De los creadores de la película "me llevo genial con mi ex", llega: "tienes que hacerlo por el bien de los niños". ¡Es increíble como cambian a las personas cuando te separas! "Tenéis que conseguir que estéis como amigos delante de los niños". ¡Como si los hijos fueran tontos! "Quedábamos para ver la cabalgata con los niños y, mientras tanto, nos estábamos diciendo de todo por mensajes", me cuenta una amiga. La finalidad siempre tiene que ser por el bien de los niños. Sí, es verdad. Que la madre y el padre estén todo el rato reprimiendo las lágrimas también les hace daño. ¿Sabes cuál es el problema? Que si no te hacía caso cuando estabais casados, ¡imagínate una vez divorciados!

"Por el bien de los niños", lo que tienes que hacer es protegerte, denunciar y tener un contacto cero para que no siga con el maltrato. Y mientras tanto —y lo pido por favor— abstenerse de dar consejos gratuitos y recordar que, al final, lo que queremos todos es ser lo máximo de felices posible. Yo también creía que sería mejor ex de lo que soy, pero soy el triple de buena de lo que lo sería cualquier otra con más autoestima y menos paciencia. Qué bonito era el futuro que teníamos en el pasado, ¿verdad?

También hay parejas dotadas de gran inteligencia emocional que sí lo han conseguido. Pero no lo normalicemos, ni lo romanticemos. Sin ir más lejos, mi pareja se lleva fantásticamente con la madre de su hijo mayor; también hay que decir que llevan más de veinte años separados. Yo también me llevo genial con Elvira, porque es muy buena gente y hacemos celebraciones familiares conjuntas. El problema es de los que no logramos ni cruzar dos frases sin reproches con nuestro ex y nos sentimos doblemente frustrados. Primero, porque también deseamos lo mejor para nuestros hijos y es realmente triste que, a pesar del esfuerzo de contar hasta cien, de las terapias psicológicas, de cambiar un millón de veces de estrategia, de haberte triturado mil veces la lengua, de pedir otros puntos de vista, de las renuncias continuas, la resiliencia no sea posible. Eso de que dos no se pelean si uno no quiere no siempre es así cuando te acaba saliendo un bonus track en forma de una enfermedad autoinmune. Porque si no cumple la ley con una sentencia, imagínate por dónde se pasa la ley moral. Y luego eres ampliamente juzgada por la sociedad como una niña pequeña que no sabe ceder. "El que sea más generoso que pare", les suplico a mis hijos cuando se pelean. Después, cuando rascas, de estos que dicen que se llevan a las mil maravillas con sus exparejas, también hay un poco de marketing. Ya que queda superbién decir que te llevas divinamente con tu ex "pensando solo en el bienestar de los niños". Sumando, así, puntos a la vergüenza de los que, por causas mayores, no podemos llevarnos así. O los que, a cambio de un buen chantaje emocional o monetario, consiguen la paz. Si tu ex te debiera miles de euros, si no cumpliera el régimen de visitas, si se hubiera llevado a tus hijos en furgoneta sin permiso, si insultara a tus padres, si no te dejara que los niños hicieran ninguna extraescolar o fueran al logopeda o al psicólogo, ¿te llevarías bien con él? Si quieres enseñarme el camino, ¡súbete a mis tacones! Todos estos ejemplos, no obstante, son gloria comparados con los casos en los que existen abusos sexuales y violencia física, con una ley débil que poco puede hacer o que llega cuando ya es demasiado tarde.

Queda superbién decir que te llevas divinamente con tu ex "pensando solo en el bienestar de los niños"

Entiendo que el trabajo de los abogados es ganar, pero hay casos y casos. Hay muchos dramas familiares en los divorcios que no pueden esperar. Tras ver las defensas del caso de Gisèle Pelicot diciendo que no la habían violado porque pensaban que estaba muerta, ya nada me sorprende. Y ojo: que no sorprenda no significa que no dé mucho, MUCHO asco. Hecha la ley, hecha la trampa, pero, sobre todo, si se tarda tanto en hacer justicia, ya es en sí mismo una forma de injusticia. Los delincuentes tardan tantos años en ser castigados —si finalmente se puede demostrar su culpa— que no tienen ningún miedo. Y alguien que no tiene miedo de nada ni respeto por nada os aseguro que da mucho, MUCHO miedo. Las víctimas seguimos sobreviviendo sin ninguna defensa, a merced de la suerte. Después nos convertimos en un número más. O MUCHO peor: nos asesinan o nos matan de por vida con la violencia vicaria. A los o a las que son más afortunados o afortunadas, se las asfixia económicamente y se les carga la crianza de los niños, que, visto con perspectiva, es un mal menor.

Es verdad que tienes que escoger mejor el tema de tus pensamientos que cuando piensas en tu outfit, y con un mood distinto al que escogiste al o a la miserable de turno. Lo que no hace falta es caer en la trama de ser una Ms. o un Mr. Wonderful: no todo el mundo es bueno y no tenemos que jugar a marionetas siempre juntos. Lo que hace falta es luchar contra los abusadores y la gente que no se comporta bien. El "no nos podemos meter" que contestan algunas escuelas por su política educativa es muy parecido a los ciudadanos que oyen suplicar ayuda a la vecina zurrada y ponen la tele más alta para mantenerse al margen. Cuando lo dices en voz alta, es muy curioso como es la sociedad: quedas tú como una rencorosa y él, el ladrón psicopático, como una víctima y no como un ladrón. Porque lo de falsear un sueldo mileurista frente a una piscina infinity, en mi casa se le llama robar. Porque, a partir de los 40, quizás no puedas leer la letra pequeña de las recetas, pero a los idiotas los ves de muy lejos. El "buenismo" también desencadena una rabia bestial cuando se comprueba que ni así funciona con los trogloditas emocionales. Al final, tu mensaje se acaba desdibujando cuando no llega a las barreras mentales de los receptores. Yo, de niña, también creía que lo mejor era llevarse bien con todo el mundo. De mayor, te das cuenta de que no hace falta. No eres tú, somos todos.