Los relativamente buenos datos económicos —nueva mejora de previsión de crecimiento—, o el peso de Pedro Sánchez en la agenda internacional, chocan con la gobernabilidad gripada del arranque de curso. No hay manera de desencallar una legislatura, que sigue su andadura, pero carece de oxígeno legislativo. La semana está destinada a otra derrota parlamentaria en la ley de leyes, los presupuestos de 2025, con la previsible votación en contra del techo de gasto. El ejecutivo da por hecho que no habrá nuevas cuentas. Al menos este año. La ministra de Hacienda lo reconoce desde hace días, en los off the record se insiste en la prórroga de unas cuentas expansivas y Óscar López lo ha confirmado este lunes: “No tener, no sería ningún drama”.
El Consejo de Ministros puede aprobar partidas millonarias de fondos europeos sin pasar por las Cortes, se pueden tapar agujeros con entregas a cuenta —una ingeniería novedosa que no se había hecho antes con presupuestos prorrogados—, y se pueden prorrogar los presupuestos actuales. Los de Cristóbal Montoro se renovaron hasta cuatro veces, aun siendo restrictivos, y en 2020, lejos de la sombra de la crisis, se volvieron a prorrogar. Así que no son tanto las cuentas lo que aprieta al ejecutivo, sino las derrotas parlamentarias, la dificultad para dominar la agenda legislativa con 121 diputados y el desgaste de perder votaciones.
Es más fácil que Junts y ERC influyan en el Congreso a que lo hagan en el Govern
Los esfuerzos están puestos en reconducir las relaciones con los socios y recomponer la mayoría de investidura, echa unos zorros a la vuelta del verano. De momento, el PSOE ya ha reconstruido la relación con el PNV que, lejos de alguna votación simbólica en contra como la de Venezuela, el lehendakari Imanol Pradales ha confirmado una alianza estable y previsiblemente duradera. El naufragio está en Junts. De donde ha vuelto frustrado el PSOE es del encuentro suizo con Carles Puigdemont, Jordi Turull y Míriam Nogueras. Para los de Santos Cerdán, los socialistas cumplieron su parte con la aprobación de la ley de amnistía y tanto la Fiscalía como la Abogacía del Estado ya se han posicionado a favor. No pueden hacer más —dicen— y pagaron el precio de las manifestaciones de PP y VOX en las calles y en Ferraz, con la icónica imagen de la piñata con la figura de Sánchez apaleada en la esquina de la sede.
Las palancas para negociar los Presupuestos están puestas en 2025. A que pasen los congresos de Junts y ERC. Madrid vive la resaca catalana, la digestión del Govern con consecuencias en la política nacional. Y Sánchez, atado a esos 14 votos, está pagando la factura. Más allá de cómo queden los liderazgos y equilibrios internos de ambas formaciones, todavía respiran por la herida del gobierno de Salvador Illa y el desplazamiento del poder independentista de Cataluña a Madrid. Con la paradoja de que es más fácil que Junts y ERC influyan en el Congreso a que lo hagan en el Govern. O a que a este paso, Salvador Illa consiga aprobar cuentas antes que Sánchez.
Por el camino, el PP no dará ni agua a Sánchez. Ni techo de gasto, ni ley de movilidad, ni siquiera ley del suelo. Y el PSOE, por su parte, intentará buscar las contradicciones de Feijóo y su desgaste, romper el bloque de las 14 autonomías del PP con la financiación autonómica. Ese tira y afloja, con paradas en el ‘caso Koldo’ o parte del archivo que afecta a Begoña Gómez, marcará la discusión en el Congreso. Pero todo sigue estando en manos de Junts y de cuánto pueda Carles Puigdemont aguantar con la balanza suspendida.