José Montilla debe de pensar que nunca es tarde para empezar una nueva vida y, con sesenta y cinco años como sesenta y cinco melocotones en almíbar, ha decidido empezar a trabajar en eso de la empresa privada. Sería deseable y del todo ejemplar que los antiguos líderes de la tribu demostraran al vulgar ciudadano que, antes o después de ser la primera instancia del país, son capaces de sudar la gota gorda haciendo cosas tan inverosímiles como fundar una empresa, elaborar presupuestos sin la ayudita de un solo euro público e incluso, eso ya sería la rehostia, haber trabajado de autónomo y conocer de primera mano aquella sensación tan particular de cuando firmas una factura y no sabes en qué década la cobrarás. Pero el 128 ya sabe qué es venir de pobre y tener las mangas deshilachadas, y ha decidido ahorrárselo y entrar de lleno el panteón del IBEX 35, fichando por el consejo de administración de Enagás.
El antiguo presidente y alma del Tripartito-II puede respirar tranquilo, porque no experimentará aquel canguelo tan propio de quien entra por primera vez en una oficina nueva y todavía no tiene amiguis. En el consejo de la empresa gasística (o gaseosa) lo acompañará el también exministro zetaperista José Blanco y una buena nómina de exaltos cargos del PP como Ana Palacio, Antonio Hernández Mancha e Isabel Tocino. De hecho, eso de los consejos de administración, más que un cambio de orientación vital, que dirían los afectados, se parece más bien a una insufrible cena de alumnos de bachillerato donde siempre triunfa quien lleva más anécdotas y chistes en el capazo: eso que te valoren por tu pericia en el gobierno y de hacer una reunión mensual debe de ser muy pesado, y por eso no es extraño que Montilla y los otros excompis de casta hagan pagarse su nómina y contactos con una asignación anual de 160.000 pepinos.
¡Que nadie ose pensar en puertas giratorias ni caiga en la tentación de la demagogia! Porque el fichaje de Montilla ha sido avalado por la agencia de cazatalentos Seeliger y Conde que, como todas las empresas de su ramo, tiene un nombre tan inapelable como una marca de ginebra y un lema súper guay que reza Leaders for what's next y que mola a saco tanto si te dedicas a la captación de ejecutivos o al cultivo de alcachofas. Espero que con Montilla tengan más suerte que con el presidente del consejo de Enagás, Antonio Llardén, empresario imputado por un agujero (sic) de 720 millones de euros en el fondo de Catalunya Caixa y acusado por el caso de sobresueldos a los directivos de la misma entidad rescatada con fondos públicos. La Audiencia Nacional, finalmente, le absolvería. ¡Con uno perla así dirigiendo el A-Team de tu curro, ya me dirás si no tienes ganas de abandonar una existencia tan aburrida como la de expresidente, que es cómo jugar a petanca en el parque!
La cosa tiene una gracia enorme, porque el actual capataz y fundador de Seeliger i Conde, Luis Conde, escribía hace pocos días en Expansión el artículo titulado Cómo se contrata a un consejero en el cual reclamaba una transformación de los criterios para fichar altos directivos entre los cuales destaco requerimientos tan poéticos como ahora: "Los candidatos no debieran tener una significación política, excelente comunicador", "deseable que tenga experiencia previa en la participación de consejos de administración o de consejos asesores", "conocedores del entorno digital" y, de entre todas ellas, mi preferida: "hombre de edad en torno a los 50 años – formación académica superior (abogado, economista o ingeniero) preferiblemente complementado por una MBA y con dominio del inglés." Quien no vea uno de estos rasgos encarnado en la persona del presidente Montilla, por desgracia, necesita gafas...
Por su parte, Enagás ha justificado el fichaje del antiguo presidente apelando al "valor añadido" que Montilla aportará a la empresa después de retos como la crisis de la Covid-19, lo cual tiene una cierta gracia si tenemos en cuenta que nuestro Molt Honorable, por poner sólo un ejemplo y como citaba ahora mismo, sólo sería capaz de dirigirse a un 27% de sus accionistas, los que tienen el español como lengua materna. Pero todo eso, queridos amigos, son cosas de gente muy tiquismiquis que, además, tiene un espíritu altamente populista, el mismo tipo de gente que le exigiríamos en un Molt Honorable tener la decencia de hablar bien la lengua propia del país, saber quién era Ausiàs March o cómo se celebra una gran ruixada en La Segarra; cosas, ya lo sabemos, que no tocan el mundo del alta política, que desde Franco y los barones del PSOE, se hace en larguísimas mesas de caoba oscura y alehop.
Sea como sea, celebramos que la providencia y el tiempo de la Covid-19 hayan regalado esta nueva vida a nuestro Molt Honorable 128. Eso de los virus, ya lo dicen los filósofos, es una buena excusa para hacer catarsis o cambiar radicalmente de existencia. De hecho, el hombre más parecido a Montilla que ha ocupado el trono de la Generalitat, nuestro querido Quim Torra, ya aprovechó la crisis vírica para aprobar un aumento salarial del 2% para los altos cargos de la Generalitat y un 0,9% en las pensiones de exconsellers y antiguos presidentes; es decir, y para que lo entienda todo cristo, creyó que eso que la pandemia afecte a Catalunya conforma el momento ideal para aumentarse el sueldo. ¡Por Catalunya y por la vida, diría Quim! Por lo tanto y en consecuencia, es lógico que el mundo empresarial copie los designios de la más excelsa política y regale una jubilación como dios manda a los servidores de la cosa pública. Al final, todo queda atado y bien atado.
Mucha suerte en el nuevo curro, presidente Montilla. Empezar nuevos proyectos siempre te regala un plus de juventud, y más ahora que gracias a los avances de la cirugía ya no te hace falta ni llevar gafas. Luz en la mirada, fuerza en el brazo... ¡y a todo gas!