Esta mañana me he despertado sudada y angustiada; he tenido un sueño premonitorio (por no decir una pesadilla) de cómo serán los médicos en Catalunya en un futuro no muy lejano. Empiezo con una breve contextualización para que entendáis mejor lo que nos espera y el porqué de mi sobresalto: en Catalunya cada vez hay menos gente que habla catalán y quien lo habla cada vez lo habla peor; la generación que está subiendo y que serán los futuros médicos ha estudiado la ESO (con todo lo que esto implica) y siente una gran pasión por la ignorancia y por su ego. Dicho esto, procedo a explicaros lo que he soñado.
Ya hay muchos pacientes que se quejan porque no los atienden en catalán en los centros sanitarios de Catalunya
Estaba en la sala de espera de un hospital. Hacía tres horas que me esperaba porque se ve que la médica que tenía que atenderme estaba haciendo un TikTok con los enfermeros. Cuando finalmente han terminado de hacerlo, me han llamado a través de un altavoz.
—Merichei Rodríguez, vete al consultorio número 9, te atendrá la doctora Carlota Armengol.
Cuando he entrado en el consultorio, la médica estaba haciendo twerking delante del ordenador.
—Baby, ¿qué te pasa?
—¿Perdone, molesto? Si lo desea, vengo más tarde.
—No, tranqui, ¿qué quieres?
—Bueno, he venido porque hace un par de días que me duele mucho el estómago y...
—En español, que no pillo nada.
—Es que me expreso mejor en catalán...
—Lo que tú digas. Termino esta story de Insta y vengo. Mientras tanto hazte un getreadywithme pa que pueda examinarte.
He supuesto que me decía que me quitara la ropa, y así lo he hecho, y, mientras lo hacía, ha entrado un chico vestido con una sudadera, un pantalón de chándal y unas zapatillas con un té macha en la mano y una rama de apio en la boca.
—Eh, bro —le ha dicho la médico—, ¿ya has vuelto del gym?
—¡Claro! Por cierto, tú y yo tenemos algo pending, que ayer me dejaste en waiting.
—Luego hablamos, ahora tengo que atender a esta vieja. Tráeme el fonendoscopio; el rosa, que mola más.
Resulta que aquel chico era el enfermero. La doctora Carlota Armengol se me ha acercado y me ha dicho que me tumbara en la camilla para examinarme.
—¿Te duele algo o es un dolor random? Perdona mi catalán, hace mucho que no lo hablo.
—¿Qué es un dolor random? ¿Es grave?
—No, me refiero a que si va de aquí payà o si te duele algún lugar concreto.
—¿Cómo dice? —le he respondido.
—Nada. Tómate un Gelocatil cada ocho horas y ya está.
—¿Un Gelocatil?
—Sí, ¿qué ocurre? ¿No te mola el Gelocatil? Es trending.
—No, pensaba que quizás quisiera hacerme alguna prueba más para descartar que no sea algo grave.
—No está el horno pa bollos. Ya me entiendes.
—Bien, de acuerdo.
—Por cierto, la próxima semana, me voy a vivir a las Maldivas con unos colegas, para dejar fluir un poco. O sea que, a partir de ahora, si tienes que decirme algo, me mandas un WhatsApp.
Por suerte, en este momento alguien me ha llamado por teléfono y me ha despertado, porque mi nivel de estrés era tan elevado que habría explotado. Parece una broma todo, ¿verdad? Pues, de momento, en la vida real, ya hay muchos pacientes que se quejan porque no los atienden en catalán en los centros sanitarios de Catalunya. También hay ejemplos de trabajadores sanitarios que hacen TikToks y los cuelgan en las redes. ¿Hay que esperar a llegar a este punto de desconcierto para buscar soluciones? Quizás, cuando las busquemos, ya no estaremos a tiempo. Y no hablo solamente de ser atendidos en catalán, también hablo de la falta de respeto hacia los pacientes y hacia las personas adultas, de la mala educación, de la falta de empatía, de la ignorancia generalizada, de la ausencia de límites y del caos que impera en esa sociedad narcisista e infantilizada.