero nosotros tenemos que ser más listos. Digamos basta al desdoblamiento y sí a hablar catalán.