A Enric Hernàndez se le tiene que reconocer una virtud no siempre habitual en los directores de diario de la tribu: el capataz de El Periódico publica editoriales y artículos de opinión que tienen influencia política contrastable y consigue, a menudo con muy buen olfato, superar el ámbito lector de los clientes que le compran el panfleto. Recordaréis a buen seguro uno de estos casos, con el título "No nos señaléis" y publicado el 30 de julio del 2015, un artículo en que el periodista se disfrazaba de recluido en Birkenau y reclamaba la no criminalización de todos los catalanes que viven en la sectorial de la Tercera Vía: "No nos apuntéis mientras vagamos en tierra de nadie —escribía Hernàndez— perdidos en este campo de batalla que tan laboriosamente habéis minado. Eso sí, cuando el fragor de añagazas y amenazas haya cesado, cuando la munición electoralista se agote y llegue la hora de reconstruir cuanto habéis destruido, entonces sí podréis contar con nosotros. Ahí estaremos, sin señalar a nadie."
La cancioncilla de los neutrales ya es bastante conocida: hay dos bandos irreconciliables de gente obtusa (el independentismo y la derecha rancia, se entiende) y nosotros, pobrecitos, subsistimos abandonados en el camino de la reforma, del justo medio y del juicio, víctima de las iras respectivas. Ha hecho falta muy poco tiempo para dinamitar este argumento, que es fraudulento de base por el simple hecho de que los defensores de una reforma de España no se encuentran en el justo medio de ninguna ideología política, sino que apuestan por la utopía de mutar el alma de un país que encuentra perfectamente normal colonizar Catalunya a base de ignorar aquello que sus ciudadanos pretenden decidir sobre su gobierno, en tanto que adultos responsables. ¿Se puede defender perfectamente y racionalmente una reforma de España? Sólo faltaría, pero quien lo haga no se tiene que refugiar en la trinchera, sino explicar qué posibilidades reales de efectividad tiene su apuesta.
En la Catalunya de Hernàndez, no sólo se señala, sino que se desacredita
Pero la cosa no se acaba aquí, porque Hernàndez y los suyos también han señalado, y —como hemos sabido de sobras— no han tenido ningún tipo de pesar al fabricar un documento verbal y convertirlo torpemente en un ticket de compra de la CIA hecho portada, con tal de poner entre paréntesis la excelente tarea policial de los Mossos. Hernàndez también señala (y tiene todo el derecho del mundo, ni hay que decirlo), como así también lo señalaba, con dedo alzado, Soraya Sáenz de Santamaría en la ya conocidísima obra maestra fotográfica de nuestro gran Sergi Alcàzar. De hecho, el periodista ha hecho mucho más que señalar; ha intentado (con bastante éxito) generar un hervor según el cual el atentado de la Rambla podría haberse evitado y, a su vez, romper el idilio de la ciudadanía con los Mossos y su estupendu Mayor. En la Catalunya de Hernàndez, no sólo se señala, sino que se desacredita.
Según Hernández y los suyos, Catalunya es uno de los pocos países del mundo donde los atentados no son culpa de los terroristas, sino de la policía. Por mucho que Forn y Trapero aduzcan que conocían decenas de alertas similares y por mucho que hayan explicado como las habían puesto en conocimiento de las autoridades españolas, Hernàndez no tendrá nunca suficiente, porque aquí lo que hace falta es hacer entender a los españoles que el mando policial catalán es inepto y que eso explica la simple condición de autonomía que nos es regalada. De hecho, aunque el atentado se hubiera podido evitar (como así pasa en decenas de ocasiones ignotas), aunque un mosso o una mossa hubiera volado en tirolina desde el Ateneu Barcelonès y hubiera parado él o ella misma la furgoneta y abatido a los terroristas él solito o solita, Hernàndez habría inventado alguna transcripción verbal que pusiera en duda su heroísmo.
A medida que se acerca el 1-O estáis demostrando que, antes de ayudar a que los catalanes decidan su futuro, os inmolaríais con fuego
Celebro que Hernàndez señale a los Mossos, porque así nos ayuda perfectamente a ver qué se esconde tras la pérfida superioridad intelectual de la Tercera Vía, algo que pasa no solamente por la pervivencia del statu quo, sino que exige también la degradación de cualquier éxito de unas fuerzas de orden cuya cabeza visible ha prometido obediencia al president de la Generalitat. Yo te señalo, Enric Hernàndez, no sólo porque me da la gana, sino porque a menudo me gusta imitar a Soraya y su gesto. Yo te señalo, Enric Hernández, porque a medida que se acerca el 1-O estáis demostrando que, antes de ayudar a que los catalanes decidan su futuro, os inmolaríais con fuego. Yo te señalo, Enric Hernàndez, porque cuando fundemos el nuevo país edificaré los escombros de la verdad sobre las cenizas de tu fraude.
PS.- Por cierto, Évole: ¿cuándo harás un documentalito de los tuyos sobre Hernàndez? Lo esperamos con frenesí...