La imaginación de una mente adaptada a lo que debería ser un estado democrático y de derecho no llegaría a concebir lo que estamos viviendo.
Siempre se ha denunciado la existencia de manipulación, de creación de pruebas falsas, de abusos policiales, detenciones ilegales, acusaciones infundadas. La diferencia con lo que está sucediendo ahora respecto a lo que hemos podido intuir durante años es que hoy tenemos la posibilidad de disponer de medios de prueba que antes no existían.
El hecho de que prácticamente todos podamos grabar, tomar fotografías e incluso avisar para pedir ayuda y testigos en la mayor brevedad de tiempo dificulta la construcción de relatos falsos e interesados. Y ante la desprotección de un sistema en el que, hasta ahora, lo más probable era que te vieras absolutamente solo e inválido ante la creación de relatos y pruebas para imputarte algo que no habías hecho, ahora tenemos la posibilidad de desmontarlo. Gracias a la colaboración ciudadana, al hecho de poder estar capturando pruebas que servirán para, al menos, demostrar que las versiones que algunos quieren dar para justificar lo injustificable.
Siempre se ha denunciado la existencia de manipulación y de pruebas falsas; la diferencia es que hoy tenemos medios de prueba que antes no existían
Escribo estas líneas cuando una semana esperpéntica parece llegar a su fin. No alzo la bandera porque en cualquier momento puede suceder algo. Y es que el miércoles, mientras Pedro Sánchez hacía un ridículo europeo vergonzoso y vergonzante, el grupo de información de la Policía Nacional que opera en Catalunya se dispuso a realizar detenciones en Girona. ¿Para qué? Para avisar a 16 personas (entre ellas dos alcaldes y un fotoperiodista) de que serían citados por el juzgado para que, en la fecha que les indiquen, acudan a declarar por presunta comisión de un delito de desórdenes públicos. Debe ser que los servicios de correos no funcionan y que el asunto es tan grave como para desplegar a un equipo de encapuchados que asaltaron a personas perfectamente normales, a plena luz del día y de manera totalmente exagerada para llevárselos prácticamente en volandas, esposados, sin darles ningún tipo de información.
Trate de imaginar por un momento que usted se encuentra comiendo tranquilamente, un miércoles, en una jornada laboral. Y que, al salir del restaurante, se abalanzan sobre usted dos personas encapuchadas y con la cara tapada. Le cogen por fuerza de los brazos y se lo llevan prácticamente a rastras hasta introducirle en un coche. En ese momento de susto alguno le enseña una placa de policía. Pero nadie dice nada, nadie explica qué ocurre. Y una vez en la comisaría le hacen fotos, como a un delincuente, le toman las huellas y le dejan esperando a que llegue un abogado.
Imagine la cantidad de cosas que se le pueden pasar por la cabeza. Entre otras, como en el caso de uno de los alcaldes detenidos, mientras aguanta el dolor que le están produciendo unas esposas fuertemente ajustadas —que le están produciendo lesiones—. Todo así, de pronto y sin sentido.
¿Por qué? Pues porque el 1 de octubre presuntamente participaste en una manifestación, en una acción que paralizó el recorrido de los trenes durante dos horas. O, más interesante aún: porque estabas trabajando, como fotógrafo acreditado, para captar imágenes de estos hechos. Con tu brazalete identificativo.
Las detenciones fueron ilegales porque carecían de una orden judicial y no se justifican cuando se trata de entregar una notificación: para eso está el correo certificado
Las detenciones fueron ilegales, porque carecían de una orden judicial. Porque no se justifican cuando de entregar una notificación se trata. Porque para eso está el correo certificado, la vía de notificación inicial. Y porque no se da ninguna de las razones previstas por la ley para actuar de semejante manera.
Como decía, esto sucedió el miércoles. El mismo día que Pedro Sánchez daba un discurso lamentable en el Parlamento Europeo, al que prácticamente no acudió nadie salvo un grupo de eurodiputados que se encargaron de recordarle la vergüenza que supone tener presos políticos en el país que preside, ese del que estaba hablando mientras se llenaba la boca de derecho y democracia. Y por si esto fuera poco, en España se estaban produciendo una serie de detenciones por la UCO de un grupo de inspectores de Hacienda acusados de haber cometido presuntamente delitos de corrupción. Concretamente, se habrían encargado (presuntamente) de hacer inspecciones a empresas, donde les ponían “sanciones” (falsas) para derivarles a asesorías fiscales (con las que estaban conchabados) para así llevarse una parte de las cuantías que debían pagar con el objetivo de tener los papeles en regla.
Y por si la actualidad viniera liviana, ya se encarga el excomisario Villarejo de echarle vinagre. Porque esta semana hemos podido conocer que en próximas fechas, según avisa, tirará de la manta y podremos conocer información relevante sobre hechos que han supuesto cambios históricos y fundamentales para España.
En este panorama llega otra pieza para tratar de ser encajada en el puzle. La del vídeo que la fiscalía presenta como prueba para tratar de argumentar la violencia (pieza clave para el delito de rebelión) en el caso judicial a los líderes del proceso soberanista de Catalunya. Aquí puede verse el vídeo donde tratan de mostrarse imágenes referentes a las concentraciones ante la Conselleria d'Economia i Hisenda (por las que se ha imputado a los Jordis).
Será en Europa donde cada prueba, cada denuncia que hagamos ante esta farsa, pueda encontrar una respuesta justa
El vídeo que presenta la fiscalía está editado, o sea, manipulado. Introduce imágenes que no tienen que ver con lo que hace referencia. Concretamente, mezcla lo sucedido ante la Conselleria d'Economia con lo que ocurrió en la puerta de la sede de la CUP, donde la policía intentó entrar sin tener orden judicial. Y por esta razón los cuerpos policiales tuvieron que marcharse de allí después de la resistencia pacífica y no violenta por parte de militantes y simpatizantes de la formación política.
Es la constatación de la construcción de un relato falso. Otra más. Y precisamente para evitar que este relato penetre en la opinión pública española algunos llevamos tiempo proponiendo que se vean los documentales que fueron realizados precisamente para poder ver lo sucedido. Concretamente el documental sobre el 20 de septiembre, sobre las concentraciones ante la Conselleria d'Economia i Hisenda, es este.
Es fundamental seguir grabando, seguir recabando toda la información posible por parte de todos. Por lo que parece, demostrar la inocencia va a ser la única manera de desmontar todo este falso relato que parece servirse de cualquier forma (legal, ilegal, correcta e incorrecta) para salirse con la suya.
Jordi Sànchez ha denunciado la manipulación de la fiscalía: sabemos que posiblemente en España esto no sirva de mucho, pero no podemos permitir que el falso relato cale. Será en Europa donde cada prueba, cada denuncia que hagamos ante esta farsa, pueda encontrar una respuesta justa.
Y es que, como rezan unas sabias palabras, “donde no hay justicia es un peligro tener razón”.