Querido Sr. Cambray,
Me llamo Esther O., soy profesora de matemáticas, y por la presente le hago saber que renuncio con fecha de hoy al cargo de jefa de estudios de mi instituto que ostento desde hace seis años: NO PUEDO MÁS Y NO ACABARÉ EL MANDATO. ¡Le presento la bandera blanca de mi rendición! Con esta renuncia doy cumplimiento a la medida que tendría que haber acompañado la carta (¿se acuerda?) que muchas direcciones le dirigían hacia finales del curso pasado advirtiéndole del inminente colapso del sistema educativo catalán. Espero que mi gesto sirva de ejemplo y sea el primero de una larga espiral de dimisiones.
¿Usted tiene idea de qué quiere decir hacer de jefa de estudios de un centro con más de 70 profesoras y unas 700 alumnas a las cuales todavía estamos matriculando porque de nuevo no han conseguido una plaza en la FP y vienen al instituto porque no saben qué hacer? ¿Sabe que durante los meses de mayo, junio y julio la directora y yo hemos estado diseñando y calculando la estructura del centro que tiene que hacer cuadrar todo el curso: grupos, plantilla, materias, optativas, tutorías, coordinaciones, codocencias, proyectos, calendarios, reuniones, claustros, cursillos y formaciones diversas, sesiones de evaluación, etc. y, por si fuera poco, también el nuevo comedor escolar? ¿Se ha parado alguna vez a pensar en la dificultad de la tarea con sus múltiples combinatorias e infinitas variables? A este trabajo difícil y agotador, pero habitual, se ha añadido este año su ocurrencia "muy feminista y conciliadora" de adelantar una semana el calendario escolar que ha multiplicado exponencialmente la sensación de caos próximo al cataclismo. Los equipos docentes no hemos podido planificar nada el trabajo porque, como siempre, buena parte de la plantilla se ha incorporado a día 1 de septiembre. Añádale, como novedades de este curso, la incertidumbre de las materias a preparar, porque todavía a día de hoy desconocemos oficialmente el currículum que se tiene que implementar, o el hecho de que, como no tenemos ni puñetera idea de cómo será la nueva selectividad, no sabemos hacia dónde "acompañar" a nuestro alumnado.
A este trabajo difícil y agotador, pero habitual, se ha añadido este año su ocurrencia "muy feminista y conciliadora" de adelantar una semana el calendario escolar que ha multiplicado exponencialmente la sensación de caos próximo al cataclismo
Para acabar de arreglarlo, a este panorama deplorable se ha añadido un calor aturdidor, propio del país tropical que seremos de ahora en adelante, lo cual ha implicado profesorado desmayado con bajadas de tensión, alumnado con golpes de calor y el uso de abanicos en abundancia movidos por tracción animal para sustituir los ventiladores que no hemos podido comprar porque con las coordenadas actuales no podemos pagar ni la factura de la luz. ¡Imagínese usted qué lejos estamos de poder permitirnos el aire acondicionado que sería necesario para poder trabajar con un mínimo de garantías! No se engañe, Sr. Cambray, con estas condiciones inhumanas, este septiembre, alumnos y profesorado nos hemos limitado a sobrevivir y el curso todavía no ha ni arrancado. Le sugiero que como lema para su próxima campaña de marketing invitando al alumnado a incorporarse al aula como antes mejor utilice la música de Radio Futura (que por edad debe haber bailado más de una vez): "Ven a la escuela de calor".
A pesar del desastre que le acabo de explicar, y aunque me pese, lo tengo que felicitar por su jugada maestra, conseller, porque usted ha conseguido esconder esta confusión con la propuesta con la que, in extremis, se descolgó y que los sindicatos, sorprendente y unitariamente, le compraron. Enhorabuena por la foto de este principio de curso que usted deseaba sin incidencias ni huelgas. Les debe haber llorado mucho al MH y al conseller que arregla los billetes para conseguir la cantidad de 170 millones que le han permitido salvar el culo y la silla, y que al mismo tiempo nos ha dejado a nosotros un regalo envenenado. Después de meses de negativas a revertir los recortes en el horario de todo el profesorado de la pública, el 31 de agosto, sorprendentemente y con aires de maniobra orquestada en la oscuridad, ofrece usted la muy reivindicada reducción de una hora lectiva a los docentes a partir de enero. ¿Conseller, no lo podría haber propuesto dos meses antes cuando todavía estábamos a tiempo de confeccionar unos horarios y un inicio de curso adecuados? Y entonces viene cuando los sindicatos, desorientados y aturdidos (quiero creer que no por el calor), se dejan seducir por sus cantos de "sireno" y tiran para adelante directamente (como siempre ha hecho usted) sin consultarlo ni con sus bases, ni con el profesorado y las direcciones que tendrán que aplicar la medida.
Siento que es un menosprecio flagrante al trabajo que he llevado a cabo durante todo el verano como jefa de estudios y, por lo tanto, considero que tenéis que ser vosotros, Departament y sindicatos, los que lo tenéis que hacer posible porque sois los que habéis pactado esta absurdidad
¿Y ahora qué, Sr. Cambray? ¿Y ahora qué, queridos representantes sindicales? ¿Cómo tenemos que salir de esta zarza a partir de enero? ¿Cómo resolvemos el problema? ¿De quién es la responsabilidad de implementar esta medida que será de obligado cumplimiento? Os hago saber a todos vosotros que yo dimito y que ya os espabilaréis. Siento que es un menosprecio flagrante al trabajo que he llevado a cabo durante todo el verano como jefe de estudios y, por lo tanto, considero que tenéis que ser vosotros, Departament y sindicatos, los que lo tenéis que hacer posible porque sois los que habéis pactado esta absurdidad, por no decir esta imbecilidad. Así que apelo a vuestra responsabilidad moral y profesional y os pregunto cómo lo pensáis materializar. Os formularé un par de hipótesis porque a mí me fallan los cálculos: ¿Las 3,8 profesoras nuevas que nos corresponden al centro, qué clases asumirán? ¿Las veis como una especie de "chicas para todo" haciéndose cargo de la hora que reducirá todo el mundo e impartiendo la primera hora, de matemáticas, la segunda, de inglés, la tercera, de educación física, la cuarta, de plástica, la quinta, de sociales y haciendo a una guardia para acabar la jornada laboral? O es que quizás pensáis que de cara a enero reharéis todos los horarios de todo el profesorado y el alumnado con el consiguiente desbarajuste que eso supondrá: alumnos que tenían una profesora de mates, deberán tener otra, grupos que cambiarán de tutora después de Navidad; horarios que se modificarán; cargos que se redistribuirán... Francamente, ni intercalando cantidades ingentes de turrones El Almendro en medio de mis dosis habituales (ya incrementadas) de diazepam, mientras escucho los consejos sobre educación de mi cuñado durante la comida de Navidad, me sentiría capaz de hacer este trabajo y de gestionar el zafarrancho que eso supondría. Empezar dos veces el curso en un intervalo de 3 meses es una perspectiva que me supera.
Dicho esto, una cosa no quita la otra y, por lo tanto, este es un trabajo que alguien de vosotros tendrá que hacer ya que lo habéis pactado, os habéis comprometido y lo habéis hecho ley. El profesorado tenemos derecho a ello y no pensamos renunciar porque revertir los recortes es de justicia y es una conquista conseguida con el esfuerzo económico y energía del colectivo que ha luchado y ha hecho todas las huelgas a las cuales ha sido convocado. Sí, señor conseller, yo misma hice todas las paradas, excepto aquellas que, como miembro del equipo directivo, me vi obligada a formar parte de los servicios mínimos. En eso de recuperar antiguos derechos sí que no tenemos que dimitir. Por lo tanto, estaré muy pendiente de vuestras gestiones, declaraciones y futuras negociaciones, porque yo, Esther O., juro que nunca más volveré a pasar por lo mismo. Y según cómo deriven vuestras maniobras, prometo darme de baja del sindicato, no votar nunca más en las elecciones sindicales y no votarlo ni a usted, Sr. Cambray, ni al partido que representa. Si entre todos no saben cómo salir adelante de este pitote del mes de enero, tomen nota de mi ejemplo.
Cordial y atentamente,
Esther O.