Dicen El País y The Guardian que alguien ha espiado el teléfono móvil de Roger Torrent con una tecnología sólo asequible y permitida a los estados, y yo afirmo con toda la rotundidad del mundo que esta es la mejor noticia que podía haber soñado Torrent. Porque si fuera por su actividad política notoriamente insustancial, sin ningún tipo de chicha, Roger Torrent nunca habría ocupado la primera plana de un medio de comunicación internacional. Como ha quedado históricamente patente, Torrent nunca investirá al parlamentario catalán que sus diputados quieran de president, si es que la fiscalía española amenaza con recortarle el sueldo. Torrent nunca declarará la independencia, por mucho que los soberanistas tengan mayoría en la cámara. Torrent no hará nada de eso, pues el presidente del Parlament sólo suele ser un jefe de conserjes con la agenda rebosante de comidas y charlas en institutos.
Si algunos espías de nuestros queridos enemigos han decidido hacer uso del programa Pegasus para escuchar las conversaciones del pobre Torrent, no lo dudéis ni un minuto, debió ser con el noble objetivo de pasar las noches riendo un rato: "Cariño, hoy no cenaré en casa, que tengo una cena con los Castellers de Vilafranca y me han dicho que habrá butifarra de gratis. Dale un beso a los niños, venga". Con Aragonès haciendo de vicario de Junqueras en un curso acelerado de parecerse y actuar como un buen convergente, cosa que a Pere le cuesta muy poco, el pobre Torrent se nos ha quedado con menos contenido por espiar que el conserje del Ateneu. Eso que los cursis denominan la "segunda autoridad del país", impostando una voz de monseñor, no es más que un jubilado en vida que hace turismo; Rigol, De Gispert, Benach... y ahora Torrent. Si no es el misterio de su corte de barba ya me dirás qué narices espías, reina.
Hoy mismo, Roger Torrent iniciará su vía crucis particular por los medios catalanes, ingiriendo el primer café del agravio y la lágrima con mi queridísimo Jordi Basté, que a buen seguro le preguntará cómo se encuentra y si teme por su intimidad y por la seguridad de su familia; ya lo sabéis, en Catalunya siempre sufrimos mucho por las criaturas. Yo de Jordi aprovecharía el WaterTorrent, así como de paso, para profundizar un poco más en el personaje e inquirirle de cosas mucho más interesantes: "Escuche, Molt Honorable, a excepción de presidir los escasísimos plenos del Parlament que se convocan en este magnífico país nuestro... Usted, exactamente, ¿qué hace durante el día?". Eso sí que sería una pregunta apropiada, y sería una cosa todavía más fantástica admirar como Roger improvista un horario lleno de actos de importancia papal mientras hace eso tan sexy de acariciarse la barbilla.
Los próximos días asistiremos a todo un ejercicio de musculatura indignada de Esquerra contra el PSOE y veremos, no tengáis ninguna duda, al estimable Gabriel 18-meses-y-ni-un-día-más Rufián recuperando su querida impresora para impostar que hace oposición al gobierno de Pedro Sánchez investido caritativamente por los republicanos. Una de las mejores cosas que tiene la política catalana actual es que no hay que vivir muy informado para saber punto por punto todo lo que dirán nuestros representantes. Si antes acusaba de "carceleros" a los amigos de Rajoy, ahora Gabriel utilizará toda su maestría en el arte de los tuits para tachar a Grande-Marlaska de espía. Te paso una por si te faltan, Rufi: “Ministro, este PSOE tiene muy poco de socialista y de obrero… y mucho de comisario Villarejo”. ¿Y cómo acabará la cosa? También lo sabemos. Esquerra mantendrá a Sánchez porque Junqueras quiere salir pronto de la trena.
Hoy es un gran día para Roger Torrent. España, o quien demonios sea que se ha molestado a espiarle las fotografías que guarda de Port Aventura en Instagram, le ha hecho el favor de su vida. Aprovéchalo, Roger, que pasado mañana, como mucho, volverás a la vida monacal y al silencio de la irrelevancia. Y puedes estar tranquilo, que si nunca mandáis en la Generalitat y en Madrit, podréis jugar a hacer de espías de vuestros enemigos convergentes, que por lo que siempre os habéis hecho pajas mientras soñabais en tocar poder. Son veinticuatro horas de gloria, Roger. ¡Aprovéchalas!