El president Torra irrumpió ayer en el escenario del TNC prometiendo propuestas y no protestas. Pero una hora después, por desgracia, no se hallaba en la conferencia del 131 nada más que no fuera un memorial de agravios que habría podido firmar cualquier pujolista, elegantemente relleno de la habitual nómina cultureta de poetas y cronistas de la tribu y dicho con un sonsonete capellanesco de eterna disculpa. El problema de Torra y del independentismo es de base, de osar decir que "no hemos dado ningún paso atrás ni hemos renunciado a nada" cuando el Govern de la Generalitat ya renunció a aplicar la Ley de Transitoriedad y la Ley del Referéndum, como se había comprometido en sede parlamentaria, y allí también renunció a investir al candidato con más apoyos después del 21-D y a restituir a los consellers injustamente encarcelados. No hay ninguna verdad que se pueda cubrir con cemento en un subsuelo de mentiras: nunca funciona en literatura, como sabe bien el presidente, y todavía menos en política.
Los titulares de hoy contarán que Torra volvió a pedir un referéndum vinculante a Pedro Sánchez cuando, de hecho y en realidad, el 131 se dedicó a suplicarlo de rodillas, haciendo aquello tan resudado de apelar al espíritu de los españoles de bien, a los que, como manda la canónica, uno se tiene que dirigir en cervantino. Había instantes de la charla en que no veíamos el presidente del país, sino el espíritu de Cristina Fallarás buscando lacitos amarillos de empatía por toda la geografía española. Torra no respondió cómo dejará de acatar las condenas a los presos políticos (que no están en las prisiones españolas, Muy Honorable, sino en centros penitenciarios de catalanísima titularidad, de los cuales el Govern tiene las llaves), y se contagió del lenguaje neoconvergente de Esquerra buscando la fraternidad de un estado que ya ha expresado mil y una veces que no le interesa para nada la liberación de la tribu ni un referéndum que lo posibilite. Ayer, Sánchez debió respirar tranquilo.
Saberse del lado correcto de la historia, querido Quim, no certifica ninguna victoria en el terreno de la política
Un país no puede alcanzar la libertad plena cuando, después del 1-O y de la violencia del Estado contra los ciudadanos, su más alta instancia solo les regala como solución de todo la creación de un Foro Cívico y Constituyente y la delirante propuesta de iniciar una marcha por la libertad y los derechos humanos. Cuando lo oía, os lo digo honestamente, tuve que frotarme los ojos para certificar el velatorio. Saberse del lado correcto de la historia, querido Quim, no certifica ninguna victoria en el terreno de la política. Este es el drama del independentismo (profundamente arraigado en el carácter de los catalanes): pensar que te darán la razón por el simple hecho de que la tengas. Yo, sinceramente, no sé qué hemos hecho para merecer este funeral continuo y esta gincana perpetua como única solución. Espero que la gente llene la Diagonal la próxima Diada, cierto, pero deseo con igual fuerza que mis conciudadanos empiecen a decir basta y a no dejarse engatusar nunca más.
Nuestro momento pasa por decirnos la verdad. Puesto que nada, president, nada puede salir de tanta falsía. Nada de nada.