La controvertida frase de Pedro Sánchez “con o sin concurso del Legislativo” ha sido corregida y enmendada en menos de una semana. Primero se aclaró que pretendía advertir a Junts y a quien se interponga en su “firme intención” de seguir los tres años de legislatura con o sin apoyos. Con esa afirmación tan contundente, Sánchez confirmó que no tiene apoyos para los presupuestos. La ley más importante para implementar las políticas del Gobierno depende del resto de partidos. Y por más que quiera evitarse el Legislativo, no cabe más que prorrogar los que hay. Sánchez confía en tener tiempo y millones. El argumento ahora es que no son necesarios. Las cuentas actuales son expansivas, se pueden prorrogar partidas, tirar de decreto y de los fondos europeos. Por poder, se puede. Pero este mismo lunes Sánchez reconocía que los presupuestos permiten consolidar la inversión pública y, como ejemplo, inyectar 5.000 millones adicionales a las comunidades autónomas.
Así que si el PSOE no gana en el Congreso, lo harán otros.
El mano a mano de la investidura quedó en la Amnistía para Junts y al menos unas cuentas para Sánchez, el verdadero motor de arranque de la legislatura. En la línea de rectificar el órdago, el ministro de presidencia, Félix Bolaños, y el secretario de Organización, Santos Cerdán, están intentando recomponer las relaciones parlamentarias con ERC, PNV y Junts. De ahí que Sánchez este lunes haya dicho que se dejará la piel en las negociaciones parlamentarias para la “agenda de progreso”. La reunión interparlamentaria ante el grupo socialista en el Congreso fue la imagen de un cortejo al resto de grupos para que avalen las leyes y el programa. Desde el paquete de medidas de regeneración a las leyes económicas, pasando por la jornada laboral. La trasposición de la directiva sobre transparencia en los medios, aunque sea de aplicación directa, necesita consenso. También la ley del suelo, movilidad, vivienda… Son demasiadas leyes pendientes para pasar de las mayorías parlamentarias.
El órdago de Sánchez era un imposible porque si no tira del oxígeno del Congreso lo harán otros. Con el BOE se gobierna y en las Cortes se pierde ese gobierno. Si el PSOE no anticipa el cambio de rumbo del PP se lo encontrará hecho. De hecho, la toma de posición en el arranque de semana ha sido paradójica. Sánchez plantado en el Congreso y Feijóo anunciando una ley de conciliación con las promesas de la campaña fallida del 23-J. Así que si el PSOE no gana en el Congreso, lo harán otros. Es la ampliación del campo de batalla del Ejecutivo. El terreno donde se despliegan las estrategias de la oposición. Por un lado, está la exageración y la retórica instalada en la política nacional, por otro los embates en el Congreso y el Senado, donde el PP tiene una mayoría absoluta que puede acabar sabiendo utilizar. Para eso queda. De momento, el Ejecutivo no tiene elecciones a la vista y estirará los plazos de los presupuestos. El plan con alguna que otra fisura en medio de todo el ruido.