El rey emérito se plantea volver a España. Normal, ahora ya sabe que es absolutamente intocable, inviolable, impune. Y para colmo, algunos pensarán que hay que darle las gracias porque su colega, quien le ha dado "cobijo" en Emiratos Árabes, inyectó dinero para "la Transición española", según ABC.
Y aquí no pasa nada. A pesar de lo grave que es todo lo que pasa. No reaccionamos. Alienados, absolutamente adormecidos, aturullados y absolutamente intoxicados de información, hemos perdido la capacidad de respuesta.
Siempre lo he dicho, y cada día que pasa lo sigo viendo igual: el peligro que sintieron algunos aquel 1 de octubre no fue, en realidad, por la cuestión territorial (que seguro también influyó). El peligro que sintieron fue al ver a tres millones de personas dispuestas a "desobedecer" de manera pacífica, incontestable, democrática. Recibieron palos porque palos era la única respuesta que fueron capaces de dar. Eran presos del pánico. Ellos. Por eso no supieron reaccionar de otra manera, pues lo que preocupa profundamente es la capacidad de movilización de la sociedad civil.
En la mayoría de los territorios de España esta batalla ya se ha ganado: han conseguido que casi nadie quiera salir a la calle a protestar. Porque se han convencido de que no sirve de nada, de que nadie les escucha.
Y por si todo esto fuera poco, a quienes han protestado durante los últimos años, los han dividido en mareas de colores: blanca para la salud, roja para la educación... Pero cada uno luchando y peleando por lo que considera suyo. Al final, a base de dividirnos, de generar etiquetas, de generar muros entre nosotros, han conseguido desarticularnos.
Cuando vemos la impunidad del que fuera jefe de Estado, no podemos quedarnos en casa mirando indignados lo que sucede
Muchos somos los que no creemos en los partidos políticos. Ni en los sindicatos. Ni en las organizaciones que en definitiva no están dispuestas a dar la batalla necesaria. O que no pueden.
¿Porque de qué sirve organizar un movimiento, canalizarlo por la vía de la protesta, por la vía legal si al final vamos a toparnos con un sistema que se empeña en darnos la espalda?
Si algo ha dejado claro esta pandemia es que estamos solos: solos ante la información, que no nos ofrece respuestas; solos ante la incertidumbre, solos ante los abusos, ante el recorte de derechos, ante el miedo. Estamos solos cuando sentimos que aquello que tenemos que pagar sube de precio y nadie reacciona de forma contundente. Todos sufrimos pero nadie se organiza.
Por el momento lo han conseguido. No es sencillo resistir, mantener el compromiso por informar en libertad y con compromiso en la verdad, pero es lo que hay que hacer. Al menos, ya que nos han quitado la capacidad de movilización, que no nos quiten la ética.
No es sencillo ir contra corriente. Nunca lo fue. Pero no queda otra. Incluso cuando pensamos que no sirve para nada, hay que volverlo a intentar.
Cuando la Fiscalía decide dar carpetazo a una investigación de hechos realmente graves, no podemos callar. Cuando vemos la impunidad del que fuera jefe de Estado, no podemos quedarnos en casa mirando indignados lo que sucede.
Lo hemos perdido todo. Así es, y no quiero ser catastrofista. Porque lo más importante es la sensación de pensar, de creer, que lo injusto lo podemos cambiar. Y eso ya no está.
Por todo esto creo que tenemos que reaccionar de forma urgente. Tenemos que tejer lazos en aquello que nos une, respetando siempre lo que nos diferencia. Pero asumiendo que hay "batallas" importantes y fundamentales que no podemos dar por perdidas.
Depende de nosotros el futuro, la realidad de nuestros hijos e hijas.
Es desesperante sentir que volverá el emérito, con todo lo que ha pasado, y no haremos nada.