Tengo 54 años. Nací en Osijek, hoy Croacia, antes Yugoslavia. He tenido tres nacionalidades: nací yugoslava, posteriormente me dieron la española, después con la independencia me dijeron que era croata y ahora, nunca se sabe, espero que algún día pueda tener la nacionalidad catalana. De mi país conservo las raíces, sobretodo en lo relativo a la educación y la importancia de educar con criterios artísticos; de allí me largué cuando tenía dieciocho años, primero a Milán y después Barcelona. He fundado, dirijo y lucho para mantener vivo el Antic Teatre, un centro de creación contemporánea y cultura de base en la calle de Verdaguer i Callís, que ahora vive bajo la amenaza de la especulación y gentrificación que está destruyendo a Barcelona y sus barrios. La cultura es un bien de primer necesidad que debemos defender a diario. Por eso ayudo a impulsar la plataforma Cultura de Base y el ParlaMent Ciutadà de Cultura de Barcelona.
Provienes de un país y de un sistema que ya no existen.
Tras la Segunda Guerra Mundial había muchos países socialistas en todo el mundo. El capitalismo, que es un sistema inseparable del fascismo, trabajó muy duro para destruirlos a todos y, de hecho, ya no queda ni uno (porque la China es sólo un gran supermercado; de socialismo no tiene nada de nada). Entre estos países existían muchas diferencias y la gente –por falta de interés y sobretodo de educación histórica– no los discrimina y los trata como una unidad monolítica. Josip Broz Tito, por ejemplo, ya se alejó de las ideas de Stalin (de su pensamiento totalitario y dictatorial, que había caracterizado a la Unión Soviética) tan pronto como el año 48. Nosotros –para ellos, los rusos– éramos prácticamente un país capitalista, porque teníamos un sistema de economía que incluía el sector privado, ¡hasta teníamos casinos!
Pero allí sobretodo aprendí que el arte y la cultura son el bastión principal de un país. Por eso, y no es casualidad, he dedicado tantos años a este centro de cultura donde estamos ahora. En mi país, el arte, y la práctica del arte, eran asignaturas obligatorias en el marco del sistema educativo público. No existían escuelas privadas, ni discriminación o segregación por motivo alguno, especialmente de género. La religión era un tema absolutamente libre: la Navidad, por ejemplo, no era una fiesta nacional, ni destinábamos recursos a la Iglesia por obligación. Aquí hay mucha gente que se declara comunista o anticomunista sin haber leído nada de nada sobre los países que así se definían ni sin saber a qué se refieren cuando se declaran enemigos del comunismo.
¿Había libertad?
Estudiábamos ciencia política, también marxismo, pero sobretodo arte: la danza, el teatro, la música y la pintura eran asignaturas fundamentales en la escuela. Eso provocó, en primer término, que existiera mucho trabajo para los artistas y un mundo del arte muy vivo. Ésta fue una de las cosas que más me sorprendieron cuando llegué aquí, cuando España era un país fascista, ¡cosa que todavía se mantiene! A mi modo de ver, España todavía es un país fascista, porque la gente que ganó la Guerra Civil mantiene el poder en las empresas, los bancos, el sistema judicial e incluso en el ámbito de la educación. Yo hace 35 años que vivo aquí y todavía no he visto una transformación radical del poder en este sentido.
La cultura es un cultivo constante de la persona; eso quiere decir que no sólo es una técnica o un aprendizaje que haces en clase y que te lleva a pasar o suspender un examen
La cultura es un cultivo constante de la persona: eso quiere decir que no sólo es una técnica o un aprendizaje que haces en clase y que te lleva a aprobar o suspender un examen. En mi país hacíamos muchas excursiones en bus, cada mes, para ir al teatro y a museos y después nos hacían escribir sobre la experiencia, para debatir y opinar, y así favorecer que tuviéramos un pensamiento realmente crítico. ¡Eso no te cae del cielo, se trabaja! A Tito, por ejemplo, le encantaba el cine y en mi país conseguimos tener una industria cinematográfica brutal.
Barcelona, 1985.
En Milán, en una de las primeras casas okupas que se crearon allí, el Centro Sociale Virus, tuve la suerte de conocer a Rosa, la teclista de la primera banda punk que hubo en Barcelona, Ultimo Resorte. Con Rosa tuvimos una gran amistad y queríamos irnos a Ámsterdam, que en aquel momento era la meca en lo que concernía a casas okupas, conciertos punk, etcétera, y además yo tenía algún amigo que andaba por allí, porque cuando te vas al extranjero siempre buscas algún contacto de casa. Entonces Ros me dijo “primero pasaremos por Barcelona” y yo pensé “pero si es un país fascista, ¿qué coño haremos allí?”. Piensa que en aquella época los punks viajábamos con billetes de Interrail falsificados, era un movimiento muy libre. Así pues, me vine con Rosa y fui entrando en los pequeños reductos punk y hard-core la ciudad, que eran muy reducidos y minoritarios.
En la estación, de hecho, nos vinieron a buscar el cantante y el guitarrista de la banda Subterranean Kids, que tenían algunas canciones de repertorio propio pero que todavía no habían hecho ni un concierto. En aquel momento, la gente que tocaba y los amigos de las bandas íbamos, a las cinco o a las seis de la tarde, a locales de ensayo y ahí pasábamos el resto del día. Ellos, por ejemplo, lo tenían en Nou de la Rambla, cerca del Bagdad, en un sótano que era mortal. Yo venía de un país socialista, donde los centros culturales estaban llenos de talleres y espacios de radio, de estudios de dibujo, de canto y de repente me encuentro en un antro infecto, ¡tendrías que haber visto el lavabo! La insonorización se hacía con cajas de huevos, tenían moquetas, colchones… También íbamos al estudio de GRB, una banda similar muy importante. Nos pasábamos allí toda la tarde hasta que los vecinos, a las diez, nos echaban porque hacíamos ruido.
Después habáin uno o dos sitios dónde podíamos ir: el Kafe Volter de la calle Escudellers, que fue un local fantástico para todos los seguidores del punk. A medianoche también cerraban, y entonces salíamos a la calle, porque la vida en la calle a mediados de los ochenta en Barcelona era una cosa brutal, estaba todo abierto hasta muy tarde; como venían los buques americanos existían muchos cabarets, también mucha prostitución… Pero existía un gran sentimiento de libertad y la noche nunca se acababa. De esto, evidentemente, no queda nada.
Barcelona borra su pasado con facilidad.
Mira, cuando nosotros salíamos de los bares íbamos a las escaleras de Santa María del Mar o a la plaza Reial, ¡que entonces no estaba ni cimentada! Era un lugar lleno de palmeras y de tierra y a mí, que venía de un país del centro de Europa con la nieve siempre en los talones, ¡me parecía un espacio maravillosamente exótico! ¡Yo flipé! A veces estábamos allí toda la noche, hablando, jugando, escuchándonos… Así era nuestra vida. ¡No existía ni un solo local de conciertos! Sólo uno, el Zeleste de la calle Argenteria, que alguna vez, muy pocas, programaba un concierto de nuestro rollo. Pero también hay que decir que teníamos un problema brutal con los skinheads, los nazis de Barcelona. Ellos venían a nuestros bares buscando hostias y con ellos teníamos peleas continuas. Te hablo de peleas físicas muy duras. Después de los conciertos, estos tíos buscaban a los punks en el metro para matarles a cuchillazos. Había una guerra total, muy fuerte. Una vez vinieron los Toy Dolls a Zeleste y tuvimos una pelea antológica. Nosotros siempre pensamos que esta gente era un brazo paramilitar de los grises, del propio sistema facha de Barcelona. Porque fuéramos dónde fuéramos allí estaban unos y otros y nos cascaban. Así era nuestra vida.
A mí me gustaba mucho el estilo de la Industrial Music, con gente como Einstürzende y la música de Blixa Bargeld. Pero en otros lugares de Europa tenían tiendas de música donde se podía comprar casetes o escuchar algo, tenías programas de televisión o revistas… ¡Aquí nada de nada! No existían ni técnicas de serigrafía para hacerte camisetas de tus grupos favoritos! Con Boliche, el batería de Subterranean Kids (de quien me enamoré) conocí a personas que hacían grafitis i fanzines. La gente como Boliche los hacían con fotocopias, y después nos pasábamos la música con casetes de mezclas de muchas bandas. A él le enviaban cintas de todo el mundo y las mezclaba. También traducíamos las letras, porque el mensaje del punk era importantísimo, por encima de todo en su contenido anárquico.
Barcelona es quizás el único lugar del planeta donde se hizo una revolución anarquista de verdad, en 1936
Este es uno de los puntos clave de Barcelona, seguramente el único lugar de todo el planeta donde se hizo una revolución anarquista de verdad, en 1936. Eso lo he tratado en un espectáculo en el que actúo sola desde hace tres años titulado precisamente Anarchy, con la Societat Doctor Alonso. ¿Por qué ya nadie habla de estas cosas aquí? ¡Porque cuando los fachas ganan aniquilan totalmente la anarquía! Fíjate que en Barcelona no hay ni una sola persona que no tenga algún ancestro relacionado con el anarquismo. El movimiento era muy importante, ¡y lo han aniquilado! También en América, donde todavía existe una prohibición expresa de creer en otro sistema que no sea el capitalista.
En Barcelona no hemos tenido ni un solo gobierno real de izquierdas
De la cultura viva se pasó a la cultura institucional. Una prisión.
Este es un problema enorme de la política cultural del que tampoco se habla nunca. En Barcelona faltan muchos espacios en los que se hable realmente de lo que es política cultural, de cuál debe ser su estrategia, de quién la hace, de dónde está el poder, etc. La cuestión de la política no tiene sólo que ver con quién está en el gobierno cada legislatura: en Barcelona hemos tenido 30 años de PSC, después CiU y ahora Barcelona en Comú. Pero nunca hemos tenido un solo gobierno real de izquierdas, porque tú no te puedes definir como progresista sin tener como prioritarios la cultura y el arte. Porque la cultura es un bien de primera necesidad y no siempre tiene un cariz material; un espectáculo no es como un libro que te puedes llevar a casa. Por tanto, el primer problema es que no hay arte en la educación, no es obligatorio, y después no se promueve ni un solo tipo de acercamiento de la ciudadanía al arte. Por eso estamos como estamos.
En el caso de Barcelona, se han seguido ciegamente los dictados de la Unión Europea y de Bruselas. Yo soy una de las personas que más habla de los efectos del neoliberalismo en la cultura: el problema es que siempre me invitan fuera, ¡nunca aquí! La base del neoliberalismo es la sectorialización del arte: separar, la danza, la música, el teatro, el circo, el arte visual… así nunca se funciona ni se transmite como una unidad orgánico. Después se ha ido imponiendo un vocabulario del hecho artístico que habla de cosas como la “excelencia”. Esto empezó con Thatcher y el proceso de desindustrialización que vivió Reino Unido en los 80. Como mucho espacios industriales quedaron desiertos, porque la manufactura viajó a países donde la obra de mano era más barata, se implantó aquello que se conocía como “fábricas de creación” o “motores de industria cultural”, unos lugares en los que un artista que no produjera y que, por tanto, no convirtiera su producto en dinero simplemente no interesaba. Cuando ella entra en el poder empieza a comprar y a cerrar todos los lugares en los que el arte era una práctica comunitaria para construir “espacios de excelencia” donde sólo la gente con “talento” (y éste es otro de los conceptos que se implantan) tiene derecho a acceder. Yo combato enérgicamente la idea del arte para la excelencia, porque todos tenemos derecho a practicarlo. No todos tenemos que ser profesionales para hacer arte.
Yo combato enérgicamente la idea del arte para la excelencia, porque todos tenemos derecho a practicarlo. No todos tenemos que ser profesionales para hacer arte
Pues éste es el exactamente el problema de política cultural que sufrimos aquí. Mira, ahora tenemos hasta once fábricas de creación especializadas que reproducen la estrategia cultural de la censura, de todos aquellos que querían aniquilar la cultura independiente de la ciudad. No me refiero a espacios privados, comerciales, te hablo de la cultura autogestionada, de lugares como la Kasa de la Muntanya, de las pocas que han quedado operativas. Entre los años 90 y 2.000 Barcelona tenía un movimiento okupa brutal: ¡en un fin de semana podías visitar más de diez casas para ir a hacer charlas, cenas, conciertos, fiestas para niños, familias! Yo cuando me fui a Ámsterdam a estudiar danza en la School for New Dance and Theater Development (SNDO) flipé con esta vida artística. Porque, como te decía antes, la creación es como aprender a leer o a escribir; ¡no se improvisa, tiene que estudiarse! Y aquí, en todo el país, no existe ni una sola escuela de arte que valga la pena. La gente, cuando acaba el Institut del Teatre, no sabe qué es un performance; ¡esto nos lo cuentan sus propios alumnos!
¿Pero qué paso entonces? Que en Holanda, al final, prohibieron la okupación. Y todas la ciudades de la UE lo imitaron. Aquí ya íbamos tarde, ¡porque justo empezamos a okupar casas en el año 87! Pero en los 90 la gente de todo el mundo venía a ver las casas de Barcelona, y éramos una ciudad admirada en ese sentido; hasta que el poder dice que ya basta y empieza la represión. Se desaloja La Makabra, un espacio enorme de circo en Poblenou y, curiosamente, sólo dos semanas después el Institut de Cultura de Barcelona abre su proyecto de La Central de Circ. ¿Qué casualidad, verdad? ¡De una gente que tenía libertad y autogestión se pasa a una institucionalización! Esta voluntad del gobierno de Barcelona sólo responde a un objetivo: controlar la cultural. Cuando estos espacios hablan de cultura de base o de autogestión a mi me entran ganas de reírme… ¡Es ridículo! Porque la gente que lo estamos haciendo de verdad sabemos que eso no es así, y el pueblo también lo sabe, porque la gente no es imbécil.
El Antic Teatre, una excepción.
Antes de llegar aquí yo había hecho teatro durante diez años con La Fura dels Baus, en giras por todo el mundo; allí viví el ejemplo de un proyecto que empezó des de lo más underground y que ha acabado trabajando como una empresa más, con criterios capitalistas. Acabada esta etapa, un grupo de gente buscábamos un local de ensayo, porque ensayábamos en las naves okupas del carrer de Ca l’Alegre de Dalt, cerca de la antigua Beckett. Un día llovía y estábamos todos mojados por las goteras y decidimos que, por primera vez, buscaríamos un espacio propio. Piensa que teníamos 35 años y que para formar parte de la cultura okupa necesitas mucha energía y ya no éramos tan jóvenes; cuando okupas un lugar tienes que pensar quién es el propietario, si tu desalojo será inminente o no, cómo se puede luchar para defenderlo, y después sobretodo tienes que saber cómo adecuarlo, porque la mayoría están llenos de mierda, y sobretodo qué trabajo realizarás allí. También tienes que ser consciente de que los harás gratis, ¡porque todo esto nosotros lo hacíamos por amor al arte!
Pues así encontramos el Antic Teatre, que estaba abandonado, absolutamente en ruinas y que era, básicamente, una cueva. ¡Pero después supimos que el Antic tenía una historia de práctica cultural continuada en Barcelona de más de dos siglos! Esto antes se llamaba Círculo Barcelonés de Obreros de San José, una asociación que hizo el arquitecto Joan Martorell, que había diseñado un proyecto muy interesante para reformar la fachada de la Catedral de Barcelona que, finalmente, no se aprobó. ¡Tenemos estatutos documentados des de 1879! Ahora somos una asociación y una empresa. Cuando empezamos con esto, la gente de la vanguardia y de la experimentación escénica teníamos muy claro que no queríamos hacer arte comercial. Pretendíamos hacer arte crítico, transformador… cosas que todo quisque se pone en la boca pero que aquí no hace nadie.
En el Antic Teatre trabajamos con la idea de que el artista debe encontrar su propio lenguaje
Aquí trabajamos con la idea de que el artista ha de encontrar su propio lenguaje, que no se puede copiar ni aprender en una escuela: porque si tú te mueves o hablas como toda la clase de una escuela no te singularizas. Debes trabajar mucho el concepto de lo que hacer y cómo lo vas a llevar a escena de una forma potente. De esto depende que, al final, un espectáculo gire por todo el mundo o no tenga transcendencia alguna. Aquí no nos interesa hacer espectáculos de un texto adquirido, aunque esté reformado con otras fuentes o desconstruído, con tal de subirlo a escena. No programamos gente muerte, no queremos hacer un Shakespeare más, ¡porque esto ya lo hace todo el mundo!
Barcelona no tiene ni un solo teatro que se dedique a la producción y exhibición de formas artísticas contemporáneas
El Antic ha sido cantera de artistas.
De l’Antic Teatre ha salido El Conde de Torrefiel, que empezó aquí en 2010 y ahora es una de las compañías que más produce fuera de España. Nosotros, insisto, no tenemos ni un solo teatro que se dedique a la producción y exhibición de formas artísticas contemporáneas! Tanie Beyeler y Pablo Gisbert, los creadores de la compañía de la que ahora te hablaba, siempre insisten en el hecho de ser un grupo creador de espectáculos con ayudas de la Generalitat ¡pero que aquí no los conoce ni dios! Mira, ellos acaban de producir un espectáculo para el Kunstenfestivaldelesarts en Bruselas, que es uno de los certámenes más importantes del planeta, y han estrenado en su Teatro Nacional, el más importante de todos, Le Plza. Giran por todo los teatros del mundo… ¡y aquí sólo se les ha visto dos veces en el SAT!, en ocasión del Festival Grec! Eso está muy bien, pero ellos merecerían esta un mes en nuestro TNC para que el pueblo pudiera entender qué es el arte actual, porque ahora no pueden acceder a nada de esto. El teatro que se hace en el mundo es de una ambición que está a años luz de todo lo que vemos aquí.
¿Otros ejemplos? Societat Doctor Alonso. Con ellos, en 2017, hice Anarchy, un espectáculo donde la gente tenía cuarenta guitarras eléctricas en la sala que podía tocar a gusto mientras yo hacía una performance, como una instalación. De este espectáculo hemos hecho 150 actuaciones fuera de España, ¡las de aquí las podría contar con pocos dedos de mi mano! También tenemos a gente como Agnés Mateus o Quim Tarrida, artistas del Antic, que hicieron aquí un espectáculo muy potente, Hostiando a M, y después Rebota, rebota y en tu cara explota. Con este último llevan dos o tres años de gira, y es de los pocos que ha conseguido girar por Catalunya en teatros municipales, ¡lo cual nos ha hecho flipar bastante a todos! ¿Por qué? Pues porque no existen circuitos donde se pueda programar el arte que nosotros proponemos y porque los medios y la cultura dominante los hace invisibles. No tenemos revistas, ni programas de televisión que puedan hablar de ello con cierta profundidad. ¿Por qué nadie viene aquí a hablar de lo que hacemos para transmitirlo?
Necesitamos aprobar un estatuto del artista con urgencia
Pero hay otro problema por el cual llevo treinta años trabajando. Es este país es urgente aprobar un estatuto del artista. Esto en Francia existe desde 1934; empezó con el cine y después se hizo extensivo a todos los sectores. Sarkozy se lo intentó cargar y, afortunadamente, no pudo, porque en Francia es vigente un estatuto que favorece una situación laboral de intermitencia. ¿Qué quiere decir esto? Cuando yo curro, produzco, actúo, etcétera, cobro por mi trabajo. Eso sólo faltaría. ¿Pero qué pasa cuando no lo hago, cuando estoy fuera del escenario o preparo un nuevo proyecto? ¿De qué como? ¿Cómo pago las facturas? En Francia hay un sistema de financiación que tiene en cuenta esta situación laboral y que también tiene un control de tu actividad para fiscalizarte.
¿Cómo funciona el neoliberalismo en Barcelona? Para pedir subvenciones te obligan a ser una empresa, una SL
Eso es lo que quiere combatir el neoliberalismo, especialmente en los Estados Unidos. Yo estuve hace tiempo en La Mama, uno de los teatros experimentales de Nueva York y está que se cae a rozos. ¡Yo flipaba, porque parecía una ruina y no tenía inversión pública alguna! Pues aquí en Europa estamos luchando para que la cultura tenga el presupuesto que merece, y a pesar de ello está en la cola de todos los otros ámbitos: cualquier tipo de industria goza de más recursos. Ningún político tiene un discurso realmente cultural. El estatuto del artista es muy necesario, porque aquí los artistas viven a la intemperie, como simples autónomos. ¿Cómo funciona el neoliberalismo en Barcelona? Para pedir subvenciones te obligan a ser una empresa, una SL. Pero pedir una ayuda es algo a lo que tenemos derecho por una cuestión de ciudadanía, ¡porque por ello pagamos nuestros impuestos! ¿Por qué tenemos que pasar por esta imposición? Por mucho que el gobierno de los Comuns se llene la boca de hablar del asociacionismo y del corporativismo, ¡si tú no cambias este sistema perverso sólo haces cháchara!
El mundo artístico, por ejemplo, no tiene un sistema fiscal propio, no tenemos claro qué pasa con las contrataciones, con la maternidad, con el riesgo de accidentes o las pensiones. Los artistas, incluida servidora, ¿qué pensión tendremos, si hemos sido autónomos toda la vida? Si tu no tienes un estatuto, ser artista no es un trabajo, es un delirio! En Francia, siguiendo con el ejemplo, está prohibido que un artista actúe gratis, a excepción de casos de beneficencia. ¡Cuando nosotros hablamos de precariedad y de miseria apelamos a estas cosas! Fíjate en la Diputació, una institución con un presupuesto millonario que no destina prácticamente nada al mundo de la cultura. No invierten nada, ¡y eso es muy fuerte! Pero también el Ayuntamiento, que tiene un presupuesto de 150 millones de euros para cultura de los que sólo 4 salen a la calle, en una convocatoria pública y abierta de subvenciones donde debe competir todo el sector! Cuatro millones para toda Barcelona es una miseria. ¿Dónde va el resto del dinero? ¡Es de una opacidad total!
Por eso ya hace un año que denunciamos los problemas derivados de la gentrificación, de la subida de alquileres, porque el impacto en el mundo de la cultura es brutal. Hemos creado el movimiento Cultura de Base en el que pretendemos ayuntar todos los proyectos de cultura independiente de la ciudad, de los espacios más pequeños a los virtuales, incluyendo todos los ámbitos que eviten la sectorialización que antes denunciaba. La unión hace la fuerza y ahora ya somos 60 proyectos. De aquí ha nacido el ParlaMent Ciutadà de la Cultura. El próximo lo haremos el 6 de marzo y ayuntaremos a todo aquel que quiera aportar algo de lo que te he comentado. Si hay gente que está preocupada por el futuro de las bibliotecas, por la externalización cultural, lo que sea, ¡pues que se añada! Este próximo lo dedicaremos al tema de la cultura de base y ya preparamos una página web con un mapping para hacer visible la precariedad: cada proyecto deberá presentar gráficos de sus presupuestos, así quedará constancia de con qué miserias estamos trabajando. También queremos construir un observatorio ciudadano de la cultura en Barcelona. Hemos hablado con todos los partidos políticos para que nos ayuden a hacerlo. ¿Y sabes qué? Ni uno ha querido colaborar, ¡ninguno ha querido darle más poder al pueblo! ¡Es brutal! El Institut de Cultura tiene un consejo que debería tener un espíritu ciudadano, pero es absolutamente inoperante, no hace nada para cambiar de políticas! Nosotros somos ciudadanos y tenemos derecho ha hacer arte! Eso es lo que queremos que se entienda, que el arte no es de las administraciones! ¡Son ellas las que están a nuestro servicio!
Ojalá existiera un Antic Teatre en cada barrio de Barcelona
El futuro del Antic Teatre peligra.
El Antic es un centro que, como te he dicho, estaba en ruinas cuando lo descubrimos. Tiempo después, en 2004, nos dieron un premio Sebastià Gasch d’Arts Parateatrals del FAD por recuperar un centro cívico abandonado y transformarlo en un puntal de la escena contemporánea. Y el mismo año nos dieron el premio de la Feria Internacional de Teatro y Danza de Huesca, en reconocimiento a la programación más innovadora de todo el Estado. ¡Todo esto sin subvenciones ni nada de nada! En 2005 el Ayuntamiento lo quiso cerrar y aquí es cuando iniciamos la lucha política para salvarlo, no sólo por el centro en si mismo, sino también por todo lo que implica para la vida del barrio. Entonces hicimos una reforma integral del local que duró diez años e invertimos 500.000 euros en el edificio de un total de una reforma de 1 millón donde ayudaron las administraciones. Eso nos llevo a conseguir la licencia de actividades, para que pudiéramos tener legalmente un centro social y cultural donde se pudieran hacer representaciones y que contara con un bar. El problema es que esto es un espacio privado y, por tanto, tiene un propietario. Con él habíamos tenido problemas porque se debía reformar la fachada (este espacio es un lugar protegido por la categoría B del Ayuntamiento, es decir aquello que se conoce como Bien Cultural de Interés Local, aunque también podría ser catalogado como bien nacional, porque está al lado del Palau de la Música) y al final ganamos el juicio y tuvo que arreglarla.
Barcelona es una ciudad ideal para blanquear capitales y especular
La relación con el propietario, como te puedes imaginar, es bastante tensa. Nosotros todavía tenemos unos años de contrato y nuestro abogado ya nos ha advertido que muchos propietarios te dicen de renovarlo unos años más, pero bajo las condiciones de cambiar las circunstancias actuales y subir el precio al nivel del mercado. Eso, en nuestro caso, seria pasar de 1.5000 a 7.500 euros, ¡como si además nosotros no hubiéramos invertido 1 millón de euros en la reforma! También sabemos que hay muchos inversores interesados en lugares como éste porque Barcelona es un lugar ideal para blanquear dinero. Eso ha pasado en muchos locales del barrio, especialmente en restaurantes, que son comprados por inversores y tú puedes ver perfectamente como están vacíos todo el santo día. Barcelona es una capital ideal para especular.
Ahora sí que vamos a muerte para buscar aporte institucional que ayude a tirar adelante este proyecto, porque en Barcelona existían muchos lugares singulares que han pasado por el mismo proceso de peligro de extinción y las instituciones han intervenido. Nosotros lo pedimos porque tenemos derecho a hacerlo, pero también porque los artistas y la comunidad han creado un vínculo muy potente. Esta también es la casa de los vecinos, porque es el lugar donde han podido entrar en contacto con proyectos artísticos. Y piensa que todos y cada uno de los euros que hacemos en este bar de l’Antic, que es la fuente principal de ingresos, los invertimos en el teatro, y tenemos poquísimas subvenciones. Nuestro presupuesto lo aportamos nosotros en un 60%, ¡lo cual es muchísimo! Por eso hemos tenido tanto revuelo en la red y ya empezamos a tenerlo en los medios de comunicación. Ojalá cada barrio de Barcelona tuviera un Antic Teatre. Pero no es el caso.