Salvador Illa, actual president de la Generalitat de Catalunya, ha ido este fin de semana a la Feria del aceite de Jaén en Sabadell. Ferias hay muchas, y aceite también, porque este es un sector muy importante en Catalunya, aunque su president parece que no lo sabe, lo obvia o, sencillamente, sus intereses son otros. En los días que hace que preside el país, ya ha quedado claro que Salvador Illa tiene mucha afición a visitar España; le gusta más hacer de embajador de Catalunya que no de president. Y, aunque también es cierto que cada uno tiene el nivel que tiene, este papel ya cuadra con su concepción del Estado español y del papel que Catalunya debe tener en él. No es la primera ocurrencia que tiene en este sentido, pero de momento es la menos afortunada, a pesar de haberse quedado en Catalunya, porque hay muchas maneras de traspasar fronteras.
Ante el alboroto que ha generado esta excursión, la mejor justificación que se le ha ocurrido al Govern, por medio de su portavoz Lluïsa Moret, ha sido hablar de la solidaridad y hospitalidad que nos caracteriza a los y las catalanas, como si se tratara de un mal chiste. Dado que ha quedado todavía más claro que primero los de fuera —es decir España y quien es español— y, después, si hace falta y conviene y quizás aún no, los de casa.
Ha quedado claro que Salvador Illa tiene mucha afición a visitar España; le gusta más hacer de embajador de Catalunya que no de president de esta
Por tanto, manteniéndonos en estos términos, ¡ya veis lo mal que pinta la financiación singular! Acabaremos perdiendo hasta la camisa en esta nueva incursión política para enderezar —o fingir hacerlo— aquello que nunca se puede enderezar en el marco del Estado español: las balanzas fiscales y la infrafinanciación de Catalunya por parte del Estado. No hay nada más español que el espolio a Catalunya y a la ciudadanía que vive allí. No solo a aquellos que se consideran catalanes y catalanas, porque en eso el Estado va a saco.
Cuando Esquerra Republicana nombró a Salvador Illa president 133 de la Generalitat de Catalunya, todo el mundo sabía que lo que había llegado a la Generalitat de Catalunya era la Marca España. Todo el mundo, incluso la misma Esquerra Republicana, por mucho que disimulara para intentar justificarse hablando de alianzas de izquierdas y de la financiación singular como grandes ganancias de país producto del pacto. No engañaron a nadie; más allá de los que se quisieron engañar a ellas y ellos mismos, porque así les convino. Por otra parte, el mismo Illa muy pronto hizo evidente que el 155, como era de prever, no va en absoluto a ser una anécdota en su vida. Muchos de los cargos que ha nombrado, también; lo que constituye no ya una declaración de intenciones del nuevo president, sino seguir con plena coherencia el camino que había trazado compartiendo escenarios de reivindicación y protesta con societat civil catalana y Vox.