Se acabó lo que se daba, ya hemos ido bastante de buena fe, y solo ha servido para que unos y otros nos tomaran aún más el pelo [tanto los políticos (supuestamente catalanes) que se hacen llamar independentistas como los de la derecha más extrema (en los que incluyo al PSOE-PSC)]. ¡El catalán no se toca! El ataque al catalán es cada vez más agresivo y más generalizado. Ya no se esconden, ahora ya nos insultan en la cara directamente (menos el PSOE que siempre ha preferido aparentar y hacerlo todo como quien no quiere la cosa desde detrás de las cortinas, y parece que a ERC le ha gustado esta forma de hacer las cosas y se ha sumado). Divide y vencerás, este es su lema. El mayor miedo que tienen es que Catalunya, el País Valencià y las Illes Balears se unan para defender conjuntamente el catalán, el valenciano, el mallorquín, el leridano, el gerundense, el ibicenco…; llamadlo como queráis, los catalanohablantes sabemos de sobra que son la misma lengua.
No hace falta que perdamos el tiempo haciendo una lista en un Excel de las agresiones, humillaciones, faltas de respeto, desprecios, desconsideraciones y escarnios que ha sufrido el catalán y los catalanes (por el mero hecho de ser catalanes) a lo largo de la historia. De verdad que no hace falta, tenemos motivos de sobras; todos hemos sufrido, en algún momento de nuestra vida, alguna de estas faltas de respeto, y, precisamente, por eso, todos tenemos la autoestima lingüística dañada. El catalán no interesa; el catalán es sinónimo de separación de pensamiento, de separación territorial, de separación económica…, en definitiva, de separación. Palabra que España preferiría eliminar del diccionario. Llevamos años haciendo listas y más listas, y hemos acabado atrapados en un victimismo depresivo que no nos permite avanzar. La queja, si no va acompañada de una reacción, no sirve para nada.
Ahora ya no es tiempo de reproches, de victimizar, de quejarse por lo que nos hacen o nos dejan de hacer, ahora es el momento de reaccionar con autoestima y de hablar y de pedir ser atendidos siempre en catalán
Tampoco hace falta que perdamos el tiempo demostrando que hablar catalán sale a cuenta. Solo hace falta que nos lo creamos y que apostemos por nuestra lengua. Una lengua sale a cuenta si la gente que la habla cree en ella y la utiliza en todos los contextos. Hablemos, pues, en catalán siempre y en todos los contextos, como hace cualquier hablante con autoestima lingüística. Si la gente que se viene a vivir a Catalunya ve que aquí solo se habla catalán, aprenderán el catalán sin rechistar. Lo encontrarán lo más normal del mundo. Ahora ya no es tiempo de reproches, de victimizar, de quejarse por lo que nos hacen o nos dejan de hacer, ahora es el momento de reaccionar con autoestima y de hablar y de pedir ser atendidos siempre en catalán. Y esto no es ser egoísta ni cerrado de mente, esto es amar quién eres y de dónde eres. No caigamos en la trampa de creer que somos egoístas por querer hablar nuestra lengua. ¿Hay algún castellanohablante que se sienta culpable por hablar siempre en castellano y por estar viviendo en Catalunya durante más de treinta años y no pronunciar ni una sola palabra en catalán? No, ¿verdad? Pues, amémonos un poco más, porque, si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?
Otra agresión psicológica que sufrimos constantemente los catalanes —y con esto ya termino— es tener que aguantar que nos digan que somos tacaños. ¿Tacaños? ¿Es necesario que hagamos números para saber quién paga más de España y quién recibe menos? En fin, como he dicho antes, no hace falta que sigamos haciéndonos mala sangre, motivos tenemos a espuertas. Ahora nos toca reaccionar, decir basta a todos estos abusos y no dejar pasar ninguno más.