En un artículo reciente escribía sobre el peligro de los eslóganes, y lo acababa con la siguiente afirmación: "Por todo ello, he utilizado en el título la palabra peligro. Porque los eslóganes pueden llevar a la reiteración, al vacío o a la presentación de objetivos inalcanzables. Y, cuidado con los boomerangs, que pueden ser dolorosos".
Me han venido en la cabeza estas frases escuchando reiteradamente al actual president de la Generalitat de Catalunya afirmar que "todo aquel que viene a mejorar Catalunya es catalán". Debo confesar que he tenido que leerlo varias veces para intentar captar la sustancia del mensaje. Un mensaje que ha reiterado en ocasiones tan solemnes como su alocución del Onze de Setembre, Festa Nacional de Catalunya. Ni más ni menos que su primer discurso institucional y, por lo tanto, es de suponer, donde vierte su pensamiento político más profundo.
La frase textual de este primer discurso institucional fue: "Ciudadanos y ciudadanas de Catalunya: todo aquel que viene a mejorar Catalunya es catalán. Con los mismos derechos y los mismos deberes que tenemos todos nosotros".
¿Qué significa mejorar en este contexto? Bien, el president no lo aclara en su texto, pero si vamos al Diccionari General de la Llengua Catalana del Institut d’Estudis Catalans veremos varios significados...
Si mejorar lo analizamos como verbo transitivo, significa hacer pasar de un estado a otro mejor. Se trata, en cualquier caso, de una acción individual o de progreso, de una actuación que afectará a un determinado colectivo, porque pone como ejemplos: "no hay manera de que mejore la letra", "estas obras mejorarán el funcionamiento de la escuela". Pero, ojo, porque también como verbo transitivo podría tener la acepción de proveer, a alguien, una ventaja en cierto aspecto. Estoy convencido de que el president no se refería a esta posibilidad.
Hay quien vive en Catalunya, pero no se siente catalán, porque sus marcos referenciales (lingüísticos, culturales y políticos) son otros
Si miramos las acepciones que constan en el Diccionari como verbo intransitivo, significa volverse mejor, y pone como ejemplos que la situación o el tiempo mejoran. De nuevo, con una carga fuertemente individualista o de acciones que no dependen necesariamente de nosotros. También tiene las acepciones de aliviarse un enfermo o un dolor, o de mejorar alguien de fortuna, de posición o de salud.
Por lo tanto, está bastante ausente la noción de colectividad, de empresa común, de voluntad de ser, de conformar un pueblo, que son componentes claves del catalanismo, de antaño y de ahora.
Jaume Vicens Vives lo dejaba meridianamente claro en su libro Notícia de Catalunya, publicado en plena dictadura franquista: "La vida de los catalanes es un acto de afirmación continuada: es el sí, no el si. Por eso el primer resorte de la psicología catalana no es la razón, como en los franceses; la metafísica, como en los alemanes; el empirismo, como en los ingleses; la inteligencia, como en los italianos, o la mística, como en los castellanos. En Catalunya, el móvil primario es la voluntad de ser".
Es esta afirmación colectiva e identitaria, que ha definido siempre al catalanismo, la que echo de menos en la frase presidencial.
He vivido en Estados Unidos y en Francia, y he sido residente fiscal. Por lo tanto, con mi esfuerzo contribuí a mejorar dichas sociedades. Pero eso no me hizo ni americano ni francés, porque nunca tuve la voluntad de serlo. Fui a mejorar Estados Unidos y Francia, más bien las compañías donde trabajaba en estos dos grandes estados y mi propia carrera profesional y economía, pero eso no me convirtió en ciudadano de dichos estados.
El tema es el propio concepto de "catalán". Algunos otorgan esta consideración a una simple cuestión administrativa. Para los que piensan así, la nacionalidad viene determinada por un estado y por el empadronamiento. Viven en Catalunya, pero no se sienten catalanes, porque sus marcos referenciales (lingüísticos, culturales y políticos) son otros.
Soy de los que creen que ser catalán tiene una dimensión personal y colectiva, el 'yo' y el 'nosotros'. Personal porque depende de cada uno tener o no la voluntad de ser, independientemente de una etérea aspiración a mejorar; y colectiva porque esta voluntad de ser, de afirmarte, la quieres compartir con todos aquellos que la sienten de la misma forma. La identidad es un acto de adhesión diario a una voluntad de construir mancomunadamente un presente y un futuro, que son posibles gracias a un pasado también compartido. Un pasado y un presente que han conformado unas determinadas formas de vida, tal como el profesor Ferrater Mora definió, y algunos atrevidamente queremos actualizar.
Venir a mejorar me parece un buen principio, pero insuficiente. Hace falta, además, la voluntad de arraigo, de compartir, de proyecto común. Aquello que llamamos la identidad.
Los eslóganes truncados también son peligrosos.