Ayer en el Parlament se respiraba aire de exequias. Cuando un político cita demasiado a Salvador Espriu interpelando a Sepharad, como hizo ayer el amigo Quim Torra, es sinónimo de que Catalunya está muerta o poco que le queda. Las mandíbulas de los diputados independentistas se cerraban austeras, tal y como habían hecho días atrás mientras el aspirante Jordi Turull intentaba ganar la confianza de la cámara con un discurso que podría haber firmado Pepe Montilla en 2006. En la tribuna destacaban las familias llorosas de unos líderes que reclamaron a dos millones de personas un coraje que a muchos de ellos les ha faltado: su prisión, injustísima, la represión que sufrirán, asquerosa, su incompetencia política, cada día más manifiesta, y se lo vamos a recordar amistosamente mientras hacemos todo lo posible para que vuelvan a casa.
Cuando los portavoces indepes van charlando, los diputados unionistas del Parlament bajan la cabeza circunspectos, como si fueran la amante del difunto escondida en el sepelio, lo que da mucho miedo, porque los españolotes acostumbran a ser mucho más cínicos cuando se hacen los sentimentales y los empáticos que cuando te vacilan. Acabado el acto, el president Torrent pide hacer frente común contra el autoritarismo de Rajoy, que es aquella forma que tiene ahora Esquerra de afanarse por un cambio de gobierno en España con tal de moderar la tensión. Escucho los discursos de mis políticos, que repiten aquella cancioncilla según la que "primero irán contra los independentistas, y después vendrán a por ti". Volvemos al catalanismo de toda la vida: Españoles, no queremos ser independientes, queremos haceros más tolerantes.
Algo cambia, y ayer teníamos la feliz noticia de saber que Elisenda Paluzie va a comandar la ANC en los próximos años. Sus primeras palabras ya son para enmarcar: más presión a los partidos y menos manis de récord
Afortunadamente, no todo es mortuorio en la política catalana, porque la gente de la calle empieza a ver que eso de la revolució dels somriures ya cansa y que, bajo la excusa y el chantaje emocional continuo de no poder hacer nada que no sea honrar a reprimidos y exiliados, aquí se dejan de hacer algunos deberes. Algo cambia, y ayer teníamos la feliz noticia de saber que Elisenda Paluzie va a comandar la ANC en los próximos años, lo que no solo nos asegurará disfrutar escuchando a una académica sólida en el mundo de la política, sino también poder disponer de una entidad cívica mucho menos controlada por los partidos: la irrupción de Paluzie (por fin la más votada es quien gana) debe haber causado mucha pupa a los hiladores de tentáculos de este país. Las primeras palabras de Elisenda ya son para enmarcar: más presión a los partidos para que hagan la independencia y menos manis de récord.
A los funerales no solo se llora. También se producen catarsis inesperadas. No serán las únicas. Escribí hace días que vamos a vivir una clara disociación entre el hacer de nuestros políticos y un electorado cada vez más convencido en no dejarse engañar ni venderse con promesas de pacotilla. No todo es triste, ya lo veis, entre sepulturas.