No sé como empezar este artículo. La tristeza, e incluso la indignación, no son estados anímicos demasiado adecuados a la hora de interpretar racionalmente los hechos y, en consecuencia, es mejor ahuyentarlos en un análisis. Pero cuando estos hechos rompen convicciones, ideales y sueños, es difícil sustraerse de la carga sentimental que nos provoca, y más cuando se trata de la lucha nacional de un pueblo, que siempre tiene una componente emocional.

Escribo, pues, empapada de tristeza y de indignación. ¿Cómo podría ser de otra manera, después de ver como un partido independentista es el responsable de investir a un líder político que trabaja abiertamente contra nuestra nación, defiende la represión de su lucha y es un fiel servidor de los intereses de la nación que nos ahoga? “La historia los juzgará”, ha dicho una ANC tan triste e indignada como muchos de nosotros, pero la historia es uno intangible en el presente, y de momento, lo que tendremos es una ignominiosa realidad: la de una ERC que ha herido la causa de la independencia de una forma fulminante e implacable.

A partir de ahora, culminado todo el giro estratégico del partido, que lo alejaba del hecho nacional y lo fusionaba con las izquierdas españolas, es imposible considerarlo a un partido independentista. Se acabó. Los dirigentes de ERC, todos y cada uno de ellos, han decidido primero el comedero que les garantiza el pacto, por deltante de la lucha independentista, de la dignidad de la memoria y por delante de la coherencia. Y el comedero no solo son los centenares de cargos del sottogoverno que seguirán cobrando la paguita, sino también la regadera de subvenciones a los satélites del partido, o los montajes políticos que se mantendrán en manos republicanas. Es decir, el poder. Todo el resto de faramalla que dicen que han acordado tiene tanta solvencia como la palabra de los socialistas, que vienen de una intensa y prolífica tradición de no cumplir ni un acuerdo con los catalanes. A diferencia de hechos tangibles como la amnistía, que difícilmente podían sustraerse de cumplir —aunque ya vemos cómo está la cosa—, lo que ahora sabemos que se ha pactado es un globo que romperán los mismos socialistas en primera instancia, los funcionarios del Estado en la segunda, y los jueces en la tercera, todo atado y bien atado. Ni hay ninguna intención en el Estado de otorgar ninguna soberanía fiscal, ni cambiará la política lingüística —que encima ahora estará en manos del hombre que llama “Lérida” a Lleida—, ni se cumplirán otros acuerdos que ya han servido para investir a los socialistas varias veces, y siguen sin cumplirse. Y todo sin verificación, ni resortes de control, en manos del dúo Sánchez-Illa — “gente que no son de fiar”, como dice Xavier Trias— y con un partido, ERC, que ha demostrado una capacidad estratosférica al dejarse tomar el pelo. No, por mucha grandilocuencia declarativa de las Rovira y los Junqueres —actualmente convertido en violinista—, sus palabras las pronuncia un tigre sin dientes: retórica ampulosa y consistencia de humo.

La actual ERC no quiere ni unidad, ni pacto independentista, todo lo contrario, trabaja en contra

Lo que no es humo es lo que han hecho: investir al PSC más oscuro y españolista de la historia, directamente vinculado a un planteamiento represivo. Al hacerlo, han enviado tres mensajes demoledores: que Catalunya está en venta, cuando se trata de salvar el comedero; que ERC ha optado por consolidar su subordinación al PSOE; y que la actual dirigencia ha abandonado definitivamente la independencia. Ya no se trata de romper la unidad, que ya quedó bastante rota cuando expulsaron al vicepresidente Puigneró del Govern, sino, sencillamente, de no creer en ella. ERC quiere formar parte del eje de izquierdas españolas, el abanderado del cual, el PSOE, ha estado 26 años gobernando España —el PP solo 17— a lo largo de los cuales nos ha estafado económicamente, nos ha lesionado intereses primordiales, ha incumplido acuerdos fundamentales, ha atacado la lengua y, cuando ha hecho falta, ha ayudado a reprimirnos. Hay que recordarlo porque siempre nos quieren vender que ayudan al PSOE para detener al PP, cuando la realidad es que son los socialistas los más eficaces a la hora de agredir nuestros intereses.

Dejémonos de historias, pues, porque los hechos no permiten ninguna ambigüedad: la actual ERC no quiere ni unidad, ni pacto independentista, todo lo contrario, trabaja en contra. Lo dijo Albano Dante Fachin con meridiana precisión: “los militantes de ERC tienen todo el derecho a tomar las decisiones que consideren oportunas. El resto tenemos el derecho a explicar por qué ERC es, hoy, un obstáculo para la libertad del país y un aliado del Estado”. Con un añadido especialmente doloroso: no les importa lo que pase con Carles Puigdemont, sabiendo que, mientras invisten a Illa, estarán deteniendo a nuestro presidente. Quizás incluso es peor: quizás lo que quieren es que quede neutralizado. A estas alturas de la ignominia, todo es imaginable.

De nada, ERC. Hubo un camino compartido, cuando luchábamos juntos por nuestra libertad. Ahora habéis optado por aliaros con los que niegan nuestros derechos, hasta el punto de investir a un defensor de los policías que pegaban a nuestra gente, y hacerlo mientras detienen a Carles Puigdemont. Es así de duro, así de bestia, así de triste y así de detestable. Es vuestra elección. Espero que no tengáis suerte. Nosotros continuaremos el camino de nuestra lucha. Como dijo ayer el president: “no se trata de derramar lágrimas, se trata de sacar las garras”.