La empresa china Hutchison Port Holdings acabará invirtiendo unos 600 millones de euros en convertir cien hectáreas del puerto de BCN en una de las terminales de contenedores más importante del mundo. La capital catalana es un punto estratégico para la entrada de mercancías en Europa provenientes de Oriente.
Chen Yansheng es el propietario de la empresa china de juguetes Rastar e invertirá unos 180 millones de euros en el Espanyol. Por dos motivos: 1/ para tener un apoyo potente de cara a lanzar los deportes como nueva línea de negocio y 2/ para tener un pie en un mundo como el del fútbol europeo, que justo ahora empieza a despertar interés en un mercado de 1.300 millones de personas.
El grupo inversor Bo Yang Investment ha decidido entrar como sponsor principal del Lleida Deportivo de 2ª B durante los próximos cuatro años a razón de 120 mil euros por año. El acuerdo incluye que el equipo catalán enviará técnicos a Dailan, la ciudad sede de la compañía china, para captar talento futbolístico. Bono Yang investiment ya patrocinó el Sabadell la pasada temporada y, posteriormente, intentó comprarlo.
Una colla castellera china (los Xiquets de Hangzhou) quedó en segundo lugar a la final B del concurso de castells celebrado en Tarragona este pasado fin de semana. Con un 3 de 9 amb folre y un 2 de 8 amb folre.
Si pasea por BCN comprobará que los restaurantes y los bazares chinos van de baja. Un mercado totalmente saturado que ha dado paso a la entrada en el negocio de los bares y, sobre todo últimamente, en los locales de manicura y masajes. Se ven muchos, sobre todo en según qué barrios, señal de que es negocio.
Sí, porque los chinos van allí donde hay negocio. Por eso aquí no han entrado en el mundo de los quioscos, por ejemplo.
Y por eso están entrando con fuerza en África, de donde quieren extraer materias primas, sí, pero sobre todo quieren crear una clase media que les compre sus productos. Y por eso necesitan que desaparezcan las guerras civiles sistémicas, cosa que es más complicada de los que creían.
Sin embargo, mientras, encontramos indicadores tan evidentes como discretos de sus intenciones. Por ejemplo en Juba, la capital de Sudán del Sur, el país más fracasado del mundo, están construyendo un aeropuerto con tanto secretismo que no puedes ni acercarte. Y si vas hacia Sudamérica y el Caribe tienes que sólo el año pasado las empresas chinas invirtieron 22.500 millones de euros. Y en el Caribe pasan cosas como que una isla situada frente la costa de Kingston, la capital de Jamaica, una empresa china esté haciendo obras pero sin saber exactamente de qué tipo, cosa que ha provocado protestas de algún grupo ecologista local.
Los chinos van donde hay negocio y consideran que Catalunya es un buen lugar para hacerlo. Por eso nos van comprando cositas. Una tras otra. La gran duda (y el gran debate) es saber qué pasará cuando se rompa la burbuja china. Porque tarde o temprano explotará. ¿Y entonces, qué?